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5 errores frecuentes al usar contraseñas y la manera de evitarlos

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Redactor y editor especializado en tecnología, escribiendo profesionalmente desde 2017 para medios de difusión y blogs en español.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Cádiz (1973). Redactor y editor especializado en tecnología, escribiendo profesionalmente desde 2017 para medios de difusión y blogs en español.

Aunque hoy disponemos de sistemas de autenticación biométrica, códigos temporales o llaves físicas, las contraseñas siguen siendo la primera línea de defensa en la mayoría de los servicios en línea. El inconveniente es que a menudo caemos en hábitos que las vuelven vulnerables: elegimos claves fáciles de recordar, las reutilizamos en distintas cuentas o las anotamos en lugares poco seguros. Esta práctica, aunque cómoda, crea el caldo de cultivo idóneo para que ciberdelincuentes accedan a información sensible, desde perfiles sociales hasta datos bancarios. Conocer los errores más habituales ayuda a reforzar nuestra seguridad digital, que pronto cambiará.

Uno de los fallos más frecuentes es emplear la misma contraseña para todo. La tentación de memorizar una única clave es grande, pero si un servicio se ve comprometido, todas las demás cuentas quedan expuestas. La solución pasa por diversificar: cada cuenta debe disponer de su propia combinación. Para no volverse loco, lo más práctico es usar un gestor de contraseñas, que guarda y genera claves únicas sin necesidad de recordarlas todas.

Otro error clásico es optar por contraseñas fáciles de adivinar: “123456”, “qwerty” o el nombre de la mascota. Estas combinaciones son las primeras que prueban los atacantes. Las contraseñas deben ser largas, al menos 12 caracteres, y mezclar mayúsculas, minúsculas, números y símbolos. Cuanto más aleatoria resulte, más difícil será descifrarla.

Aunque parezca seguro, escribir la clave en un post‑it pegado al monitor o en un cuaderno que cualquiera pueda ver supone un riesgo innecesario. Lo recomendable es confiar en gestores de contraseñas digitales o, si se prefiere una copia física, guardarla en un sitio cerrado y fuera de la vista.

Tener una buena contraseña es solo el primer paso. Muchos usuarios olvidan activar la verificación en dos pasos, un refuerzo que solicita un segundo código temporal enviado al móvil o generado por una aplicación. Con esta medida, aunque alguien obtenga tu clave, no podrá acceder sin ese segundo factor de seguridad.

Las contraseñas no deben permanecer eternas. Otro error común es mantener la misma clave durante años. Además, cuando un servicio avisa de un acceso sospechoso, solemos ignorarlo. Cambiar las contraseñas de forma periódica, sobre todo si hay indicios de filtración, es una manera sencilla de reducir riesgos.

La gestión de contraseñas no es una tarea fácil, pero tampoco imposible. Evitar los cinco errores más habituales marca la diferencia entre ser una víctima fácil o mantener a salvo nuestra información personal. Adoptar hábitos como usar gestores de contraseñas, activar la verificación en dos pasos y renovar las claves con regularidad fortalece nuestra seguridad en línea.

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