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SEGOVIA, 12 de septiembre (EUROPA PRESS) – Los especialistas han señalado que la normativa “insuficiente” en torno a la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) pone en “peligro” tanto la creatividad como el sector editorial “en su conjunto”.
La irrupción de la IA en el ámbito de la cultura escrita ha sido el eje del debate en la mesa redonda “¿La creatividad está amenazada? Inteligencia artificial y el futuro de la cultura”, organizada por el Centro Español de Derechos Reprográficos (Cedro) en el marco del Hay Festival Segovia.
El encuentro contó con la presencia de la subsecretaria del Ministerio de Cultura, Carmen Páez; del escritor y autor del ensayo “Androiceno. Escribir en la era de la inteligencia artificial”, Miguel Ángel Serrano; y de la filósofa y narradora Nerea Blanco Marañón, en una sesión moderada por Jorge Corrales, director general de Cedro.
Todos los ponentes coincidieron en que la IAG plantea “un reto” sin precedentes para el mundo cultural: “desde la amenaza a los derechos de autor, pasando por la precarización de escritores, traductores, periodistas y editores, hasta la concentración del mercado en manos de grandes compañías tecnológicas”, indicó la organización mediante un comunicado.
En ese sentido, Corrales advirtió que “muchas empresas” que desarrollan sus modelos de IA generativa están entrenando sus sistemas con obras protegidas “sin contar con la autorización de sus autores y editores, y en numerosos casos, incluso usan copias piratas de esas publicaciones”. “La IA está vulnerando la propiedad intelectual, amplificando sesgos y guiándose por intereses económicos de las tecnológicas que están desafiando los límites éticos y legales de nuestra sociedad, mediante la democratización de la piratería”, subrayó.
Asimismo, el responsable de Cedro reconoció que el marco legal resulta “insuficiente” al no garantizar “los requisitos básicos de desarrollo” de cualquier mercado, como la “información, la transparencia y una definición clara del producto o servicio”. “Se están tensionando de forma interesada las legislaciones nacionales, impidiendo que autores y editores ejerzan libremente sus derechos”, añadió.
Corrales también considera que la IA “devalúa” la creatividad, al “desprestigiar” la creación editorial y “distorsionar el mercado”. “Reformula el valor económico de las obras como simples reclamos de atención, empleando su valor simbólico sin valorar su aportación social, cultural y educativa”, profundizó.
Por su parte, Carmen Páez destacó la necesidad de trabajar para definir “cómo debe integrarse esta tecnología como una herramienta al servicio de nuestros creadores”. “La cultura es lo que nos diferencia como especie, y, por ende, la creatividad es un rasgo distintivo del ser humano. A diferencia de lo que ocurre con las máquinas, cuyos procesos se basan en patrones, las personas están impulsadas por una compleja amalgama de emoción, subjetividad, propósito y contexto. Eso no implica que la inteligencia artificial no tenga impacto en ellos, sino todo lo contrario”, enfatizó.
Nerea Blanco, por su parte, insistió en que la tecnología avanza “tan rápidamente que la sociedad carece de instrumentos suficientes para defender sus derechos frente a los intereses económicos”. “Lo humano se disuelve entre algoritmos, la privacidad se transforma en datos y la creatividad parece desvanecerse entre imágenes generadas por IA. El lobo ya no solo asoma sus orejas: está aquí dispuesto a quedarse y devorarnos. Es el momento de pensar en las armas que necesitamos para enfrentar los avances tecnológicos que nos amenazan”, matizó.
Finalmente, Miguel Ángel Serrano consideró que lo que está en riesgo “es la autoría humana”. “La cultura se produce por la conexión entre dos almas, y los subproductos pseudo‑culturales de la IA no pueden establecer esa conexión. Los textos generados por máquinas deben ser rastreables y etiquetados por ley. No pueden beneficiarse de ventajas fiscales u otro tipo de incentivos asociados a la cultura”, concluyó.
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