Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
EE.UU. disminuyó notablemente su ayuda con Donald Trump, aunque aún es el principal contribuyente. Europa ya ha mostrado su capacidad para cubrir parte del déficit, pero expertos advierten que sustituir la tecnología militar e inteligencia estadounidenses resulta mucho más complicado.
Rusia busca apropiarse de porciones de Ucrania. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, se niega a ceder territorio. Y liderando las negociaciones de paz tras más de tres años de guerra se encuentra la Administración estadounidense de Donald Trump, que ha criticado repetidamente la magnitud del apoyo de Washington a Kiev.
Si se llega a un acuerdo, los interrogantes serán quién garantizará la seguridad de Ucrania tras la guerra y quién asumirá su reconstrucción. Pero si no hay acuerdo de paz, la ayuda de Estados Unidos podría disminuir aún más. Esto plantea otra pregunta: ¿quién tiene la capacidad de suplir el vacío?
Hasta ahora, Ucrania ha recibido más de 309.000 millones de euros de al menos 41 países, ya sea en asistencia militar, humanitaria o financiera, según el Instituto Kiel para la Economía Mundial, un grupo de expertos con sede en Alemania.
La mayor parte de esta ayuda ha provenido de aliados de la OTAN, 23 de los cuales también son Estados miembros de la UE. Canadá ha destinado 11.940 millones de euros, mientras que Noruega ha donado 6.490 millones entre enero de 2022 y junio de 2025. Países no pertenecientes a la OTAN como Australia, Japón, Suiza, Austria, Corea del Sur e Irlanda también han brindado un apoyo significativo.
Entretanto, EE.UU. invirtió 130.600 millones de dólares en Ucrania (111.280 millones de euros), lo que representa el 37% de la ayuda gubernamental total a la nación devastada por la guerra. Pero colectivamente, Europa ha aportado aún más: 138.000 millones de euros en total, combinando la ayuda a nivel de la UE con las contribuciones bilaterales de países individuales de dentro y fuera del bloque.
Dentro de Europa, Alemania (21.290 millones de euros), Reino Unido (18.610 millones de euros), Países Bajos (10.890 millones de euros) y Francia (7.560 millones de euros) se destacan como los principales donantes. En el otro extremo de la escala se encuentran Hungría, Eslovenia y Grecia, que aportaron entre 50 y 150 millones de euros cada uno.
Al menos en teoría, cubrir el déficit no parece imposible. Las estimaciones basadas en datos de 2024 sugieren que Europa solo necesitaría incrementar su ayuda en un 0,12% del PIB para compensar una pérdida total de la ayuda militar estadounidense.
De hecho, Europa ya ha demostrado que puede intervenir, al menos temporalmente. Cuando EE.UU. suspendió todo su apoyo a Ucrania en mayo y junio de 2025, sin anunciar nuevas ayudas, Europa no solo cubrió el déficit, sino que superó a Washington por primera vez desde junio de 2022. La UE y sus miembros asignaron 72.000 millones de euros, frente a los 65.000 millones de EE.UU.
Aún así, el dinero es solo una parte de la ecuación. Desde el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, la ayuda estadounidense a Ucrania ha caído en picado, aunque Washington sigue siendo el principal donante. Más allá del dinero en efectivo, Estados Unidos proporciona hardware militar crucial: 305 vehículos de combate de infantería, 201 obuses, 18 sistemas de defensa aérea y 41 lanzacohetes HIMARS.
La verdadera prueba radica en si Washington sigue proporcionando las capacidades que financian los europeos, o si se interrumpen por completo las entregas de material estadounidense y el intercambio de inteligencia. “Una pérdida total del apoyo estadounidense dejaría un agujero mucho mayor de lo que sugieren las cifras por sí solas”, escribe Luigi Scazzieri, analista político principal del Instituto de Estudios de Seguridad de la Unión Europea (EUISS).
Subraya que a Europa le resulta particularmente difícil sustituir los sistemas de defensa aérea y de inteligencia con la misma calidad y en la misma escala que Estados Unidos. Mientras tanto, la UE también se apresura a reforzar sus propias defensas contra un posible ataque ruso para 2030. Sin embargo, los avances son más lentos de lo deseado, sobre todo en la adquisición de grandes equipos de alta gama.
Según un reciente análisis del grupo de reflexión Bruegel, con sede en Bruselas, la industria europea de defensa -a pesar de las recientes inversiones- sigue siendo “muy vulnerable” y depende en gran medida de las importaciones de Estados Unidos.
Los investigadores de Bruegel y del Instituto de Economía Mundial de Kiel constataron que Europa sigue dependiendo en gran medida de Washington en lo que respecta a misiles hipersónicos, aviones de última generación, sistemas integrados de inteligencia artificial e inteligencia.
“Ha habido cierto aumento en varios sistemas -la artillería en particular ha crecido sustancialmente-, pero estos aumentos siguen siendo relativamente pequeños en comparación con la demanda global”, declaró Guntram Wolff, investigador principal de Bruegel, en la presentación del informe en junio.
Las diferencias son enormes. En 2023, Europa contaba con 1.627 carros de combate principales, mientras que las previsiones indican que necesitará entre 2.359 y 2.920. En cuanto a los sistemas de defensa antiaérea, como el Patriot y el SAMP/T, las existencias en 2024 eran de 35 unidades, menos de la mitad de las 89 necesarias.
Los autores del informe recomiendan a los responsables políticos de la UE y a los gobiernos nacionales que realicen “importantes inversiones en investigación y desarrollo”.
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