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WASHINGTON (AP) — El Pentágono anunció el viernes que el Ejército de Estados Unidos desplegará un portaaviones en aguas cercanas a Sudamérica. Esta decisión representa la escalada más reciente de poderío militar en una zona donde el gobierno de Trump ha intensificado las operaciones en los últimos días contra embarcaciones que, según acusa, están involucradas en el tráfico de drogas.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ordenó el envío del USS Gerald R. Ford y su grupo de ataque al Comando Sur de Estados Unidos, con el fin de “fortalecer la capacidad de Estados Unidos para detectar, vigilar y obstaculizar a actores y actividades ilegales que amenazan la seguridad y la prosperidad estadounidenses”, según comunicó el portavoz del Pentágono, Sean Parnell, en una publicación en redes sociales.
Actualmente, el USS Ford, que incluye cinco destructores en su grupo de ataque, se encuentra en el mar Mediterráneo. Una fuente con conocimiento de la operación reveló a The Associated Press que uno de esos destructores está en el mar Arábigo y otro en el mar Rojo. El portaaviones, por su parte, se hallaba el viernes en un puerto en Croacia, en el mar Adriático.
La fuente, que habló bajo la condición de anonimato debido a la naturaleza sensible de las operaciones militares, no precisó cuánto tiempo tardará el grupo de ataque en llegar a las aguas frente a Sudamérica ni si los cinco destructores participarían en el viaje.
El despliegue de un portaaviones incrementará sustancialmente los recursos en una región que ya ha experimentado un aumento inusual en la presencia militar naval de Estados Unidos en el Caribe y las aguas cercanas a Venezuela. Este último movimiento, sumado al ritmo acelerado de las intercepciones estadounidenses (incluida una el viernes), ha disparado la especulación sobre hasta dónde podría llegar la administración Trump con operaciones que afirma buscan combatir el narcotráfico. Esto incluye la posibilidad de intentar un derrocamiento del presidente venezolano, Nicolás Maduro, quien enfrenta cargos de narcoterrorismo en Estados Unidos.
**Movilización de miles de tropas adicionales a la región**
Ya hay más de 6.000 marinos e infantes de marina a bordo de ocho buques de guerra en la zona. Si el grupo de ataque completo del USS Ford se une, esto podría sumar cerca de 4.500 marinos, además de los nueve escuadrones aéreos que lleva asignados el portaaviones.
La situación se complica por la presencia de la tormenta tropical Melissa, que se mantiene casi estática en el Caribe central, y que, según los meteorólogos, pronto podría convertirse en un huracán de gran intensidad.
Horas antes del anuncio de Parnell, Hegseth informó que el Ejército había llevado a cabo su décima intercepción contra una embarcación sospechosa de transportar drogas, un incidente que resultó en la muerte de seis personas. Esto elevó la cifra de fallecidos en la campaña, iniciada a comienzos de septiembre, a un mínimo de 43 personas.
Hegseth señaló que la embarcación atacada durante la noche era operada por la pandilla Tren de Aragua. Esta es la segunda vez que el gobierno del presidente Donald Trump vincula una de sus operaciones militares con la banda criminal, cuyo origen se remonta a una prisión venezolana.
“Si eres un narcoterrorista traficando drogas en nuestro hemisferio, te trataremos como tratamos a Al Qaeda”, declaró Hegseth en su publicación. “De día o de NOCHE, trazaremos tus redes, rastrearemos a tu gente, te daremos caza y te eliminaremos”.
El ritmo de los ataques se ha acelerado en los últimos días: de producirse una vez cada varias semanas al inicio de la operación, pasaron a ser tres en la última semana. Dos de las intercepciones más recientes se realizaron en el Pacífico oriental, expandiendo el área de acción del Ejército hacia la ruta donde se trafica gran parte de la cocaína proveniente de los principales productores mundiales, como Colombia.
Aumentando las tensiones con Colombia, la administración Trump sancionó el viernes al presidente Gustavo Petro, a su familia y a un miembro de su gabinete por presuntas acusaciones de narcotráfico.
**EE. UU. se enfoca en Venezuela y el Tren de Aragua**
El reciente ataque guarda similitud con el primero, anunciado por Estados Unidos el mes pasado, al centrarse en la banda Tren de Aragua. El gobierno de Trump ya había catalogado a esta agrupación como organización terrorista extranjera, culpándola de ser el origen de la violencia y el narcotráfico que afectan a varias ciudades.
Aunque el gobierno republicano no precisó el origen de la embarcación atacada, asegura que al menos cuatro de los botes interceptados procedían de Venezuela. El jueves, el Ejército de Estados Unidos efectuó un vuelo de bombarderos pesados supersónicos cerca de la costa venezolana.
Maduro sostiene que las operaciones estadounidenses no son más que el último intento por desplazarlo del poder.
El jueves, el presidente venezolano felicitó a las fuerzas de seguridad y a una milicia civil por los ejercicios de defensa realizados a lo largo de cerca de 2.000 kilómetros de costa, preparándose ante la eventualidad de un ataque estadounidense.
En un lapso de seis horas, fue “cubierto el 100% de todas las costas del país en tiempo real, con todo el equipamiento y el armamento pesado para defenderlas si fuese necesario”, afirmó Maduro durante un acto gubernamental transmitido por la televisión estatal.
Elizabeth Dickinson, analista del International Crisis Group para la región andina, opina que la presencia militar de Estados Unidos está menos relacionada con el combate al narcotráfico y más con el envío de un mensaje a los países de la región para que se alineen con los intereses de Washington.
“Una frase que escucho mucho es ‘Las drogas son la excusa’. Y todo el mundo lo sabe”, comentó. “Y creo que ese mensaje es muy claro en las capitales regionales. El mensaje es que Estados Unidos está decidido a perseguir objetivos específicos y que utilizará la fuerza militar contra los líderes y países que no cooperen”.
**Comparando la ofensiva antidrogas con la guerra contra el terrorismo**
En sus recientes declaraciones sobre los ataques, Hegseth ha comenzado a establecer una analogía directa entre la ofensiva del gobierno de Trump contra los narcotraficantes y la guerra contra el terrorismo declarada por Estados Unidos tras los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Este mes, Trump declaró que los cárteles de la droga son combatientes ilegales y afirmó que Estados Unidos está en un “conflicto armado” con ellos, basándose en la misma autoridad legal utilizada por el gobierno del expresidente George W. Bush después del 11-S.
El jueves, cuando los periodistas le preguntaron al mandatario si pediría al Congreso una declaración de guerra contra los cárteles, respondió que ese no era el plan.
“Creo que sencillamente vamos a liquidar a las personas que traen drogas a nuestro país, ¿de acuerdo? Vamos a matarlos, ¿saben? Van a estar, ya saben, muertos”, dijo Trump durante una mesa redonda en la Casa Blanca con funcionarios de seguridad nacional.
Legisladores de ambos partidos han manifestado preocupación por las acciones militares ordenadas por Trump sin contar con la autorización del Congreso ni ofrecer muchos detalles al respecto.
“Nunca había visto algo así”, declaró el senador Andy Kim, demócrata por Nueva Jersey, que previamente trabajó en el Pentágono y el Departamento de Estado, incluso como asesor en Afganistán.
“No tenemos ninguna idea de hasta dónde se extenderá esto, cómo podría desarrollarse… ¿va a haber soldados sobre el terreno? ¿Se intensificará de forma que podríamos quedar atrapados por un largo tiempo?”, se preguntó.
No obstante, el representante republicano por Florida, Mario Díaz-Balart, experto en política exterior en el hemisferio, opinó respecto al enfoque de Trump: “Ya era hora”.
Si bien Trump es un presidente que “obviamente detesta la guerra”, tampoco teme utilizar al Ejército estadounidense en operaciones específicas, señaló Díaz-Balart.
“No me gustaría estar en los zapatos de ninguno de estos cárteles de la droga”, sentenció.
Los periodistas de The Associated Press, Regina García Cano, en Caracas, Venezuela, y Ben Finley y Lisa Mascaro en Washington contribuyeron a la elaboración de este informe.
*Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con el apoyo de una herramienta de inteligencia artificial generativa.*















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