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La butaca de Iván Tovar en su hogar

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Cuando se trata de algo relacionado con Iván Tovar, siempre nos preguntamos cómo lo habría recibido.

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Cuando se trata de algo relacionado con Iván Tovar, siempre nos preguntamos cómo lo habría recibido. Un personaje extraordinario, de elevada exigencia, sin duda alguna con buena autoestima, pero su rigor, su cultura, su fantasía también pedían celebraciones particulares.

Creemos que Iván Tovar habría disfrutado esta apertura, a la vez solemne, fastuosa y sobria. Y la “Silla adulta” magnificada podría haber provocado su risa inconfundible, casi un murmullo y resonancia. La colocación en la Plaza de la Cultura, frente al Museo de Arte Moderno era, es el sitio ideal, y ahí debería permanecer.

¡Cuánto se alegró Iván por su magnífica exposición en la entonces Galería de Arte Moderno en 1986 -Museo desde 1992-! Los que tuvieron la fortuna y la edad… de disfrutarla, no olvidan una muestra sobresaliente.

Casi treinta años después, si la parca no hubiera acortado sus días, el genial artista habría disfrutado intensamente un gran homenaje y el máximo reconocimiento a una obra singular.

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Se esperaba un evento multitudinario, ceremonial, protocolar, incluso tedioso: así muchos preveían la inauguración. Un total error… la organización fue perfecta, empezando por un horario respetado. ¡La Fundación Iván Tovar se lució! Los cientos de asistentes se sintieron “invitados”, todos sentados, un brindis de agua fría mitigando el calor.

La Silla adulta de Iván Tovar dominaba el ambiente, cubierta, encapuchada. Hasta parecía una extraña y maciza escultura contemporánea de tela, tan compacta como grisácea.

La pantalla gigante presagiaba la calidad y cantidad de información e imágenes, que efectivamente deleitaron al público.

Una glamorosa maestra de ceremonia presentó a quienes tomaron la palabra. Primero, habló Daniela Tovar, presidenta de la Fundación e hija de Iván Tovar: nos transmitió su viva emoción, evocando a su padre. Luego, don Héctor José Rizek, secretario general de la Fundación y gestor cuyo altruismo favoreció tanto el episodio de Nueva York como la instalación y celebración en Santo Domingo, comunicó datos, biográficos y cualitativos, culturales y organizativos, con una oratoria ejemplar.

Algo breve y sustancial, Inmediatamente después, un joven bailarín procedió a desvelar el “monumento”…

La silla apareció, gloriosa en su esplendor, iluminando la noche. El acero inoxidable brillaba de mil fuegos. Era como si un dios de antiguas mitologías hubiera resurgido. ¿No lo permite el surrealismo de Tovar? Para concluir, un dúo talentoso le ofrendó un rito de danza clásica…

No podían faltar las fotografías , muchas, y algunas especiales para los miembros de la Fundación Iván Tovar.

Reinaron el encanto y la gratitud, entre centenares de amantes del arte, entre cientos de amigos, felices de encontrarse… en un momento excepcional.

Qué difícil era despedirse… Pero todos prometieron volver a mirar y admirar La Silla Adulta de Iván Tovar.

La Silla Adulta – que fue primero en francés “la chaise adulte”- está ahora en su culminación. Su vigencia especial comenzó desde que la expusieron por primera vez, en 1969. Las obras presentadas se vendieron todas, y de las 27, solamente una se quedó porque Iván Tovar la quiso conservar. Era La Silla Adulta que se perfilaba ya a modo de alegoría: fin de la gran pobreza y despunte de una mejor vida, sobre todo de un mejor taller.

¿Era una premonición? Casi lo pensamos, los artistas son clarividentes.

Cincuenta y cinco años después, se ha convertido en una escultura monumental, primero expuesta en Nueva York y en el emblemático Times Square. Ahora bien, la Silla Adulta ha tenido su historia. Primero pintura, el mismo Iván Tovar le comunicó tres dimensiones, y esta misma escultura pasó por dos tamaños y etapas, determinadas por su autor, la última en el 2013. Lo recordaron con excelentes proyecciones.

No nos parece una casualidad o una suerte. Más que cualquier otra obra, tiene un carácter simbólico, y ciertamente es única en la creación del artista. Finalmente, la más importante fundición española la llevó a una escala monumental, según el dictamen de la familia de Iván -dueña de la propiedad intelectual e imagen-, y de la Fundación Iván Tovar.

Ver, observar, disfrutar tal metamorfosis y obra fabulosa “en su casa”, se valora como un privilegio, una oportunidad que millares aprovecharán antes de su visita a la Bienal.

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