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Este lunes 20 de octubre se celebra el 171.º aniversario del nacimiento del “poeta maldito”, el “genio precoz”, el “poeta errante”, el “l’enfant terrible”, el “niño prodigio”, el “pícaro santurrón”, el “primer rebelde del punk rock”, apodos con los que se hacía referencia al ilustre vate francés Arthur Rimbaud.
Su poesía, al igual que su propia vida (solo vivió 37 años), es corta pero fulgurante. Gracias al privilegio de que uno de sus maestros le abriera los archivos de la biblioteca cuando apenas era un niño, lo que le posibilitó ampliar su saber, Rimbaud redactó su primer poema, titulado *El Aguinaldo de los Huérfanos*, cuando escasamente contaba con 15 años. Finalizados sus estudios elementales, se subió a un tren sin billete ni dinero, intentando encaminar su brújula anárquica y utópica hacia la ciudad de París, siendo detenido y devuelto al hogar materno.
No pasó mucho más de un año cuando Rimbaud, justo en plena efervescencia de la Comuna de París, volvió a huir de casa para integrarse al movimiento revolucionario parisino. Ya en la “ciudad luz”, el rapsoda “tocó fondo”, sumergiéndose en la más miserable pobreza material, siendo incluso violado por unos soldados bajo la burla del cuartel de Babilonia, sitio donde se produjeron esos actos atroces, episodio de su caótica existencia que relató en los versos *El Corazón del Payaso*.
Con apenas 17 años y rechazado por los grandes círculos de la época, el poeta regresó a su tierra natal, entregándose de manera fatal al mundo de las drogas. Deambuló por burdeles y lugares de mala muerte, facetas de su lamentable vida plasmadas en su soneto *Mi Bohemia*.
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