Salud

Desigualdad social: efectos en el cerebro y la salud mental infantil

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Los estados con mayor brecha incluyeron Nueva York, Connecticut, California y Florida.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Calcularon la desigualdad asignando un valor de 0 a la “igualdad plena”, en la que todos perciben el mismo ingreso, y 1 a la desigualdad extrema, donde una sola persona concentra toda la riqueza y los demás no poseen nada.

La mayor parte de los estados y naciones se sitúan en algún punto intermedio entre esos extremos. Los estados con mayor brecha incluyeron Nueva York, Connecticut, California y Florida. En cambio, Utah, Wisconsin, Minnesota y Vermont aparecieron entre los más equitativos, con diferencias salariales más reducidas. Se emplearon resonancias magnéticas para evaluar la superficie y el grosor de las áreas corticales, incluidas aquellas vinculadas a funciones cognitivas superiores como la memoria, la atención, la emoción y el lenguaje.

También estudiaron las conexiones entre distintas regiones cerebrales mediante resonancias, donde las variaciones del flujo sanguíneo reflejan la actividad neuronal.

Los escáneres revelaron que los niños que crecen en zonas con mayor desigualdad social presentan una superficie cortical más limitada y conectividades alteradas entre varias regiones del cerebro.

Estos resultados aportan evidencia de un neurodesarrollo comprometido, que podría estar relacionado con la futura salud mental y el desempeño cognitivo, sostienen los autores. Impacto en la salud mental Posteriormente, los investigadores analizaron de qué manera esas modificaciones en el neurodesarrollo pueden influir en la salud mental.

Para ello, examinaron respuestas de cuestionarios diseñados para detectar síntomas de depresión y ansiedad en niños de 10 y 11 años, recogidas seis y dieciocho meses después de las resonancias magnéticas. Los hallazgos mostraron un empeoramiento significativo en quienes habían vivido en sociedades con distribución desigual de la riqueza.

Los científicos detectaron que algunas de las alteraciones cerebrales actuaron como un conducto que conecta la desigualdad con la salud mental posterior. Además, la desigualdad se relacionó con cambios estructurales y funcionales en el cerebro que, a su vez, se asociaron con peor salud mental.

Queremos contrastar estos resultados a escala global. Por ejemplo, varias regiones del Reino Unido se caracterizan por una alta disparidad de ingresos. Londres muestra una marcada desigualdad, con residentes extremadamente ricos y extremadamente pobres.

La investigación futura podría explorar la desigualdad de ingresos en el Reino Unido a nivel de condados y distritos para determinar si aparecen efectos semejantes”, comenta Rakesh. El equipo opina que la adopción de políticas destinadas a disminuir la desigualdad social podría favorecer un neurodesarrollo más saludable. EFE

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