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Teófila Reyes, galardonada con el premio a la excelencia docente 2025: El sistema exige la colaboración de todos, de lo contrario, se desestabiliza

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Teófila tuvo una infancia "muy hermosa", cimentada en la unión y el cariño familiar, en el seno de una familia católica, donde jugaban y rezaban juntos.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Teófila tuvo una infancia “muy hermosa”, cimentada en la unión y el cariño familiar, en el seno de una familia católica, donde jugaban y rezaban juntos. Allí aprendió los valores cristianos y morales, que forjaron parte de la persona que es hoy.

Sus 38 años de entrega y servicio al sistema educativo del país, de los cuales 28 han sido para el sector público, marcados por las huellas que dejó en los corazones de sus estudiantes, hicieron a la maestra Teófila Reyes de León, merecedora de recibir el máximo reconocimiento a la excelencia magisterial 2025, con el Premio al Honor Pedro Henríquez Ureña, de manos del presidente Luis Abinader.

La noticia llegó como un soplo de alegría en medio del dolor que la embargaba por la reciente y sensible pérdida de su madre, como un recordatorio de que el entusiasmo y el deseo de hacer las cosas bien, dejan rastros en el camino de enseñanza de una maestra incansable.

“Los ángeles conspiraron para que mi tristeza se apaciguara un poco. Yo me siento halagada, honrada, feliz y comprometida porque ahora hay más personas mirando que he hecho, que yo hice. Mi mamá no lo hubiera comprendido debido al avanzado estado de su Alzheimer, pero ella se alegraba de todo lo que le decía que era bueno, ella lo celebraba”, cuenta Teófila.

Este es el primer galardón que recibe y celebra el Politécnico Nuestra Señora de las Mercedes, en la persona de su querida maestra Teófila.

En estos 38 años de servicio a la educación, impartiendo principalmente la asignatura de ciencias naturales, Teófila asegura no estar cansada.

“Y no es realmente que no me canso, sino que me entusiasma lo que hago y eso hace que surjan nuevos retos, me mantiene activa”, exclama.

El detalle está en que su método de enseñanza, más allá de solo explicar la materia, se caracteriza por hacer sentir a sus estudiantes que son importantes, que son vistos, escuchados y queridos.

“Yo solía a final de cada año pedirles perdón a mis estudiantes, diciéndoles yo sé que algún día te levanté la voz, yo sé que algún día quizás fui injusta contigo en una calificación, yo sé que algún día te dije lo que no debí decirte. Y una vez en un campamento, un joven que yo no estaba reconociendo, dio un testimonio de cómo el hecho de yo haber ido a su casa cuando faltó varios días a clases, a ver que le pasaba, impactó en que hoy él tuviera una vida provechosa”, narró.

Teófila tuvo una infancia “muy hermosa”, cimentada en la unión y el cariño familiar, en el seno de una familia católica, donde jugaban y rezaban juntos. Allí aprendió los valores cristianos y morales, que forjaron parte de la persona que es hoy.

Recuerda que todas las noches en su casa se rezaba el rosario en familia, sembrándose allí los primeros cimientos de su vida cristiana.

“Si te digo que desde pequeña yo aspiraba a algo, no fue así. Yo estaba tan inmersa en los aspectos religiosos y como que a la parte profesional no le di mucha importancia. En el último año bachillerato yo me enfermé, y me vi muy mal, incluso no fui a mi graduación y de ahí me olvidé de la universidad”, narra.

Al año siguiente, su hermano le informa que había inscripciones abiertas para estudios superiores, en ese tiempo, la única universidad que había en Bonao era la PUCMM, porque los hijos de los extranjeros que trabajaban en Falcón Bridge estudiaban en esa extensión.

“Cuando estaba llenando la solicitud no había muchas opciones de carrera: secretariado, contabilidad y educación, y marqué la educación porque me sentí más identificada por esta, porque se parece a mí, en dar, compartir, estar con la gente. Fue como amor a primera vista, me encantó, me ilusioné, me enamoré hasta día de hoy”, cuenta arropada por la nostalgia.

Ahí estudió la primera parte, luego aproximadamente 10-14 años después, tras haber luchado para lograr que construyeran una extensión de la UASD en Bonao, realizó una licenciatura en biología-química. Siguió especializándose en cursos de inglés, de infotep, de informática, “yo siempre está buscando algo que aprender”, dice.

En 2011 culminó una maestría en química para docentes y para posteriormente realizar una especialidad natural.

“Me gusta aprender para dar, porque tampoco tiene sentido que uno aprenda si no va a compartir esos aprendizajes. Yo no he encontrado una asignatura que no me guste, porque de todas he aprendido”, indica, esbozando una sonrisa que iluminaba todo su rostro.

Si bien todo su viaje por el universo de enseñar y darse a los otros ha sido maravilloso para Teófila, también ha tenido sus retos y dificultades. La profesora cuenta que para ella la tecnología y avances han sido uno de ellos, “porque hace que uno vaya mucho más rápido”.

“Cuando iniciamos había cartulinas, tiza, borrante y había que ir a un centro de Internet para que te hiciera una carta, ahora en el Politécnico Nuestra Señora de las Mercedes tenemos pantallas digitales en cada aula. Creo que va a llegar un momento en el que tendrá la necesidad de concentrarse en una sola cosa, porque cada día hay más información sobre un mismo tema y no tenemos la capacidad de aprender todo a este ritmo”, indica.

Sobre el sistema educativo dominicano, la maestra exclama que el avance ha sido “mucho”.

“Recuerdo que en la universidad hablábamos de la educación bancaria, porque tú solamente depositas, tú solo le dabas al muchacho, ya no. Ahora la educación es integral, yo aprendo con el estudiante, el estudiante aprende con el entorno, el estudiante tiene palabras, ideas, participación”, dice.

La misma explica que uno de los avances que presenta el sistema es que el estudiante sabe que el maestro no es un sabelotodo, que hay miles de preguntas que el estudiante tiene que el maestro no tiene que manejarlas y ya no se siente esa presión de antes, más de 20 años atrás quizás, porque el maestro debía responder cada pregunta que el estudiante hacía.

“Ahora vamos juntos y eso me parece que es un logro, hacer que el estudiante se sienta parte del proceso, que se integre, que opine, que participe”, cuenta.

Asimismo, indica que el Ministerio ha invertido bastante en la capacitación del magisterio, desde Inafocam, hasta cualquier otro estamento de soporte.

“El maestro que no se ha capacitado ha sido por situaciones personales, porque el ministerio ha cuidado eso, el maestro que se quiera capacitar en el área que sea, tiene los mecanismos”, manifestó.

Sin embargo, entiende que todavía falta que todos los entes de la educación hagan suyo el proyecto del sistema.

“Desde un maestro que no cumple, hasta un técnico de distrito que no trabaja con criterio o un director que no haga lo que debe hacer el sistema se va tambaleando”, puntualiza.

“Yo he tenido la suerte, que el director, el distrito y mis compañeros en el Politécnico Nuestra Señora de las Mercedes, son una bendición de Dios, eso me ha ayudado bastante, pero uno sale y ve y escucha de personas que no hacen lo que tienen que hacer, entonces cómo vamos a lograr las metas, los objetivos, los planes de estudio, los planes del sistema. Es como empoderarse un poco más y no ver solamente la parte económica”, expresa.

Para los jóvenes que se encuentran en las aulas de las universidades hoy, preparándose para ser docentes, Teófila les dice “que celebren esa vocación, que se sientan orgullosos de tener ese llamado y que no se cansen de pedir las aulas, de pedir los recursos, de llamar a los padres cada vez que sea necesario, de dar lo mejor. Aunque veamos que el adolescente se va por otro lado, hay que seguir porque algo queda”.

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