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EE. UU. efectúa otra incursión mortal en una nave en el Pacífico, sumando más de 60 muertos en la cruzada bélica contra el narcotráfico. Esta táctica aviva tensiones en la región.
El Secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, confirmó una reciente acción militar dirigida contra un supuesto navío ligado al narcotráfico en aguas del Océano Pacífico. Esta operación, que resultó en la pérdida de cuatro vidas, es al menos la decimoquinta intervención de este tenor en una ofensiva de dos meses que ya supera las seis decenas de víctimas fatales, según reporta CBS News.
El ejecutivo de Trump inició esta ofensiva el mes pasado en el Mar Caribe y ha ido ampliando su alcance hacia el Pacífico Oriental. El gobierno norteamericano fundamenta estas medidas al declararse en un “estado de beligerancia” contra los conglomerados de droga y pandillas latinoamericanas, muchas de las cuales han sido clasificadas como agrupaciones terroristas foráneas.
En su perfil de X, Hegseth divulgó un video del asalto y aseguró que la embarcación era manejada por una entidad terrorista aún sin identificar. Hizo hincapié en que el procedimiento se llevó a cabo en mares internacionales sin que se registraran bajas en las tropas estadounidenses.
El discurso oficial ha acentuado su tono belicoso. “El Continente Americano ya no es un santuario para narco-terroristas que introducen estupefacientes a nuestras costas para intoxicar a los ciudadanos de EE. UU.”, sentenció Hegseth.
“El Ministerio de Guerra seguirá persiguiéndolos y neutralizándolos donde sea que operen”.
Esta postura se ve fortalecida por las recientes declaraciones del presidente Trump, quien ha sugerido la posibilidad de extender los ataques a objetivos en tierra firme, manifestando que “el terreno será el siguiente objetivo”.
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La campaña militar ha suscitado considerable descontento diplomático. Países como Venezuela y Colombia le han manifestado su airamiento, mientras la zona experimenta un notable aumento de la presencia castrense estadounidense con un despliegue de varias unidades navales y miles de efectivos militares.
A nivel interno, esta estrategia enfrenta objeciones de congresistas que exigen pruebas irrefutables sobre la índole criminal de los blancos atacados y alertan sobre la amenaza de involucrar a la nación en un conflicto territorial más vasto. La administración sostiene que no necesita la venia del Congreso para estas acciones, un argumento que incrementa la disputa constitucional.
El escrutinio internacional se enfoca especialmente en el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, al que Washington acusa de conspirar con narcotraficantes, una imputación que Caracas desmiente rotundamente. La reciente escala de un buque de guerra estadounidense en Trinidad y Tobago fue catalogada por Venezuela como una “demostración de hostilidad”, lo que subraya el clima geopolítico sensible.
Esta ofensiva bélica inaugura un periodo inédito en la lucha contra las drogas, transformando la metodología tradicional de contención en una serie de agresiones letales que redefinen los límites del enfrentamiento y sus repercusiones regionales.














