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“Cuando Alemania estornuda…”. Esa es una de esas expresiones que se oyen a menudo en los tertulios de economía y que solo con pronunciarla asusta por… cómo termina: “…Europa se resfría”. No se trata de salud, sino de expectativas económicas. Y eso es precisamente lo que está pasando en la industria automovilística. “En España estamos bien y las perspectivas son positivas, aunque hay nubarrones importantes provenientes de Alemania”, comenta a este diario un alto ejecutivo del sector.
Los nubarrones, al igual que las tormentas, aparecen bajo la forma de ‘profit warning’ y despidos, y llevan por nombre a compañías como Volkswagen, Porsche, Bosch, Audi, Volvo, Schaeffler o ZF Friedrichshafen. Todas ellas están inmersas en ajustes de su plantilla —algunos procesos traumáticos y otros como prejubilaciones o bajas voluntarias— y en el cierre de plantas, sobre todo en la Alemania. Los números indican salidas que superan los 70.000 puestos, mayormente en Alemania y el norte de Europa. “En España no podemos quedarnos al margen de lo que ocurre en el sector”, explica el mismo directivo.
Las ventas de vehículos nuevos presentan señales de inquietud en el mercado de la Unión Europea. Entre enero y agosto las matriculaciones han descendido un 0,1 % respecto a los datos de 2024, según la patronal automovilística europea, la ACEA. En España la situación es más alentadora. La pasada semana las asociaciones de fabricantes de automóviles (Anfac), de concesionarios (Faconauto) y de vendedores y reparadores (Ganvam) publicaron las cifras de septiembre: un repunte del 16,4 % frente al año anterior y un 4 % más que en 2019, lo que supone superar por primera vez los niveles prepandemia. “Estos datos indican que, por ahora, estamos bien, pero dependemos mucho del mercado alemán, francés y británico, donde las cifras se mantienen estancadas”.
España es el único gran mercado europeo que muestra buen comportamiento, según los datos de la patronal comunitaria. Las ventas en Francia, Italia y Alemania han caído un 7,1 %, un 3,7 % y un 1,7 % respectivamente, y eso se percibe en las fábricas españolas, donde nueve de cada diez vehículos producidos se venden fuera de la frontera nacional. “No hay stock, producimos bajo demanda. Si me solicitan un coche, lo fabrico. Si me piden dos, los hago. Y cada vez llegan menos pedidos porque las marcas prefieren ordenar la producción en sus propias plantas, no en las nuestras”, advierten los representantes del sector.
La tormenta en España, por ahora, se ha manifestado como chubascos leves que se traducen en ERTEs en la construcción, pero “nos inquieta lo que pueda venir en los próximos años”, señala Rubén González, responsable del área de Automoción en Comisiones Obreras.
Con mayor intensidad llegan esos aguaceros al sector nacional de componentes. La debilidad de los resultados empresariales de las marcas de automóviles y la caída de los beneficios prevista para la segunda mitad del año han provocado que muchas compañías auxiliares bajen la vela y replanteen sus estrategias. Los vientos de cola ya no impulsan; ahora soplan en contra y frenan. “Hasta ahora las perspectivas eran optimistas, pero debemos revisar todos los datos a la luz de los últimos acontecimientos”, afirman fuentes de Sernauto, la asociación que aglutina a toda la industria de componentes del coche español.
Las tensiones geopolíticas y la incertidumbre están reduciendo la producción de automóviles y, como consecuencia, la fabricación de piezas. La empresa alemana Schaeffler fue una de las pioneras en aplicar recortes, con un plan para eliminar 4.700 puestos en Europa, motivado por la presión competitiva china, el giro hacia la electromovilidad y el aumento de los costos de fabricación. A esta dinámica se sumó recientemente Bosch, el mayor productor mundial de componentes para automoción, que anunció un ajuste “inevitable” de unas 13.000 personas en su división de Movilidad. Por su parte, ZF Friedrichshafen comunicó en los últimos días una reestructuración que afectará a 7.600 trabajadores de su unidad de propulsores eléctricos. A ellos se añade Mahle, con un recorte que afectará a 740 empleados de sus instalaciones en Motilla del Palancar (Cuenca) y del Centro Tecnológico de Paterna (Valencia). “Es inevitable dado el delicado momento que atraviesa la industria”, respondió la firma germana al Ministerio de Industria, que le pidió reconsiderar la medida.
“Estamos poniendo el foco en la irrupción de China, pero no podemos perder de vista las decisiones tomadas en Bruselas”, advierten en el sector.
La hoja de ruta de la Comisión Europea sigue en pie y fija 2035 como el plazo final para la venta de coches de combustión. “La gente no sabe qué vehículo comprar. Eso genera incertidumbre y es lo peor para el mercado”, señalan los directivos de la automoción. Las ventas de eléctricos en el mercado europeo apenas alcanzan el 15 %, lejos de los niveles necesarios para una transición sostenible. “Así nos ahogaremos”, concluyen.
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