Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Las vacunas representan un recurso esencial que rescata a millones de personas anualmente a nivel global. Es alarmante que la administración estadounidense pretenda disminuir el financiamiento de una entidad fundamental que está disminuyendo la mortalidad mundial mediante la vacunación. Al mismo tiempo, en medio de los diálogos sobre la seguridad de las vacunas, se observa un repunte de los casos de sarampión.
La dirección política de la crisis de COVID generó una mayor resistencia a las vacunas, lo que influyó en la decisión de la administración Trump de reducir los recursos para Gavi, la Alianza para las Vacunas, la cual se calcula que ha protegido a 17 millones de niños en los últimos 25 años. La retirada del apoyo estadounidense podría traducirse en que 75 millones de niños no obtengan sus inmunizaciones rutinarias durante los próximos cinco años y que más de 1,2 millones de menores fallezcan como resultado, según la entidad.
La mayoría de los menores que fallecen actualmente por enfermedades infecciosas residen en naciones de bajos recursos, pero a menudo no recordamos que hace menos de dos siglos incluso los países acomodados atravesaban una época de epidemias. En aquel entonces, las enfermedades infecciosas representaban casi el 50 % de las muertes anuales en EE. UU. y Reino Unido; hoy, ese porcentaje se reduce a alrededor del 3 % de todas las defunciones en EE. UU. No obstante, sigue cobrando la vida a más de tres millones de niños en las zonas más vulnerables del planeta.
Es necesario alcanzar un acuerdo sobre las vacunas infantiles esenciales que salvan vidas, como las de paperas y sarampión. Los estados no solo tienen que conservar el nivel de gasto actual, sino también incrementarlo. Esta medida brinda la posibilidad de promover importantes progresos en el desarrollo global con una inversión mínima, lo cual debería resultar atractivo para cualquier sector, sin importar su orientación política.
Las vacunas constituyen uno de los mayores logros de la humanidad, han protegido más vidas que cualquier otro avance médico y facilitan el control de patologías que antes provocaban sufrimientos inconmensurables. Gracias a ellas, se logró eliminar por completo una de las afecciones más letales, la viruela, que durante milenios causó muertes indiscriminadas. En el siglo XX, se estima que la viruela cobró entre 300 y 500 millones de vidas antes de ser erradicada en 1977 mediante la vacuna. Sin ese desarrollo, la enfermedad podría seguir causándole la muerte a alrededor de cinco millones de personas al año.
Se calcula que, a escala global, las campañas de vacunación han protegido 154 millones de individuos en cincuenta años, lo que corresponde a seis vidas salvadas por minuto cada año. De ese total, la mayor parte, 101 millones, correspondían a recién nacidos.
Invertir en vacunas, evidentemente, evita fallecimientos por patologías infecciosas. Además, al erradicar enfermedades como la poliomielitis, el sarampión y el tétanos, se alivia la carga sobre los sistemas de salud de las naciones más necesitadas, permitiéndoles brindar una mejor atención a pacientes con afecciones cardíacas y cáncer. Asimismo, dado que las enfermedades infecciosas trascienden fronteras, se disminuye la presión sobre los sistemas sanitarios a nivel mundial, lo que reduce las interrupciones económicas y promueve un entorno global más seguro.
Los analistas de mi equipo de expertos, el Copenhagen Consensus, han registrado los costos y ventajas de sostener y ampliar la inversión global en vacunas en un estudio publicado por la Cambridge University Press.
Si la humanidad conserva el nivel de gasto vigente, entre ahora y 2030 se preservarán aproximadamente 3,8 millones de vidas anualmente frente a enfermedades prevenibles. Cada dólar invertido producirá beneficios sociales extraordinarios, estimados en 286 dólares, al proteger vidas y prevenir enfermedades.
Adicionalmente, la investigación indica que ampliar la cobertura vacunal, aun siendo más cara, seguirá constituyendo una inversión sumamente rentable. En los ocho años siguientes, podríamos salvar 4,1 millones de vidas más, lo que equivale a cerca de medio millón de vidas cada año.
Los gastos crecerían conforme los gobiernos extiendan las campañas de inmunización a zonas y hogares de difícil acceso. Quizá resulte necesario que más naciones adopten el modelo de la India, que emplea incentivos alimentarios para asegurar una mayor cobertura.
No obstante, el gasto mundial adicional directo se mantendría relativamente bajo, alrededor de 1 500 millones de dólares anuales, más unos 200 millones en tiempo extra, principalmente invertido por madres para acudir a las clínicas. Salvar medio millón de vidas cada año constituye una oportunidad extraordinaria. Aplicando evaluaciones económicas habituales a lo largo del tiempo y considerando que los impactos evitados más cercanos al presente poseen mayor peso, el beneficio alcanza aproximadamente 170 000 millones de dólares al año.
Desde la perspectiva económica, cada dólar invertido producirá 101 dólares en beneficios sociales a nivel global. Alcanzar una relación beneficio‑costo de 100 a 1 representa una rentabilidad excepcional para cualquier política.
Preservar la vida de 3,8 millones de niños al año mediante vacunas básicas y seguras constituye un logro sobresaliente, y proteger medio millón más con una cobertura vacunal ampliada constituye también una oportunidad extraordinaria. Es esencial capitalizar ambas posibilidades y asegurar que todos los menores cuenten con una prevención permanente contra enfermedades letales.
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