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Nuevo ciclo lectivo: Una jornada de canciones, ovaciones y compromisos

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Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

En medio de promesas, canciones, himnos y desayunos escolares, el ciclo lectivo 2025-2026 fue inaugurado.

El reloj apenas señalaba las 8:00 de la mañana cuando los portones de la Escuela República de Chile se abrieron y comenzaron a llegar los padres que, con sus hijos tomados de la mano, entraban entre risas, uniformes impecables y mochilas nuevas.

El ambiente respiraba un aire festivo: globos adornaban los pasillos, maestros saludaban con sonrisas amplias y canciones infantiles que sonaban como un recordatorio del inicio de otra etapa, otro año escolar.

A las 8:08, los murmullos cesaron. Estudiantes y profesores se pusieron de pie. Primero se entonaron las notas del himno nacional dominicano, fuerte y solemne, como si cada voz pequeña quisiera llegar más lejos de lo común.

Luego, en un gesto simbólico, se interpretó también el himno nacional chileno, uniendo a dos países en la misma escuela que lleva el nombre de esa nación sudamericana.

Entre los invitados se encontraba el director general de Aduanas, Eduardo “Yayo” Sanz Lovatón, y el embajador de Chile, Iván Favereau, que compartieron la ceremonia con la comunidad educativa.

El acto transcurría con normalidad hasta que Sanz Lovatón tomó la palabra. Con entusiasmo, anunció que tras una conversación con el presidente Luis Abinader se comprometían a techar la cancha del plantel antes de que finalice el 2025.

Las palabras no habían terminado de salir de su boca cuando estalló un aplauso prolongado. Padres, maestros y estudiantes se pusieron de pie, celebrando una promesa que, para muchos, significaba no solo sombra en los días de deporte, sino dignidad y mejores condiciones para sus hijos.

“Les pido a los congresistas presentes que se comprometan también”, dijo el funcionario, mientras los niños lo miraban con ojos brillantes, quizá sin entender del todo la magnitud del anuncio, pero contagiados del entusiasmo de los adultos.

En medio de la algarabía, los estudiantes regresaban a sus aulas, cargados de cuadernos nuevos y entusiasmo renovado. Algunos padres aprovecharon para tomar fotos con sus celulares, otros simplemente aplaudieron hasta el final, como si quisieran prolongar el momento.

Mientras tanto, a pocos kilómetros, la Escuela Básica República de Haití también abría sus puertas al nuevo año escolar. De los 800 niños inscritos, apenas 200 asistieron en el primer día, pero la escena era similar: mochilas coloridas, docentes organizando filas y un desayuno sencillo de leche con pan, que muchos pequeños recibían con una sonrisa.

En el Liceo Juan Pablo Duarte, con una matrícula de 850 estudiantes y capacidad para 960, el director Victorino Germosé explicaba que este año habilitarán un aula para 30 alumnos con condiciones especiales, lo que elevaría la matrícula a casi 900.

“Podemos aceptar más estudiantes, solo necesitamos contar con más personal docente”, expresó con firmeza, consciente de que en otros centros del país los padres se quejan por la falta de cupos.

Así, entre promesas, canciones, himnos y desayunos escolares, el curso escolar 2025-2026 quedó inaugurado. Lo que empezó como una mañana de rutina terminó en un acto cargado de simbolismo: el compromiso de mejorar las condiciones de las escuelas y el entusiasmo de miles de estudiantes que, mochila al hombro, regresaron a las aulas con la ilusión intacta.

La educación volvió a empezar, como cada año, con la esperanza puesta en que esta vez las promesas se cumplan.

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