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SANTO DOMINGO. — “Más de 14 mil pesos en libros para un solo niño. Y todavía falta la mochila.” Esa es la realidad de Ramona Mena, madre de dos hijos en colegios privados. Su testimonio se repite entre decenas de familias que, al comenzar el año escolar, enfrentan una carga económica difícil de sostener. La causa no es solo el precio de los textos, sino un modelo editorial que impide el ahorro: libros y cuadernillos diseñados para usarse una única vez.
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Lo que antes se podía heredar, intercambiar o comprar de segunda mano, ahora queda descartado con cada ciclo escolar. Los llamados libros-cuadernillo, materiales “completables” en los que el estudiante debe escribir directamente, han pasado de ser herramientas pedagógicas a convertirse en un obstáculo para el reciclaje y la economía familiar.
Estos libros no están pensados para durar. Están hechos para ser usados por un solo estudiante, ya que incluyen ejercicios, actividades y evaluaciones que deben completarse en sus propias páginas. En muchos casos, vienen acompañados por cuadernillos anexos que también deben llenarse, lo que impide revenderlos o reutilizarlos incluso entre hermanos.
“Hay libros que son tipo cuadernillo, el niño tiene que llenarlos directamente ahí. Por eso no se pueden comprar usados, aunque estén en buen estado,” explica María Sosa, madre de dos niños en primaria.
“Los libros de inicial son muy de trabajo. Los niños escriben y rayan mucho, y por eso casi siempre tengo que comprarlos nuevos”, añade Ramona.
El problema no es solo la naturaleza del libro, sino el sistema editorial en su conjunto. Las editoriales y colegios cambian los textos constantemente, alternando entre casas. Esto impide que las familias puedan aprovechar libros del año anterior, incluso si están bien conservados.
“Antes uno podía cambiar los libros en los pueblos, pero ahora los colegios cambian de editorial cada año. Un año usan Santillana, al otro Actualidad, y después otra. Así no hay manera de ahorrar,” lamenta Ramona.
Aunque el gasto escolar ya es un tema en las casas, los padres aún no han acudido masivamente a comprar los libros, según confirman los comerciantes. Teresa López, vendedora con casi 20 años en el negocio, señala que se espera un mayor movimiento después del día 30 de julio, cuando las empresas realicen el pago de nómina.
“Todavía no se están vendiendo mucho los libros. Hay padres que están esperando cobrar a fin de mes. Después del 30 esto se mueve más,” comenta Teresa.
Mientras tanto, los pasillos de algunos supermercados ya muestran a madres comparando precios de mochilas, uniformes y cuadernos, en un intento por equilibrar calidad con presupuesto.
Silverio Peña, también vendedor de libros, explica cómo se manejan los precios de libros usados y qué editoriales están dominando el mercado actualmente.
“Un libro que trae cuadernillo no se puede revender. Pero los que no se llenan, sí. A eso se le llama ‘medio uso’ y se venden a mitad de precio: si cuesta 800 nuevo, el usado se vende en 400,” detalla Silverio.
“Ahora mismo hay cuatro editoriales trabajando activamente. El cuadernillo es parte del paquete, y eso sube el costo porque no se puede usar otra vez”, explica.
Según vendedores como William Martínez, en la avenida Duarte, los precios de los libros nuevos oscilan entre 1,800 y 2,200 pesos por libro, y algunos paquetes escolares incluyen hasta cinco o seis materiales, muchos de ellos con cuadernillos adjuntos.
“Siempre ha habido un costo adicional, pero con los cuadernillos se eleva más. Antes hacían ejercicios en el mismo libro; ahora casi todo va en el cuadernillo,” dice William.
El gasto en útiles escolares también representa una carga considerable, incluso antes de contar los libros. Según un sondeo en librerías y supermercados, las mochilas oscilan entre RD$480 y RD$3,250, los cuadernos entre RD$40 y RD$150, y una cajita de lápices puede costar entre RD$60 y RD$175. A esto se suman materiales como colores, estuches, reglas, carpetas, marcadores y artículos de higiene.
Para una familia con ingresos mensuales de RD$35,000, considerada dentro del segmento de clase media baja, el gasto estimado en útiles escolares básicos para un solo hijo supera los RD$3,500. Esto representa alrededor del 10% del ingreso mensual, sin contar libros, uniforme ni reinscripción. Y si se añaden los textos escolares, que pueden costar entre RD$10,000 y RD$14,000 por niño, el gasto total asciende a unos RD$13,500 a RD$17,500, es decir, entre el 39% y el 50% del ingreso mensual del hogar.
En el caso de familias con dos hijos, el impacto es aún más drástico: el gasto combinado en libros y útiles podría superar los RD$27,000 a RD$35,000, es decir, entre el 77% y el 100% del ingreso mensual, dejando poco o ningún margen para otros compromisos financieros como alimentación, transporte, servicios o renta.
Este esfuerzo económico genera angustia en muchos hogares, que deben recurrir a préstamos, uso de tarjetas de crédito, ahorro anticipado o la postergación de ciertas compras. Para otros, simplemente se traduce en tener que priorizar: comprar solo los libros básicos, omitir los de materias complementarias o entregar útiles por partes a medida que avanza el año escolar.
La presión es aún mayor para quienes tienen hijos en los niveles iniciales y de primaria baja. En estas etapas, se utilizan más materiales prácticos, como libros de caligrafía, lenguaje, matemáticas y trazos, en los que el niño debe escribir constantemente para desarrollar su motricidad fina. Por eso, los libros de estos niveles no solo son más intensivos, sino también imposibles de reutilizar.
“Yo tengo una niña de seis años que acaba de pasar a primero, y ya solo en sus libros gasté casi 14 mil pesos. Y eso es sin contar mochila, uniformes o reinscripción,” afirma Ramona.
En los niveles superiores, el gasto se traslada a lo digital. Muchas instituciones requieren el uso de plataformas educativas privadas que tienen un costo anual adicional, generalmente en dólares.
“A mi hijo mayor le piden unos 10 libros y también una plataforma educativa en dólares. Cuesta 100 dólares solo por la suscripción del año. Si no la pagas, no puedes inscribir al niño,” explica Ramona.
Incluso los libros impresos de secundaria pueden traer cuadernillos con códigos únicos, lo que impide que puedan fotocopiarse o compartirse. “El de matemáticas me costó 3 mil pesos nuevo porque trae un cuadernillo con código,” agrega.
A estos gastos se suman libros de materias complementarias como educación artística, religión, deportes o inglés. Aunque algunas se usan solo una vez a la semana, su adquisición sigue siendo obligatoria en muchas escuelas privadas. La suma de todos estos libros puede llevar el gasto total por hijo entre 10,000 y 14,000 pesos, solo en textos.
La posibilidad de reutilizar libros escolares, ya sea mediante herencia, compra de segunda mano o intercambio comunitario, prácticamente ha desaparecido en el sistema privado. Esto elimina cualquier posibilidad de economía circular y coloca a las familias de bajos ingresos en clara desventaja.
“Yo puedo comprar el libro usado, pero el cuadernillo tengo que comprarlo nuevo. Eso le suma un costo extra obligatorio a todo,” afirma María.
Lo que comenzó como una herramienta pedagógica útil, se ha transformado en una fuente de exclusión. Los cuadernillos, materiales diseñados para no ser compartidos, generan un gasto obligatorio, constante y creciente que impacta directamente en las economías domésticas, sobre todo de clase media baja.
En un país donde la educación privada es una alternativa frecuente ante las deficiencias del sistema público, esta carga representa mucho más que un gasto escolar: es una barrera para la equidad educativa.
Mientras las editoriales capitalizan esta fórmula de consumo, muchas familias deben decidir entre pagar la reinscripción o los libros, entre comprar textos de religión o dejar ese gasto para después. Y en medio de esas decisiones, el derecho a una educación accesible y sostenible queda comprometido.
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