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Rusia promueve una ‘superaplicación’ bajo control estatal, la cual impulsa a la par que sabotea a sus rivales

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BERLÍN -- En Rusia, resulta complicado eludir a MAX, la nueva aplicación de mensajería bajo control estatal.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

BERLÍN — En Rusia, resulta complicado eludir a MAX, la nueva aplicación de mensajería bajo control estatal.

En una localidad al sureste de Moscú, un altavoz municipal de emergencias instó a gritos a su instalación forzosa.

Moscú también está empleando una táctica más sutil para persuadir a los ciudadanos a utilizar la aplicación.

Durante semanas, las autoridades han estado obstaculizando las dos alternativas más populares, WhatsApp y Telegram, impidiendo las llamadas de voz y video en dichos servicios, en lo que el gobierno ha catalogado como una medida de “prevención de fraudes”.

Mientras tanto, las llamadas realizadas a través de MAX han mantenido una calidad impecable.

El lanzamiento de esta nueva “superaplicación” representa la última acción del presidente Vladímir Putin para reforzar el control sobre aquello que se puede ver y expresar en línea dentro de Rusia.

Según los analistas, Putin está promoviendo que los rusos se muevan hacia lo que Moscú denomina una “internet soberana”, un ecosistema digital segregado de la tecnología occidental y otras influencias foráneas, y, por ende, más vulnerable a la censura y supervisión gubernamental.

“Si uno goza de una internet libre donde cada persona puede actuar a su antojo, eso simplemente no funciona para un sistema autoritario”, comentó Philipp Dietrich, especialista en el internet ruso del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores.

“Por lo tanto, lo que se debe hacer es empujar a los usuarios hacia sistemas de carácter nacional que, de algún modo, puedan ser vigilados”.

Durante años, Putin ha manifestado críticas severas hacia las corporaciones tecnológicas internacionales por su resistencia a acatar plenamente las directrices del Kremlin.

En mayo, el mandatario declaró que las empresas que operaran en Rusia actuando en detrimento de los intereses nacionales debían ser “sofocadas”.

Ahora, con las restricciones a los videos de YouTube, la prohibición oficial de Facebook e Instagram, y la interferencia en las llamadas de WhatsApp y Telegram, Moscú está intensificando la presión.

MAX, presentada como la alternativa del Kremlin a estas plataformas de mensajería, se asemeja a WeChat, la aplicación que domina la vida diaria en China.

En el país asiático, las autoridades censuran rigurosamente el ambiente en línea y obstruyen el acceso a contenido del exterior a través del llamado “Gran Cortafuegos”.

No es seguro hasta qué punto avanzará Moscú en sus intentos por restringir la red.

“Es crucial hacerlo sin que parezca una dictadura”, señaló Dietrich refiriéndose a las acciones del Kremlin.

Las autoridades rusas han estado ajustando las regulaciones de forma progresiva, indicó Dietrich.

Por ejemplo, han reducido la velocidad de YouTube en lugar de prohibir su servicio completamente.

Tampoco han llegado al extremo de ilegalizar las redes privadas virtuales (VPN), que posibilitan a los usuarios rusos sortear muchas de las limitaciones impuestas.

Esta estrategia ha logrado mitigar la indignación pública.

“Creo que los líderes rusos no están completamente seguros de cuán lejos pueden llegar con estas medidas”, afirmó Dietrich.

“Por eso están actuando con gran cautela, sopesando la reacción y observando su evolución”.

Para muchos ciudadanos rusos, la respuesta ha sido de profunda frustración.

Yevgeny Zudin, un obrero industrial de 35 años, relató cómo estos cambios han complicado su comunicación con otros entusiastas de la paleontología alrededor del mundo.

Asistió a una reducida manifestación en Omsk, la ciudad del suroeste de Siberia donde reside.

“Esto se está desarrollando por etapas, y la gente no se da cuenta”, expresó.

“Creen que restringir sus derechos y libertades es algo tolerable, pero si lo aceptan, estaremos cada vez más apartados e imposibilitados de interactuar con el mundo exterior”.

Zudin, a fin de cuentas, tuvo que recurrir al uso de una VPN.

Otros, sin embargo, han minimizado la relevancia de estos sucesos.

Denis Dmitriev, un psicólogo de Moscú de 46 años, comentó que procedió a descargar MAX luego de que las videollamadas en WhatsApp y Telegram dejaran de funcionar.

Hasta ahora, asegura, se siente conforme con el servicio, pese al riesgo inherente de vigilancia.

“Mi perspectiva es que uno debe vivir de modo que no tenga nada que ocultar”, manifestó.

Dmitriev explicó que apoya el desarrollo de alternativas rusas a las aplicaciones internacionales populares, haciendo énfasis en la intensidad de las sanciones impuestas por Occidente contra Rusia en los últimos años.

Añadió haber recibido notificaciones indicando que un número creciente de contactos se estaba sumando a MAX.

“Todos requerimos tiempo para asimilar lo inevitable”, sentenció.

Más de 45 millones de personas ya han configurado cuentas en MAX, lo que representa cerca de un tercio de la población de Rusia, según el informe de la empresa matriz de la aplicación este mes.

En promedio, durante este mes, 18 millones de usuarios han utilizado la aplicación diariamente.

Las autoridades rusas han presentado a MAX como una herramienta para contrarrestar a los ciberestafadores que, según alegan, atacan a menores de edad y otros grupos vulnerables en WhatsApp y Telegram.

Los rusos todavía tienen la capacidad de enviar mensajes escritos y audios por estas dos aplicaciones, aunque persiste el temor de que las autoridades terminen por prohibir completamente los servicios.

Cuando se inició la restricción de llamadas en WhatsApp y Telegram en agosto, Roskomnadzor, el organismo regulador de comunicaciones de Rusia, justificó la limitación parcial de las llamadas en estos servicios para combatir el crimen y el fraude.

Esta intervención coincidió con una vasta iniciativa de Moscú para incentivar la adopción de MAX por parte de los rusos.

Un portavoz de WhatsApp, compañía perteneciente a Meta, sostuvo que la empresa está “comprometida con facilitar la comunicación privada a los ciudadanos de Rusia y proseguimos trabajando arduamente para mantener nuestro servicio operativo”. Telegram, fundada por dos hermanos rusos y con sede en los Emiratos Árabes Unidos, no ofreció respuesta inmediata a la solicitud de comentarios.

Las restricciones impuestas a las llamadas de voz y video en estas plataformas, tal como lo describieron a The New York Times más de una docena de ciudadanos rusos, han provocado serias complicaciones.

Los rusos han utilizado estas aplicaciones históricamente para economizar en sus planes de telefonía móvil, los cuales a menudo cobran por minuto o establecen límites de duración para las llamadas.

La sensación de frustración se ve agravada por las frecuentes interrupciones del servicio de internet móvil impuestas por Rusia con el objetivo de neutralizar los drones ucranianos.

Algunos rusos han regresado a realizar llamadas a teléfonos fijos o móviles tradicionales, las cuales carecen de cifrado y son sencillamente susceptibles a la vigilancia estatal.

Aunque otros han optado por usar VPN, las autoridades han intensificado sus esfuerzos contra estos servicios, presionando para que se retiren de las tiendas de aplicaciones y declarando ilegal su promoción o uso para acceder a contenido prohibido.

Dietrich anticipó que las autoridades rusas probablemente complicarán aún más el acceso a las VPN en el futuro próximo.

Muchos rusos con menos familiaridad tecnológica ya evitan las dificultades e implicaciones económicas.

En ciertas circunstancias, los rusos han buscado opciones alternativas que, por ahora, parecen sufrir menos interferencias, como Zoom y una aplicación de mensajería menos extendida, Imo.

Los soldados rusos sirviendo en Ucrania han reportado dificultades para comunicarse con sus familias en casa debido a las limitaciones de WhatsApp y Telegram.

Sin embargo, algunos declararon al Times que aun podían utilizar Telegram en la línea de combate, donde la interferencia parece ser menor.

VK, la red social rusa que está detrás de MAX, continúa desarrollando las capacidades de la aplicación, con el propósito definido de convertirla en una plataforma indispensable para la población rusa.

VK está bajo control estatal y se presenta como un aliado cercano de Putin debido a una enmarañada estructura de propiedad.

Además, el hijo del primer subjefe de gabinete de Putin ocupa el cargo de director ejecutivo.

Moscú ha anunciado que los rusos podrán emplear MAX para acceder a servicios gubernamentales, coordinar citas médicas, buscar oportunidades laborales y comunicarse con las autoridades locales.

El servicio ya comenzó a ofrecer una identificación digital que los ciudadanos rusos pueden emplear en substitución de la identificación física.

Para poder registrarse en MAX, los usuarios deben poseer una tarjeta SIM rusa o bielorrusa, lo cual excluye a la mayoría de los extranjeros.

La aplicación exhibe una interfaz muy similar a la de Telegram o WhatsApp, con la posibilidad de efectuar videollamadas y suscribirse a canales.

El impulso para que la aplicación sea adoptada ha sido especialmente vigoroso en las instituciones gubernamentales, en particular en las escuelas.

“Conversaciones sobre asuntos importantes”, una serie de clases escolares patrióticas de periodicidad semanal impuesta por el estado ruso, incluyó recientemente una sesión que describía a MAX como el “peldaño definitivo” de Rusia hacia la edificación de su “soberanía digital”.

Algunos estudiantes rusos han manifestado su burla en TikTok hacia la insistencia estatal en el uso de la aplicación.

Otros rusos han creado videos jocosos sobre las consecuencias de la vigilancia, incluyendo un corto donde un cartel de Putin aparece sigilosamente en una habitación.

Tanto WhatsApp como Telegram garantizan cifrado de extremo a extremo para las llamadas, pero MAX no ofrece esta protección.

En el aviso legal de la aplicación rusa, se advierte a los usuarios que MAX podría compartir datos o cuentas de usuarios con entidades gubernamentales estatales o locales si la ley así lo exige.

Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, declaró a la agencia estatal de noticias Tass el mes pasado que las autoridades rusas tienen la capacidad de monitorear las comunicaciones en todos los servicios, sean estos extranjeros o nacionales.

“Cualquier aplicación de mensajería es un sistema completamente transparente”, afirmó Peskov.

“Y quienes las utilizan deben tener claro que son transparentes para los servicios de inteligencia”.

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