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Nueva York y Washington. La Casa Blanca y sus partidarios, tras proclamar una guerra contra lo que denominan la “izquierda radical”, afirman que emprenderán indagaciones y perseguirán a organizaciones y personas que, según ellos, alientan la violencia política e incluso el “terrorismo” dentro del país; aparentemente están elaborando una lista de esos “enemigos”.
Donald Trump y varios miembros de su gobierno responsabilizaron a la “izquierda radical” por la violencia política que, aseguran, provocó el asesinato del organizador ultraderechista Charlie Kirk la semana pasada (https://www.jornada.com.mx/2025/09/12/mundo/026n1mun). Desde entonces, la administración y sus aliados en el Congreso y a nivel nacional han impulsado una narrativa coordinada que amenaza con una persecución contundente contra una amplia, aunque aún no delimitada, gama de fuerzas de izquierda, a la que algunos estrategas de la derecha describen como “una guerra”.
El presunto asesino, Tyler Robinson, de 22 años, es un joven estadounidense de familia republicana; hasta el momento solo se ha sabido que envió mensajes indicando que su motivación era “ya me cansé de ese odio” de la víctima. Los fiscales no han presentado pruebas de que Robinson tenga vínculos a una red o actúe con cómplices. Al ser detenido, el gobernador republicano de Utah, Spencer Cox, comentó con pesar: “es uno de nosotros”, aludiendo a que no era migrante, activista de izquierda ni pertenecía a una minoría.
El presidente declaró este martes que “la izquierda radical ha causado un daño tremendo al país, pero lo estamos arreglando”, y un día antes acusó: “existen grupos bastante radicales que se han salido con la suya en el asesinato”, advirtiendo que podrían presentarse cargos contra quienes hayan donado “millones y millones de dólares para la agitación”.
Su equipo indicó que están considerando perseguir a varios colectivos y a sus simpatizantes, mencionando entre ellos a la fundación Open Society de George Soros y a la Fundación Ford, e incluso contemplan declarar a ciertos grupos como “terroristas domésticos”.
Esta semana, Trump describió a los activistas no violentos que interrumpieron su cena en un restaurante de Washington la semana pasada como parte de esa “izquierda” y “agitadores profesionales”, a quienes dijo que deben ser investigados penalmente y encerrados. Además, su gobierno amenazó con revocar las visas de cualquier extranjero que exprese alguna opinión favorable al asesinato de Kirk.
“Es un vasto movimiento de terror doméstico”, afirmó Stephen Miller, uno de los asesores más influyentes de Trump, el pasado lunes al referirse a la “izquierda radical”. Añadió que “usaremos todos los recursos que tenemos en el Departamento de Justicia, en Seguridad Interna y en todo el gobierno para identificar, infiltrar, desmantelar y destruir estas redes y volver a hacer a América segura… Lo haremos en nombre de Charlie”.
El vicepresidente JD Vance mencionó específicamente a Ford y Open Society, así como a la revista The Nation, e invitó a los ciudadanos a denunciar a sus empleadores si observaban a colegas que estuvieran “celebrando” la muerte de Kirk.
Una vocera de la Casa Blanca, Abigail Jackson, acusó a los grupos de izquierda de “alimentar disturbios violentos, organizar ataques contra oficiales de seguridad pública” y de coordinar la adquisición de armas y otros instrumentos para dichos disturbios, asegurando que “el gobierno de Trump llegará al fondo de esta extensa red que incita a la violencia en comunidades estadounidenses”.