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Rancho Francisco: un oasis natural para vivir en familia

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Ese sitio es Rancho Francisco, un refugio que, desde hace décadas, se ha convertido en punto de reunión para quienes buscan relax, diversión y convivencia en un entorno acogedor.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

San José de Ocoa. – Visualiza un rincón donde la naturaleza te envuelve al romper el día, donde las carcajadas familiares se funden con el canto de los pájaros, y donde la tradición dominicana se saborea en cada plato. Ese sitio es Rancho Francisco, un refugio que, desde hace décadas, se ha convertido en punto de reunión para quienes buscan relax, diversión y convivencia en un entorno acogedor.

Allí, entre cerros verdosos y aguas cristalinas, se vive una experiencia que entrelaza historia, hospitalidad y una auténtica pasión por atender. Detrás de este proyecto turístico están Jorge Sepúlveda y Ricardo Cordero, dos ocoeños que apostaron por convertir un sueño en un referente para el turismo familiar.

**P:** ¿Cómo nació la historia de Rancho Francisco?
**R (Jorge Sepúlveda):** El origen se remonta al 1 de junio de 1972, cuando los hijos de don Francisco Subero y doña Eladia Cabral decidieron honrar a su padre con un negocio turístico. En aquel entonces, a través de un concurso en Radio Ocoa, se eligió el nombre “Rancho Francisco”, que con los años ha pasado a ser sinónimo de tradición y buen recibimiento.

**R (Ricardo Cordero):** Más adelante, la propiedad pasó a manos de los hermanos Fernando y Tonino Isa, quienes impulsaron su expansión. En el 2000, Jorge y yo tomamos la gerencia con una visión renovada: modernizar el espacio y convertirlo en un centro turístico de alcance nacional e internacional.

**P:** ¿Cuál ha sido el mayor desafío en este recorrido?
**R (Jorge):** Sin duda, mantenerse fieles a nuestros principios. El compromiso, la ética y el trabajo en equipo han sido pilares. Apostamos por un servicio honesto, justo y de calidad, lo que nos ha permitido atraer visitantes no solo de Ocoa, sino de distintos países.

Ser proactivos y siempre llevar una sonrisa al cliente. La hospitalidad es nuestra esencia, por eso cuidamos cada detalle para que cada huésped se sienta como en su casa.

Si lo que deseas es alejarte del ruido citadino, respirar aire puro y pasar unos días en contacto directo con la naturaleza, Rancho Francisco, en San José de Ocoa, se presenta como la opción perfecta. Este paraíso natural ofrece descanso y la oportunidad de compartir momentos inolvidables en familia, rodeados de buena comida, calidez y un ambiente acogedor.

Llegamos en grupo, como toda familia, a bordo de un autobús con veinte pasajeros y dos vehículos adicionales. Desde el primer momento, el rancho transmite una sensación de serenidad y bienvenida. El verde que lo rodea y el cielo despejado de una calurosa tarde de sábado invitan a zambullirse en la piscina de aguas transparentes, alimentada por manantiales naturales que recorren todo el complejo a través de canales y llenan las tres piscinas, siendo la principal nuestro punto de encuentro para la convivencia familiar.

Allí, entre risas, bailes improvisados y conversaciones sin prisa, el tiempo parece detenerse para dar paso a la alegría colectiva.

**R (Jorge):** Un complejo turístico moderno y completo: contamos con 30 habitaciones, restaurante de cocina nacional e internacional, tres piscinas, canchas de baloncesto y voleibol, salón para eventos, zona de juego infantil, estacionamiento vigilado las 24 horas y, lo más importante, un entorno natural que invita a desconectar de la rutina.

**R (Ricardo):** Además, poseemos algo que no se compra ni se construye: la calidez humana de nuestra gente. Cada visita está acompañada de sonrisas y de ese espíritu acogedor que caracteriza a los ocoeños.

Uno de los grandes protagonistas de la estancia fue la mesa. El desayuno, preparado con el auténtico sabor de la tradición dominicana, incluyó el famoso “tres golpes”: mangú, huevos, salami y queso frito, acompañado de café recién colado y limoncillos frescos. Todo servido con la amabilidad del personal, siempre dispuesto a ofrecer alternativas para todos los paladares.

El almuerzo, por su parte, fue una verdadera celebración de la cocina criolla: chuleta fresca, chicharrón de cerdo, moro de guandules, yuca, guineítos encebollados, jugos naturales y refrescos. Como broche de oro, una dulce arepa dominicana cerró la jornada con ese toque casero que evoca recuerdos de la infancia.

La cena, un suculento sancocho de siete carnes, reunió nuevamente a la familia entre risas, cuentos, anécdotas y complicidad, dando paso a una noche memorable que culminó con un paseo por el parque de Ocoa antes de regresar al rancho para esperar el amanecer de un domingo radiante.

Las actividades tampoco faltaron. El dominó, tradición indispensable en cualquier reunión, congregó a varias generaciones alrededor de la mesa, entre bromas y estrategias. Mientras tanto, los más jóvenes alternaban entre juegos, chapuzones en la piscina y charlas relajadas, sumando a la atmósfera de convivencia familiar.

**R (Jorge):** Nuestra esencia. No somos solo un lugar para vacacionar, sino un espacio para crear recuerdos en familia. Aquí las risas, los bailes improvisados, una partida de dominó o un desayuno con “los tres golpes” se convierten en momentos inolvidables.

**R (Ricardo):** Más que un centro turístico, somos un hogar abierto. Queremos que cada visitante se lleve no solo la experiencia, sino también la sensación de haber sido parte de nuestra familia.

Lo que hace especial a Rancho Francisco no son solo sus instalaciones o la buena comida, sino la hospitalidad presente en cada detalle. Es un lugar pensado para disfrutar sin prisas, donde cada visita se transforma en un recuerdo entrañable que invita a volver.

Rancho Francisco no es solo un complejo turístico: es una historia viva que se renueva cada fin de semana con el calor de las familias que lo visitan. Detrás de cada plato servido, de cada piscina llena de risas y de cada árbol que brinda sombra, está la pasión de dos emprendedores que creen en su tierra y en el poder de la hospitalidad.

Al despedirse, Jorge lo resume con una frase que resume el corazón del proyecto:

*“Si no fuera por el compromiso, la ética y la pasión por servir, este sueño no sería posible. En Rancho Francisco lo damos todo para que cada persona que nos visite quiera regresar.”*

Así, Rancho Francisco se transforma en algo más que un destino: en un recuerdo que se guarda en la memoria y en el corazón.

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