Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
La cortesía no resta valentía, como suele decirse, y el presidente Luis Abinader se dignó volver a confrontar la versión —que rechazó rotundamente— de que una embarcación cargada de droga fuese derribada por aviones estadounidenses en aguas territoriales dominicanas, una afirmación que, de ser necesario, debería quedar constancia histórica con la corrección adecuada.
La nación no debe ser vinculada, ni factual ni mediáticamente, con la severidad con que EE. UU. (allí) decide combatir mediante bombardeos y el despliegue de fuerzas bélicas en el Caribe bajo la etiqueta de narcoterrorismo, una medida unilateral que se aleja peligrosamente de los procesos legales que deben respetar siempre los derechos humanos y garantizar el debido proceso antes de imponer cualquier sanción, incluida la pena de muerte, la cual además, frecuentemente es ejecutada por policías dominicanos bajo pretextos de tiros simulados.
Puede consultarse: “Un Ministerio Público con limitaciones en la Dirección Nacional”. Nuestro mandatario también ha tenido que distanciarse de esas acciones.
Ante esas intervenciones extranjeras —que resultarían menos alarmantes si se limitaran a aguas internacionales bajo la exclusiva jurisdicción de Washington— el presidente dominicano ha dejado claro: respalda el ataque firme contra los carteles de droga y está dispuesto a usar la fuerza junto al gobierno estadounidense, con quien mantiene una alianza pública en la lucha contra un delito atrofiado y sumamente perjudicial como el narcotráfico; sin embargo, resulta evidente que prefiere que cualquier acción violenta de EE. UU., que provoque muertes extrajudiciales, se lleve a cabo fuera del territorio nacional.
La cooperación dominico‑estadounidense en la lucha contra el tráfico internacional de sustancias prohibidas tiene raíces históricas y ha favorecido a EE. UU. Cada año se captura una gran cantidad de narcóticos provenientes de Sudamérica mientras se dirigen a Norteamérica, y ese esfuerzo brinda reconocimiento a la labor eficaz de las autoridades dominicanas.
Recientemente, Washington ha sugerido que la República Dominicana asuma la dirección de la campaña contra el flagelo de la droga que la ONU mantiene en la agenda.
Agregar Comentario