Salud

Los exámenes de género regresan a la escena, reactivando intensos recuerdos y dudas que se remontan a la década de los 80

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El científico que identificó el gen que dio origen a dicha prueba aseguró que “es sorprendente que, 25 años después, exista un intento equivocado de reinstaurar la prueba”.

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En una reciente y significativa reforma normativa, World Athletics revivió la prueba este año, exigiendo que cualquier deportista que pretenda competir en la categoría femenina en los campeonatos mundiales.

La mujer cuya prueba genética en la década de 1980 llevó a los dirigentes deportivos a concluir que resultaba demasiado invasiva, insuficientemente concluyente y, en última instancia, que no justificaba su mantenimiento, manifestó que vivía “una tristeza que no podía compartir” después de que los resultados de esa prueba transformaran su vida.

El científico que identificó el gen que dio origen a dicha prueba aseguró que “es sorprendente que, 25 años después, exista un intento equivocado de reinstaurar la prueba”.

En otra revisión importante de políticas, World Athletics reactivó la prueba este año, estableciendo que cualquier atleta que aspire a participar en la categoría femenina de los campeonatos mundiales, que comenzaron el sábado, debe someterse a ella antes del 1 de septiembre.

La federación presentó la puesta en marcha de la prueba genética SRY, diseñada para detectar la presencia del cromosoma Y en los hombres, como una medida prudente para abordar un problema que ha enturbiado y dividido al deporte durante décadas. El presidente de la federación, Seb Coe, sostiene que la normativa busca proteger y promover la integridad del deporte femenino.

Como muestra elocuente de la falta de consenso al respecto, los atletas franceses se toparon con trabas para cumplir el plazo, pues su país ha prohibido este tipo de pruebas para fines no médicos. La mayoría se vio obligada a realizar la prueba en centros de entrenamiento extranjeros de camino a Tokio para el campeonato.

Un día antes del inicio del campeonato, World Athletics informó que alrededor del 95 % de las atletas femeninas que competirían en Tokio ya habían completado la prueba. Las normas de confidencialidad dificultan saber quién, en caso de haber alguno, no se sometió a la prueba, y si alguna de las que sí lo hicieron fue declarada no elegible.

Los inconvenientes con esta prueba se remontan a varias décadas antes de este restablecimiento de 2025.

El caso más destacado es el de la vallista española María José Martínez‑Patiño, quien relató en un ensayo de 2005 en *The Lancet* que “pasó” su primera prueba de género antes del campeonato mundial de 1983 y obtuvo un “Certificado de Feminidad” que le permitió competir.

Sin embargo, dos años más tarde, extravió el certificado antes de los Juegos Mundiales Universitarios y se sometió a otra prueba cuyos resultados resultaron inconcluyentes. Los médicos del equipo le aconsejaron fingir una lesión para justificar su posterior ausencia de la competición.

“Ese día me senté en la grada observando a mis compañeras, preguntándome en qué se diferenciaba mi cuerpo del de ellas”, escribió. “Pasé el resto de la semana en mi habitación, sintiendo una tristeza que no podía compartir”.

Pruebas posteriores revelaron que Martínez‑Patiño tenía insensibilidad a los andrógenos, lo que implica que, aunque portara un cromosoma Y, su organismo no respondía a la testosterona ni a las señales hormonales que esta produce para la diferenciación masculina.

“Perdí amistades, a mi prometido, la esperanza y la energía”, señaló. “Pero sabía que era mujer y que mi diferencia genética no me confería ninguna ventaja física injusta”.

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