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WASHINGTON — El mandatario de EE. UU., Donald Trump, firmó el viernes una proclamación que establece una nueva tarifa anual de 100 000 dólares para las visas H‑1B, entre otros ajustes al programa destinado a trabajadores extranjeros altamente cualificados, el cual ha estado bajo la lupa del gobierno.
El secretario de Comercio, Howard Lutnick, aclaró que la cuota será de 100 000 dólares al año y sostuvo que “todas las grandes corporaciones” están de acuerdo.
Las visas H‑1B pretenden atraer a los mejores y más talentosos extranjeros para puestos altamente especializados que las empresas tecnológicas no pueden cubrir fácilmente con ciudadanos estadounidenses o residentes permanentes calificados. Sin embargo, el programa se ha convertido en una vía para contratar a trabajadores extranjeros que a menudo aceptan salarios de 60 000 dólares anuales, muy por debajo de los 100 000 dólares o más que normalmente perciben los profesionales de tecnología en EE. UU.
Trump reiteró el viernes que el sector tecnológico no se opondría a la medida. “Creo que estarán muy satisfechos”, declaró.
Representantes de compañías como Amazon, Apple, Google y Meta no respondieron a los intentos de entrevista. Microsoft se negó a hacer comentarios.
“Así que ya no usarán a los aprendices bajo una visa H‑1B”, informó Lutnick en una rueda de prensa. “Si vas a capacitar a gente, capacita a estadounidenses… Si cuentas con un ingeniero muy avanzado y deseas traerlo, podrás pagar 100 000 dólares al año por su visa H‑1B”.
Trump también anunció la puesta en marcha de una visa “dorada” con una posible ruta hacia la ciudadanía estadounidense. La “Tarjeta Dorada Trump” costará una tarifa de tramitación más una contribución de 1 millón de dólares tras una verificación de antecedentes; para las empresas, el precio será de 2 millones. Por otro lado, la “Tarjeta Platino Trump” tendrá un costo de 5 millones de dólares y otorgará a los extranjeros la posibilidad de permanecer hasta 270 días en EE. UU. sin estar sujetos a impuestos sobre ingresos generados fuera del país. En febrero, Trump había anunciado una tarjeta dorada de 5 millones para sustituir la visa de inversionista actual, que ahora pasa a ser la tarjeta platino. Los interesados ya pueden inscribirse en una lista de espera, aunque la propuesta aún necesita la aprobación del Congreso.
Los cambios propuestos parecen buscar una reconfiguración del sistema de visas para extranjeros adinerados y altamente cualificados, aunque es probable que enfrenten litigios y críticas que acusan a Trump de sobrepasar sus atribuciones al eludir al Congreso. De mantenerse, dichas reformas generarían incrementos de precios extraordinarios para las visas de alta cualificación e inversión creadas por la legislación de 1990.
La primera dama, Melania Trump (de nacimiento Melania Knauss), obtuvo una visa H‑1B en octubre de 1996 para trabajar como modelo; nació en Eslovenia.
El programa H‑1B se instauró en 1990 para personas con título universitario o superior en áreas donde los empleos son difíciles de cubrir, sobre todo en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Los críticos alegan que permite a las empresas pagar salarios más bajos y con menores protecciones laborales.
Tradicionalmente, estas visas —85 000 al año— se asignan mediante una lotería. Este año, Amazon lideró el número de visas H‑1B concedidas, con más de 10 000, seguida por Tata Consultancy, Microsoft, Apple y Google. Según datos oficiales, California concentra la mayor cantidad de trabajadores con visa H‑1B.
Los detractores sostienen que las visas H‑1B a menudo se destinan a puestos de nivel de entrada en vez de a cargos senior que requieren habilidades exclusivas. Aunque el programa supuestamente no debe erosionar los salarios estadounidenses ni desplazar a trabajadores locales, los críticos afirman que las empresas pueden rebajar los sueldos clasificando los trabajos en categorías de menor habilidad, aun cuando los empleados contratados posean más experiencia.
Como consecuencia, muchas compañías estadounidenses prefieren subcontratar servicios de soporte técnico, programación y otras tareas básicas a consultoras como Wipro, Infosys, HCL Technologies y Tata en India, así como IBM y Cognizant en EE. UU. Estas firmas contratan a extranjeros, frecuentemente indios, y los ponen a disposición de empleadores estadounidenses que buscan ahorrar costos.
Doug Rand, exdirector del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de EE. UU. (USCIS) bajo la administración Biden, describió el fenómeno como un “trastorno de personalidad dividida” del programa, en el que aproximadamente la mitad de las visas cada año van a compañías tradicionales que ofrecen empleo estable y pueden encaminar a los inmigrantes hacia la naturalización. La otra mitad se destina a empresas de recursos humanos o consultoras; aunque muchas son bien conocidas, otras son operaciones unipersonales que no existirían sin el programa H‑1B.
“En esencia, están participando en la lotería para contratar personas que después alquilan a otras empresas mayores que hacen el trabajo real”, comentó Rand.
En 2024, las solicitudes a la lotería de visas disminuyeron casi un 40 %, lo que, según las autoridades, se debió a un esfuerzo contra individuos que estaban “manipulando el sistema” al presentar múltiples solicitudes, a veces dudosas, para inflar sus probabilidades de ser seleccionados.
Las grandes tecnológicas que emplean visas H‑1B pidieron reformas luego de que los crecientes volúmenes de solicitudes redujeran las posibilidades de sus empleados y candidatos de resultar seleccionados en la lotería. Ante lo que reconocieron como posibles fraudes y abusos, el USCIS anunció este año que cada trabajador tendría sólo una oportunidad en la lotería, independientemente de que la persona cuente con una oferta laboral o no.
Los críticos recibieron con agrado los cambios, pero señalaron que aún queda mucho por hacer. El sindicato AFL‑CIO recordó el año pasado que, aunque las modificaciones en la lotería “incluyeron algunos pasos en la dirección correcta”, no alcanzaron las reformas esenciales. El sindicato aboga por que las visas se asignen a empresas que ofrezcan los salarios más altos en lugar de mediante un sorteo aleatorio, una medida que Trump intentó impulsar durante su primer mandato en la Casa Blanca.
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