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Por distintas motivaciones, varias personalidades del cine cambiaron sus nombres de pila al momento de abordar la gran pantalla.
Leonardo DiCaprio comentó recientemente que al principio consideró adoptar el nombre de Lenny Williams con la idea de abrirse más puertas en la industria. Aunque el actor de Titanic, Origen o El renacido no llegó a hacerlo, su comentario muestra que adoptar un seudónimo artístico es una práctica muy frecuente en el cine.
Los cambios de nombre obedecen a normas sindicales (evitar duplicados), a la eufonía global (que resulte fácil de pronunciar), a estrategias de marketing (que suene elegante, fuerte, refinado…), a motivos de privacidad (separar la vida personal de la pública), a tendencias de la época (anglicanizaciones para sortear prejuicios) y a la necesidad de estandarizarse en mercados internacionales (adaptaciones en el ámbito hispano). En cada caso, el pseudónimo cuenta una historia: quién es el artista, la imagen pública que desea proyectar y las oportunidades que necesita desbloquear a lo largo de su trayectoria.
Desde leyendas del Hollywood clásico como Nicolas Cage o Marilyn Monroe, hasta talentos contemporáneos como Pedro Pascal, Emma Stone o Vin Diesel, sin olvidar a actores españoles como Antonio Banderas, estas son algunas personalidades del cine que cambiaron su nombre de nacimiento al saltar a la gran pantalla.
Sobrino de Francis Ford Coppola, para alejarse de la sombra familiar y sobresalir por sus propios méritos, adoptó el apellido Cage en honor tanto al superhéroe Luke Cage (Marvel) como al compositor John Cage.
Durante la época dorada de los estudios, 20th Century Fox promovió un cambio total de nombre para crear una figura glamorosa que pasó de modelo a actriz de cine con películas como Los caballeros prefieren rubias y Con faldas y a lo loco, donde el nombre Monroe se volvió tan emblemático como sus interpretaciones.
Decidió reducir su segundo nombre a Brad para distinguirse de los numerosos Williams del sindicato y crear una marca breve, directa y juvenil que combinaba con su aspecto y la energía de sus primeros papeles. Brad Pitt irrumpió con Thelma & Louise y se afianzó en Seven, El club de la lucha y Troya.
Un alias musical inspirado en la canción Radio Ga Ga de Queen, que le catapultó al cine y a los Oscar con La La Land, y lo consolidó como una de las artistas musicales más influyentes del siglo XXI.
Redujo su nombre y pluralizó el apellido, manteniendo la esencia. Ese seudónimo ha cruzado de España a Hollywood, estableciéndose como uno de los máximos referentes españoles en el exterior.
Optó por Pascal en honor a su madre y por ser una firma corta y fácil de pronunciar a nivel mundial. Asimismo, eligió Pedro por las mismas razones. Con ese nombre forjó una carrera bilingüe que le pasó de ser el agente Peña en Narcos al reservado cazarrecompensas de The Mandalorian y al protector herido de The Last of Us.
Eligió un nombre artístico con tono cómico y un apellido de gran resonancia (‘Goldberg’) para sobresalir tanto en la comedia como en el cine. Ese seudónimo se asocia a películas como El color púrpura, Ghost y Sister Act.
Para sus presentaciones en vivo con micrófono abierto eligió un nombre breve y ambiguo, lo que más tarde le valió el Oscar por Ray y protagonizar filmes como Collateral y Django Sin Cadenas.
Vin Diesel surgió como un apodo juvenil que reflejaba su energía; al combinarlo con Vin se creó una marca ideal para el cine de acción, responsable de franquicias como Fast & Furious y xXx, y que también le permitió dar voz a Groot en Marvel Studios.
Como ya existía una Emily Stone en el registro sindical, eligió Emma, un nombre sencillo y fácil de recordar, vinculándolo a filmes tan emblemáticos como La La Land, Crazy, Stupid Love o Pobres criaturas.
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