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Balaguer gobernó la nación durante 22 años, en diferentes periodos, dejando una marca en la infraestructura y en la política dominicana. Fue protagonista de algunos de los capítulos más complejos del siglo XX en el país, desde sus inicios durante la dictadura de Trujillo hasta su rol clave en la transición democrática.
Su trayectoria comenzó en el régimen de Rafael Leónidas Trujillo, donde ocupó ministerios y cargos diplomáticos, y llegó por primera vez a la presidencia en 1960, tras el asesinato del dictador. Pero su mandato más recordado fue el de los llamados “Doce Años” (1966-1978), caracterizado por represión, persecuciones y denuncias de desapariciones.
Aún así, sus últimos diez años en el poder (1986-1996) se centraron más en la infraestructura y el desarrollo, con proyectos emblemáticos como el Faro a Colón y extensos planes de vivienda, presas y escuelas. También fue arquitecto de una reforma agraria que impactó a miles de familias.
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Aunque Balaguer afirmaba que “la corrupción se detenía en la puerta de su despacho”, las acusaciones a su entorno fueron muchas. Sus gobiernos estuvieron marcados por denuncias de corrupción, fraudes electorales (especialmente en 1990 y 1994) y cuestionamientos por su interés en prolongar su mandato, a pesar de su avanzada edad y ceguera progresiva.
En 1994, una crisis post-electoral obligó a pactar el acortamiento de su período presidencial, en un acuerdo que marcó un hito en la historia democrática dominicana.
Para figuras como Carlos Morales Troncoso o Rafael Bello Andino, Balaguer fue el verdadero “consolidador de la democracia”, quien supo manejar la transición tras la dictadura y evitó que el país cayera en una guerra civil. Su apuesta por no endeudar al país y usar recursos nacionales para construir, es parte del legado que hoy todavía se discute.
Joaquín Balaguer fue también escritor y orador. Algunas de sus frases han quedado como símbolos de su visión política:
“La corrupción se detiene en la puerta de mi despacho.”
“No creo, señoras y señores, en palabras mágicas, no creo en hadas madrinas en estos tiempos, en la única maravilla que creo es en el trabajo, minuto tras minuto y la única magia que me fascina, es la magia del sacrificio y el esfuerzo constante”.
“Hay una cosa que todo el pueblo dominicano debe tener presente, quien habla (él), no está al servicio de ningún interés que no sea el interés del país”.
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