Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
— ¿Por qué Francia está inspeccionando los bidones radioactivos abandonados en la costa gallega?
El mar ha arrasado territorios enteros que en su día fueron habitados, y ese proceso ha dejado rastros ocultos bajo sus aguas. La última glaciación marcó el inicio de una subida global del nivel del mar que transformó llanuras en fondos marinos y franjas costeras en archipiélagos sumergidos.
Ese fenómeno no fue un hecho aislado, sino un cambio planetario que afectó a asentamientos situados en zonas bajas y fértiles, donde la vida se organizaba en torno a la caza, la pesca y las primeras formas de agricultura.
La historia principal vincula esa transformación geológica con un proyecto científico europeo que se enfoca en localizar y estudiar restos de sociedades hundidas en el mar del Norte y en el Báltico.
El consorcio internacional SUBNORDICA, compuesto por instituciones del Reino Unido, Países Bajos, Bélgica y Dinamarca, ha iniciado un plan de investigación a gran escala con el fin de recopilar información sobre comunidades que habitaron esas llanuras antes de que quedaran sumergidas.
Entre sus objetivos se encuentra Doggerland, un territorio que hace unos 8.200 años formaba parte de una extensa planicie del mar del Norte. Los investigadores esperan que los estudios de geología marina y arqueología ofrezcan pistas sobre la forma de vida en esa región, que desapareció bajo las aguas cuando el deshielo se aceleró al final de la última Edad de Hielo.
El profesor Vincent Gaffney, que dirige el Submerged Landscapes Research Centre de la Universidad de Bradford, explicó en un comunicado que “hace 20.000 años el nivel global del mar estaba 130 metros por debajo del actual”. Añadió que “con el progresivo calentamiento global y la subida del mar desaparecieron paisajes únicos que habían albergado sociedades humanas durante milenios”. La iniciativa que lidera busca aplicar nuevas tecnologías para mapear áreas de interés y cruzar datos con registros históricos que hasta ahora permanecían sin analizar.
Los métodos incluyen sondeos sísmicos, análisis acústicos del fondo marino, perforaciones y herramientas de inteligencia artificial que permitirán reconstruir con más detalle entornos costeros desaparecidos.
La Universidad de Bradford comunicó que utilizará información procedente de magnetómetros diseñados originalmente para evaluaciones de impacto ambiental de futuros parques eólicos. Según los responsables del proyecto, ese tipo de datos ofrece pistas sobre zonas de turberas y antiguos cauces fluviales, claves para localizar posibles yacimientos humanos enterrados bajo los sedimentos.
La prisa es evidente porque muchos de los espacios seleccionados para la investigación coinciden con áreas destinadas a la instalación de parques eólicos marinos.
Países como Reino Unido, Países Bajos o Dinamarca han apostado por ampliar de forma masiva la producción de energía renovable en las plataformas continentales, lo que restringirá el acceso de los científicos a regiones con potencial arqueológico.
La construcción de infraestructuras en el mar, necesaria para afrontar el cambio climático, se cruza así con la necesidad urgente de rescatar fragmentos del pasado que corren riesgo de quedar inaccesibles.
El arqueólogo Peter Moe Astrup, del Moesgaard Museum en Dinamarca, señaló en otra comunicación oficial que “SUBNORDICA investigará la importancia de las antiguas líneas de costa y sus recursos para los humanos”.
Indicó también que “a través de prospecciones en la bahía de Aarhus se determinará la extensión de los asentamientos costeros respecto a los interiores y la forma en que se explotaban los recursos marinos entre los años 9000 y 8500 antes de nuestra era”. Esa información servirá para orientar futuras campañas en enclaves más difíciles de explorar.
Los cálculos de los investigadores indican que hace miles de años existían más de 1,16 millones de kilómetros cuadrados de tierra emergida a lo largo de la costa europea, un espacio que en aquel momento era de gran atractivo para las comunidades prehistóricas.
La subida de los océanos lo transformó todo en pocos milenios, y ahora los especialistas trabajan a contrarreloj para descifrar cómo se adaptaron aquellas sociedades a un cambio climático que alteró sus vidas por completo.
El mar sigue ocultando esos paisajes perdidos, y la investigación actual busca recuperar fragmentos que expliquen cómo se organizaban quienes habitaron Doggerland y otras zonas semejantes, justo antes de que el agua se los tragara.
Agregar Comentario