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La diabetes representa una de las peores calamidades que han azotado a la humanidad a lo largo de su historia; es un enemigo silencioso que se expande lentamente y que no parece tener cura alguna.
En el mundo, unas 537 millones de personas la padecen y, lo más preocupante, es que, según las estimaciones, este número seguirá en aumento; se calcula que para el año 2030 habrá 643 millones de personas afectadas por diabetes.
Gisselle Guzmán Fernández, internista y nefróloga de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (CEdimat), señala que, a nivel mundial, entre el año 2000 y 2016, hubo un aumento del 5 % en la mortalidad prematura por diabetes.
En las Américas, en 2019, la diabetes fue la sexta causa principal de muerte, con un estimado de 244,084 muertes causadas directamente por la diabetes. Es la segunda causa principal de años de vida ajustados por discapacidad, lo que refleja las complicaciones limitantes que sufren las personas con diabetes a lo largo de su vida.
Enemigo silencioso
Agrega que el riñón es uno de los principales órganos afectados por este enemigo silencioso, destacando que la diabetes es la principal causa de enfermedad renal crónica (ERC) y enfermedad renal terminal (ESKD) en los Estados Unidos y en todo el mundo.
Explica que la enfermedad renal diabética es el nombre que recibe el conjunto de alteraciones en el riñón, que se producen en personas con diabetes cuando su control de la glucosa en sangre y otros factores asociados no ha sido el adecuado.
Existe otro término, cuyo diagnóstico implica determinación histológica, es decir, la descripción correcta sería a través de una biopsia, esta entidad es la nefropatía diabética, que puede manifestarse con pérdida de albúmina a través de la orina o con alteración en la función renal.
Casi irreversible
Cuando aparece la nefropatía diabética es prácticamente irreversible. Es, por lo tanto, importantísima su detección precoz y evitar su progresión cuando se diagnostica.
La nefropatía diabética es completamente asintomática hasta que se produce un daño grave; y a menudo irreparable en la función y estructura renal. Muchos pacientes con nefropatía diabética pueden notar que su orina se vuelve espumosa o en los laboratorios hay elevación de creatinina.
Todo esto obliga a realizar de forma periódica (al menos una vez al año) laboratorios de sangre y orina para detectar precozmente la pérdida inadecuada de proteínas en orina (albuminuria) y alteraciones de la función renal en diabéticos. En los pacientes con diabetes tipo 2, estas pruebas deben realizarse desde el momento del diagnóstico, y en los diabéticos tipo 1, a los 5 años del diagnóstico.
La presencia de microalbuminuria es un signo de nefropatía incipiente y se usa como cribado para la detección temprana de la afectación renal.
Tratamiento
El estricto control de la glucemia a través del tratamiento farmacológico adecuado, dieta y ejercicio regular, han logrado frenar o retrasar la evolución a estadios más avanzados de la enfermedad.
Son especialmente eficaces cierto tipo de fármacos antihipertensivos denominados inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECAs) y ARA II, en los pacientes que, además de diabetes, presentan hipertensión.
Asimismo, está a la disposición de los pacientes un grupo de fármacos llamados inhibidores SGLT2, que permiten el control glucémico y la disminución de la presión dentro del riñón.
Trabajo en equipo
— Manejo
La detención de la progresión de la enfermedad diabética, implica un trabajo en equipo, que va desde la detección temprana de la enfermedad, la remisión temprana a nefrología y la adherencia del paciente a las recomendaciones dadas.
¿Cómo ocurre este daño?
El estado de hiperglicemia (azúcar elevada en sangre) prolongado de manera persistente causa inflamación celular y luego daño de las células del riñón.
El cuerpo trata de compensar ese daño haciendo que el riñón trabaje el doble y eso es lo que comúnmente los nefrólogos llaman hiperfiltración.
El resultado a largo plazo es la producción de estrés oxidativo, inflamación y, por último, fibrosis del tejido.
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