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En un momento en que las democracias se enfrentan a verdaderas amenazas -ya sea por autoritarismos emergentes, el deterioro de la institucionalidad o la instrumentalización del Estado-, la Cámara de Cuentas debe mostrarse como una institución de verdadera transparencia, capaz de verificar con independencia qué se hace con los recursos que son del pueblo, afirmó ayer Servio Tulio Castaños Guzmán, vicepresidente ejecutivo de la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus). En su opinión, no se trata solo de controlar cifras, sino de defender los derechos, el interés general y la dignidad de las personas a través del control del poder.
Desde su punto de vista, el control fiscal se convierte en una herramienta de justicia distributiva. “Si una política pública fracasa, si el presupuesto destinado a salud no llega a los hospitales, si el subsidio educativo se diluye en intermediarios, no solo hay una ineficiencia administrativa, sino una vulneración directa de derechos. La Cámara de Cuentas, al auditar ese proceso, defiende al ciudadano frente a la opacidad, la negligencia y el abuso, y, por tanto, se convierte en un actor de protección social”, puntualizó. Esto cobra aún más sentido en democracias latinoamericanas donde, a pesar del discurso redistributivo, los aparatos estatales son frecuentemente capturados por intereses privados o partidistas, añadió.
En el siglo XXI, el mandato sobre las competencias de la Cámara de Cuentas del país, establecido en la Constitución, en sus artículos 248 al 251 debe ser ampliado a un rol social transformador.
“No basta con revisar cifras o emitir informes técnicos; se requiere evaluar el impacto real de las políticas públicas en la vida de las personas”, precisó.
Considera que el rol social de este organismo es vigilar no solo que el gasto sea legal, sino que sea justo, es decir, que no se pierda y no se malgaste, sino que cumpla su función de transformar realidades, reducir brechas y garantizar que el Estado sirva verdaderamente a la sociedad.
El ejecutivo de Finjus se refirió al tema al participar en el conversatorio “Rol Social de una Cámara de Cuentas en la Democracia Contemporánea”. Considera que los desafíos son múltiples. En ese contexto, Castaños Guzmán precisó que muchas cámaras de cuentas en América Latina han sido objeto de cooptación política, debilitamiento institucional o falta de profesionalización, lo cual les resta legitimidad.
En otros casos, han sido usadas como instrumentos de persecución política, socavando su credibilidad.
“Ante esto, el fortalecimiento técnico, la selección meritocrática de sus miembros, la protección de su autonomía y la rendición de cuentas internas son indispensables para garantizar su verdadero impacto social”, agregó.
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