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Madrid (EFE).- Prevención, coordinación y previsión son las pautas que siguen las estrategias de las empresas eléctricas para asegurar el suministro en zonas golpeadas por incendios como los que, solo este año, han calcinado más de 380.000 hectáreas en España.
Pese a la virulencia de los episodios activos, distintas fuentes del sector no aprecian, por ahora, incidencias ni en la red de transporte de alta tensión de Red Eléctrica ni en la de distribución, y recuerdan que, en contextos así, muchos cortes de luz son programados para que los medios aéreos que luchan contra el fuego puedan actuar con seguridad.
Lo cuenta a EFE Fernando Diz-Lois, director de operación de redes de Endesa. Según los últimos datos de la energética, casi el 60 % de los 320.000 kilómetros de líneas eléctricas que e-distribución (su filial de redes) gestiona en Andalucía, Aragón, Baleares, Canarias, Cataluña y parte de Extremadura, son aéreas.
De ellas, una parte importante transcurre por zonas boscosas o con vegetación, lo que aumenta su exposición.
El fuego también puede afectar a centros de transformación ubicados en áreas externas de las poblaciones o en el ámbito rural, que suministran a fincas de particulares o a explotaciones agrícolas.
Por ahora, explica Diz-Lois, “está totalmente asegurado” el suministro eléctrico en las zonas de distribución de Endesa, que ha afrontado estos días un incendio en el sur de la provincia de Badajoz y otro en Tarifa (Cádiz).
En ambos casos, el impacto sobre la red se ha limitado a la desconexión -controlada- de ciertas instalaciones, siempre en coordinación con las autoridades competentes y las fuerzas de seguridad, para que los medios de extinción, sobre todo los aéreos, pudiesen trabajar con el menor riesgo posible.
“Una vez que el incendio se da por controlado y se puede acceder con seguridad a la zona, nuestras brigadas se desplazan y revisan el estado de las líneas”, relata el director de operación de redes de Endesa, que destaca la colaboración entre la Administración y la empresa, presente incluso en el puesto de mando avanzado.
A menudo esta inspección se realiza de forma terrestre, pero si el fuego es de gran magnitud, se puede llevar a cabo con drones y equipos de inteligencia artificial (IA) o con helicópteros.
Concluida la revisión, si no se observa ningún problema en la infraestructura, se lo comunican a la Administración para reconectar la instalación. De lo contrario, se moviliza una brigada para sustituir el elemento dañado.
Durante ese tiempo, la energética habilita medios alternativos, como grupos electrógenos, para restablecer el suministro temporalmente mientras se repara la línea.
Las brigadas técnicas de Endesa, repartidas por todo el territorio, cuentan con personal especializado en la gestión y operación de la red de distribución eléctrica en situaciones climatológicas graves y de emergencia.
Su formación consiste principalmente en simulacros, tanto propios como coordinados con la Unidad Militar de Emergencias (UME) o el 112.
Igual de importantes son las actuaciones preventivas llevadas a cabo durante el resto del año. Entre las tareas esenciales está la poda selectiva de la masa forestal que crece en torno a las líneas eléctricas.
Además, durante el verano, la red se opera de manera especial, ya que “se quitan los reenganches para que las líneas funcionen de forma más controlada, y se pone mayor énfasis en la supervisión de lo que sucede en su entorno por si hay incendios”, indica Diz-Lois.
La anticipación es, igualmente, clave para asegurar el suministro, pues “con tiempo suficiente, viendo los vientos predominantes en la zona, la evolución meteorológica y la orografía”, se puede prever cómo el fuego afectará a las instalaciones a futuro y tomar medidas preventivas.
Los posibles daños en la infraestructura eléctrica “no son excesivamente caros” si la extensión del incendio no es muy grande, dice el director de operación de redes de Endesa.
“Si hablamos de una línea eléctrica estaríamos en torno a los 100.000 euros”, añade.
Ahora bien, si la magnitud es tan grande, por ejemplo, como la de la dana, ya podría afectar a una subestación de distribución, cuyo coste asciende a unos cinco millones de euros.
Sin embargo, el impacto que un suceso de estas características tiene a nivel climático y paisajístico es “muchísimo mayor” de lo que puede causar a una instalación eléctrica.
El desembolso lo asume la compañía, que “evidentemente” cuenta con un seguro.
Si el fuego ha sido provocado y se localiza al responsable, las empresas incorporan el perjuicio causado a sus infraestructuras a la nómina de daños completos del incendio.
Pero “los pirómanos no suelen tener recursos económicos para afrontarlo”, por lo que “es muy difícil” que respondan por sus actos, admite Diz-Lois, que ve en ello el “mayor inconveniente” para evitar que delitos así sigan reproduciéndose.
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