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Más que un sueño: Lawrence, baloncesto, hispanidad

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En Lawrence se percibe una especie de magia cultural que absorbe y deja en nosotros un encanto que refuerza el valor de la hispanidad.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Quipes, pastelitos, mangú, sancocho, arroz con habichuelas rojas, merengue, edificios de ladrillo rojo cargados de relatos, construcciones viejas pero útiles, una bifurcación lingüística donde inglés y español se entrelazan en un baile armonioso y respetuoso, negocios y cadenas de corte anglosajón; así fue mi primer contacto con el suelo de Lawrence, histórica urbe estadounidense situada en el estado de Massachusetts.

En Lawrence se percibe una especie de magia cultural que absorbe y deja en nosotros un encanto que refuerza el valor de la hispanidad. En ese mosaico étnico, nutrido por un caldo de tradiciones, aparecen también retos sociales; uno de ellos es la desintegración de los valores dominicanos, provocada por la pluralidad y la complejidad cultural que se vive a diario. La población de Lawrence ronda los 90 000 habitantes y más del 50 % son dominicanos. De hecho, la ciudad está prácticamente gobernada por la comunidad dominicana: el síndico Brian A. De Peña es dominicano, al igual que el senador y varios concejales, y muchas empresas pertenecen a familias de origen dominicano. Lawrence se asemeja a una provincia dominicana dentro de Massachusetts.

En ese rico —aunque diverso— escenario surge Sueños Basketball, una iniciativa integral que nace del corazón de un santiaguero, José Diloné (Joselito). Todos sabemos que una sociedad sin valores, sin identidad y sin integridad no puede crecer de manera sólida; termina atrapada en una mediocridad que la lleva a una pobreza emocional, espiritual y física. El proyecto de Sueños Basketball no se limita a enseñar a niños y adolescentes a jugar baloncesto; José Diloné va más allá del juego y la competencia, fomenta el pensamiento, la cortesía, la amabilidad, la lectura, la oración y la disciplina que a menudo falta en nuestras comunidades. El objetivo último es formar ciudadanos con carácter y valores que permitan transformar su entorno.

¡Claro! Debo contarlo y revivirlo. Una experiencia que guardo es cuando José Diloné me invitó a una práctica de baloncesto: todos los niños entraban a la cancha, pero se notaba una diferencia. Saludaban, rezaban y al final recitaban una especie de lema o credo que reforzaba el valor de la familia y su misión. Sueños Basketball es más que un equipo o un club deportivo; es un espacio de formación de líderes que luego se integran orgánicamente en la familia, la educación, la política o cualquier otra esfera social del país. José Diloné ha entrenado en España, Colombia, México y la República Dominicana, pero lo más importante es que, junto a su esposa Jacqueline Marte Diloné, han decidido invertir su tiempo, vocación y energía en Lawrence con el único propósito de generar cambios significativos en las familias de la ciudad.

Quiero dejar claro que este artículo no está patrocinado por Sueños Basketball; no escribo por remuneración, pero decidí hacerlo porque hay más cosas positivas sucediendo que negativas y a menudo no se hablan de ellas. Escribo porque he sido impactado por la labor reformadora que Sueños Basketball está llevando a cabo de forma silenciosa pero constante en Lawrence. José Diloné, públicamente quiero agradecerte por la entrega de tu vocación y tus talentos a una ciudad que no te vio crecer y que nunca imaginaste habitar. Gracias por seguir la guía de Dios en una sociedad que tiende a buscar fama y reconocimiento. Gracias a tu equipo, al síndico Brian De Peña y a todos los que laboran de manera discreta pero intencional. La enseñanza que me llevo de esta experiencia es que los deportes deben transformar comunidades, no solo ganar partidos, recibir aplausos o colgar medallas en el cuarto.

Concluyo y con autoridad afirmo lo siguiente: cualquier juego, deporte, ciencia, estudio, negocio, religión, lectura, relación o posesión que, a través de nosotros, no genere en los demás un sentido de dignidad y transformación, es tiempo perdido. Todo lo que hagamos debe modelar, animar, inspirar y cambiar. Por eso decidí escribir sobre Sueños Basketball.

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