Salud

Inquietas por las arrugas a los 9 años: el efecto de las redes sociales en las niñas

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Las redes sociales inciden de forma visible y preocupante en la salud mental de niños y adolescentes, según advierten los expertos.

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Las redes sociales inciden de forma visible y preocupante en la salud mental de niños y adolescentes, según advierten los expertos.

Psicólogos, psiquiatras y otros profesionales coinciden en que los menores que hacen un uso problemático de internet y de las plataformas sociales presentan consecuencias negativas. Muestran menor empatía, mayor impulsividad, dificultades en la comprensión verbal, escasa tolerancia a la frustración, trastornos del sueño y un incremento de conductas suicidas, entre otros efectos.

Los especialistas expusieron sus observaciones en el encuentro “No caigas en sus redes”, organizado por el Consejo General de Psicología de España y la Plataforma Control Z.

¿Han aumentado los suicidios juveniles como resultado de este uso de redes? “Totalmente”, advierte Mar España, directora de la Plataforma Control Z.

“Los médicos y los profesionales de la salud mental están consternados porque los suicidios ya constituyen la segunda causa de muerte entre los jóvenes hasta los 29 años, no solo en España, sino también en Europa; y las unidades que antes existían en los hospitales para atender a personas que habían intentado suicidarse están viendo multiplicarse por cuatro la afluencia de pacientes”, puntualiza.

El psicólogo del Programa de atención a la conducta suicida del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, Francisco Villar, ha confirmado el alza de los casos.

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“Tenemos a niñas de 9 años realizando ejercicios faciales y maquillajes, obsesionadas con luchar contra las arrugas; esa fijación en la imagen eleva enormemente la presión estética, creen que podrían ser más bellas” y reciben un flujo constante de mensajes que les dicen que no son suficientes o que pueden mejorar.

Para el psicólogo, el principal problema de esos menores “es que todo el tiempo que dedican a esto no lo emplean en actividades saludables; se trata de una pérdida de oportunidades”.

“Un chico que no puede descansar por la noche, que no duerme, no puede aprender, no puede crecer, no puede estar presente, no puede sentir bienestar. Acaba cargando ese malestar, viviendo una caída del ánimo y perdiendo la capacidad de vincularse con los demás”, añadió el experto a EFE.

El uso problemático y desmesurado de pantallas y redes también genera otros efectos en los menores; en concreto, incrementa los casos de obesidad. “Un niño que ve televisión tiene muchas más probabilidades de desarrollar obesidad que uno que no la ve. No solo porque la televisión es una actividad estática, sino por los contenidos publicitarios que le inducen a modificar su alimentación y otros hábitos”.

Según el especialista, la solución es sencilla: “No entregues el móvil al niño, al menos hasta los 16 años; soporta la presión social”, porque los entornos digitales son un universo de adultos.

La directora de la Plataforma Control Z ha explicado que presentará a los grupos parlamentarios propuestas para reforzar la ley de protección de menores en los entornos digitales, un proyecto que se debate en el Congreso de los Diputados y que ella desea que se apruebe “con el mayor consenso”.

Una de esas propuestas se dirige al sistema educativo para que la enseñanza digital se ajuste a las pautas que están estableciendo las sociedades médicas: de 0 a 6 años cero horas de pantalla, es decir, en educación infantil no se debe usar pantallas porque es la etapa de máxima plasticidad cerebral; de 6 a 12 años, máximo una hora al día; y a partir de los 12 años, dos horas como límite máximo.

Además, apuesta por prohibir el acceso a redes sociales hasta una edad determinada (se plantea el límite en los 16 años) y exigir responsabilidad penal a las plataformas.

“Existe un abanico de medidas que aún pueden mejorar la legislación; estamos hablando, en realidad, de una epidemia y de un delito de salud pública. El algoritmo, por ese uso excesivo, provocará que, si estoy mal, mi mente se quede pegada a contenidos más negativos, lo que puede incluso desencadenar ideas suicidas”, afirmó la ex directora de la Agencia Española de Protección de Datos.

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