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Al igual que Costa Rica ofreció su tierra y apoyo a los dominicanos en sus batallas por la democracia, estos tomaron la misma actitud con ese pueblo por el cual algunos criollos llegaron a combatir con armas, a costa de sus vidas.
El respaldo más fervoroso al país lo brindó el presidente José Figueres Ferrer, don Pepe, no solo en acciones contra la dictadura de Trujillo, sino también colaborando en la preparación política de jóvenes que sobresalieron en esa actividad. Figueres se declaró abiertamente opuesto a Trujillo, por lo que fue víctima de dos atentados. Antitrujillistas agradecieron el estímulo, participando en sus movimientos por la libertad.
En la guerra civil liderada por don Pepe en 1948, destacaron como comandantes los dominicanos Miguel Ángel Ramírez Alcántara y Horacio Julio Ornes Coiscou. José Rafael Molina Ureña añade en sus Memorias a José del Carmen Ramírez, y otros a Juan Rodríguez García. Se peleó con armas de la fallida expedición de Cayo Confites, que había apoyado Figueres.
Ramírez Alcántara participó en varias batallas. Figueres lo ascendió a general.
Gran amigo de Juan Bosch, con quien mantenía correspondencia, Figueres lo recibió en Costa Rica, donde el futuro presidente dominicano continuó su labor política y se dedicó a la docencia. Juntos fundaron el Instituto de Educación Política, del cual Bosch fue director y maestro.
Figueres “alentaba a los exiliados dominicanos y propugnaba la resistencia a Trujillo en toda la región”, consigna Julio César Martínez en “Quiénes y porqué eliminaron a Trujillo”, mientras que Bernardo Vega afirma: “Figueres complotaba contra Trujillo, incluso contactando a la CIA”. En su obra “Los Estados Unidos y Trujillo, los días finales, 1960-1961…” lo define como “luchador demócrata”, y destaca sus contactos con Homero Hernández Almánzar, opositor a Trujillo.
Trujillo se propuso derrocar a Figueres mediante una invasión armada en 1954-55, según Robert D. Crassweller, en “Trujillo, La trágica aventura del poder personal”. Martínez anota que atentó contra don Pepe y sus dos escoltas.
La más difundida intentona fue en mayo de 1957, cuando tres hombres viajaron a Costa Rica con el plan de inyectarle una fuerte dosis de droga, secuestrarlo, subirlo en un avión y entregárselo a Trujillo. Pero la policía costarricense estaba alertada y fueron apresados.
Trujillo desacreditó al mandatario por todos los medios, incluyendo un libro, “En justicia y sociedad”. El autor define a Figueres de: “Niño travieso del Caribe”.
Jóvenes del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, Unión Cívica Nacional y Partido Revolucionario Dominicano estuvieron en Costa Rica en septiembre de 1961, participando en el curso organizado para “crear conciencia y capacitar a la generación de luchadores por la libertad y la democracia”.
“Uno de los más sobresalientes fue José Francisco Peña Gómez, a quien “don Pepe distinguía mucho”.
Peña cantaba la canción ecuatoriana “Sombras” en las “fiestecitas de los viernes por las noches, ganando aplausos”, narra Molina Ureña.
Se distinguieron también Milagros Ortiz Bosch, Rafael Alburquerque, Armando Almánzar, Ramón Blanco Fernández, Norge Botello, Frank Campos Villalón, Jimmy Durán, Iván García, Rafael Vásquez Guzmán, Félix (Niní) Germán Olivier, Molina Ureña, Teobaldo Rodríguez, Rubén Echavarría, Luis Rodrigo y otros, instalados en San Isidro de Coronado.
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En Costa Rica se asiló, además, José Amado Soler, quien participó en una expedición contra los Somoza, de Nicaragua, y fue asesinado, y Ángel Miolán fue a “convencer a Bosch de la necesidad de su regreso al país”, tras la eliminación de Trujillo, según Molina Ureña.
Allí se celebró en 1960 la VI Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores para aplicar sanciones a República Dominicana por el atentado contra Betancourt. Se eligió esa nación “por ofrecimiento del gobierno de Costa Rica”. Representaron “la totalidad de los Estados miembros de la OEA”.
La designación de la calle Costa Rica junto con la Puerto Rico y la Venezuela, en mayo de 1962, generó controversia entre los regidores Rafael González Tirado, Domingo Álvarez y Eradio Paniagua. Eran las antiguas “Marina de Guerra” y “Ejército Nacional”. A la “Policía Nacional” le pusieron Jesús de Galíndez.
Álvarez se oponía “a irle encima a la Marina, el Ejército, la Aviación y la Policía. A esa gente lo mejor es dejarlos tranquilos”, argumentó. Paniagua lo contradijo “porque la Policía no es más que un instrumento de represión”. González manifestó que esas “fueron adulaciones del tirano para ganárselos, para sobornarlos…”. La ordenanza no ofrece el nombre anterior de la Costa Rica.
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