Salud

La influencia de la alimentación en la lucha contra el cáncer

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Las demandas son claras y, según el especialista, no existe una dieta única para esta enfermedad.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

De 4 a 8 de cada 10 pacientes con cáncer presentan desnutrición. Las demandas son claras y, según el especialista, no existe una dieta única para esta enfermedad.

Cada diagnóstico de cáncer genera un torbellino de sentimientos: temor, incertidumbre, tristeza y, en muchas ocasiones, dudas sobre cómo mantener la rutina diaria.

En medio de tratamientos complejos como la cirugía, la quimioterapia o la radioterapia, hay un aliado silencioso y potente que a menudo se subestima: la alimentación.

Jimmy Barranco Ventura, experto en bioquímica y nutrición de los Centros de Diagnóstico, Medicina Avanzada y Telemedicina (Cedimat), señala que, según la 4ª edición del Atlas del Cáncer de la Sociedad Americana del Cáncer (2025), en la actualidad 19 millones de personas en el mundo viven con un diagnóstico de cáncer y cada año fallecen cerca de 10 millones.

Si se proyecta al 2050, esas cifras podrían elevarse a 33 millones de casos y 18 millones de muertes.

Un dato que invita a la reflexión es que alrededor del 50 % de esas muertes están vinculadas a factores modificables, como el consumo de tabaco, alcohol, dietas poco equilibradas, sedentarismo o exceso de grasa corporal.

Frente a este escenario, la alimentación deja de ser un detalle accesorio y se transforma en un pilar esencial del tratamiento. Comer adecuadamente no solo nutre el organismo, sino que brinda al paciente la energía necesaria para tolerar los efectos secundarios de la medicación, mejorar su estado de ánimo y aumentar sus probabilidades de supervivencia.

**Un enemigo invisible**

El dato es contundente: entre 4 y 8 de cada 10 personas con cáncer están desnutridas. Esto implica que inician su terapia con un cuerpo frágil, con menos defensas y, en muchos casos, con la moral por el suelo. En términos simples, llegan al combate sin armas.

Por el contrario, un paciente bien alimentado cuenta con un ejército de defensores naturales: sus glóbulos blancos, preparados para enfrentar tanto a la enfermedad como a los efectos secundarios de la quimioterapia o la radioterapia. “Una nutrición adecuada convierte al cuerpo en aliado del tratamiento, no en obstáculo”, aclara el doctor Barranco Ventura.

**Emociones en la mesa**

El cáncer no solo afecta al organismo; también golpea el plano emocional. Ansiedad, tristeza, miedo o ira son sentimientos comunes que alteran el apetito.

Algunos pacientes dejan de comer, mientras que otros buscan consuelo en comida rápida, dulces o bebidas azucaradas.

Ninguna de estas respuestas favorece la recuperación: en el primer caso, la desnutrición avanza; en el segundo, se incrementa el riesgo de obesidad y se genera un estado inflamatorio que puede complicar la evolución de la enfermedad.

**Efectos secundarios**

La quimioterapia y la radioterapia son tratamientos indispensables, pero suelen provocar molestias que interfieren con la alimentación, como boca seca, alteraciones del gusto, diarrea, estreñimiento, náuseas y vómitos.

Cada uno de estos síntomas tiene soluciones prácticas: tomar agua en pequeños sorbos a lo largo del día para aliviar la sequedad; preferir alimentos fríos y blandos cuando hay dolor bucal; repartir la ingesta en varias comidas pequeñas para mitigar las náuseas; optar por alimentos suaves como plátano, arroz o caldos sin grasa en caso de diarrea. Incluso detalles simples, como marinar las carnes para realzar su sabor o usar sorbetes para beber, pueden marcar una gran diferencia en el día a día del paciente.

**Para fortalecer el cuerpo**

Cada paciente es único, con gustos, necesidades y tratamientos particulares. No obstante, existen pautas generales que pueden orientar a las familias: fraccionar la alimentación en varias raciones pequeñas a lo largo del día e incluir proteínas de calidad como pescado, pollo, pavo, huevos, lácteos y frutos secos.

Añadir carbohidratos saludables como avena, arroz integral, cereales y tubérculos. Garantizar la ingesta de frutas y verduras variadas, preferiblemente de diferentes colores.

Cocinar con poca grasa y favorecer métodos como el horno, la plancha o la cocción al vapor. Mantener una adecuada hidratación con agua, sueros o infusiones, y evitar la monotonía: la comida también debe resultar placentera.

“Un plato colorido y bien preparado puede devolverle al paciente el placer de comer y recordarle que, incluso durante el tratamiento, hay espacio para disfrutar”, afirma el especialista.

**Espacio de encuentro**

La mesa es un lugar de encuentro. Por ello, es fundamental que el paciente no coma en solitario. Compartir la comida en compañía, en un ambiente tranquilo, sin distracciones ni prisas, puede transformar ese momento en una experiencia de amor y cuidado.

Porque la nutrición en el cáncer no se reduce a calorías o vitaminas; también es una oportunidad para fortalecer lazos, compartir esperanza y recordar que la lucha se libra con el cuerpo, pero también con el corazón.

“Cuidar la nutrición del paciente es proporcionarle una herramienta más para combatir. En definitiva, es regalarle esperanza”, concluye el doctor Barranco Ventura.

**Un mensaje final**

El cáncer es, sin duda, una de las enfermedades más difíciles de enfrentar. Pero cada acción cuenta. En la vida cotidiana, una alimentación adecuada puede ser tan decisiva como cualquier fármaco.

La nutrición no cura por sí sola, pero sí prepara al organismo y al espíritu para resistir, tolerar mejor los tratamientos y aumentar las posibilidades de superar la enfermedad.

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