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Imágenes de prensa – El máximo representante de la ONU ha urgido a EE.UU. a cesar sus incursiones en el Caribe, al considerarlas contrarias al ordenamiento jurídico internacional.
Estados Unidos ha desoído nuevamente las advertencias mundiales al hundir con un proyectil una lancha sospechosa de narcotráfico en aguas caribeñas, resultando en el fallecimiento de sus tres tripulantes. Esta acción, confirmada por el Departamento de Defensa, sucedió justo un día después de que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, instara a Washington a poner fin a estas intervenciones por violar el derecho internacional.
El nuevo asalto forma parte de la ofensiva contra el narcotráfico que el Pentágono mantiene activa desde septiembre en el Mar Caribe y el Pacífico oriental. A pesar de las objeciones de entidades multilaterales y defensores de derechos humanos, la operación parece intensificarse, con un número creciente de embarcaciones destruidas y un balance de bajas que ya supera el medio centenar de personas.
En un comunicado emitido en la plataforma X, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, avaló la operación y afirmó que su nación “seguirá rastreando, localizando, persiguiendo y neutralizando” a aquellos que tachó de “narcoterroristas”. El mensaje, acompañado de un breve vídeo aéreo mostrando una detonación en mar abierto, omitió ofrecer detalles sobre la identidad de los fallecidos o la cantidad de droga confiscada. Hegseth solo mencionó que la lancha “era conocida por su involucramiento en el tráfico de estupefacientes” y que sus tres ocupantes “perecieron durante el asalto en aguas internacionales”.
Este suceso se une a una serie de procedimientos análogos —dieciséis desde el 2 de septiembre— que han dejado una estela de decesos y reproches internacionales. Hasta la fecha, tan solo tres individuos habrían sobrevivido a los bombardeos. Expertos en derecho internacional han calificado estas maniobras como ajusticiamientos extrajudiciales, una postura respaldada por el propio Alto Comisionado de la ONU. Türk advirtió que “la utilización deliberada de fuerza letal solo se justifica como última instancia ante un peligro inmediato para la vida” y recalcó que la información pública sobre estos operativos “no sugiere la existencia de tal peligro”.
El funcionario reiteró la necesidad de investigaciones “prontas, independientes y transparentes”, recordando que la colaboración global es el único camino lícito para combatir el tráfico de drogas. No obstante, las señales que emanan de Washington apuntan en dirección opuesta. En los últimos días, el Pentágono ha fortalecido su presencia militar en la zona, despachando al Caribe el crucero lanzamisiles USS Gettysburg, que se suma al USS Lake Erie, y preparando la llegada próxima del portaviones USS Gerald R. Ford, el más moderno de la flotilla estadounidense, escoltado por tres destructores.
Conforme al Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), la concentración de armamento en el área permitiría incluso llevar a cabo “acciones militares inmediatas dentro de Venezuela” si el presidente Donald Trump así lo ordenara. El instituto estima que las naves desplegadas transportan más de cien proyectiles Tomahawk, una cifra comparable a la empleada por Washington en limitadas intervenciones bélicas en Irán o Yemen.
La posibilidad de una incursión en territorio venezolano ha avivado especulaciones y fricciones diplomáticas. Aunque Trump desmintió el viernes tener planes de agresión contra Venezuela, su administración persiste en acusar al mandatario Nicolás Maduro de encabezar el supuesto Cartel de los Soles, una red de narcotráfico atribuida a altos cuadros militares. Washington mantiene activa una recompensa de cincuenta millones de dólares por su aprehensión.
Desde Caracas, las autoridades venezolanas refutan tales imputaciones y las atribuyen a motivaciones políticas. El ministro del Interior, Diosdado Cabello, calificó la existencia del Cartel de los Soles como “una invención de Estados Unidos” y acusó a Washington de usar la cruzada antidrogas como excusa para desestabilizar la nación. “Cada vez que alguien les resulta incómodo, lo designan líder del cartel”, ironizó Cabello, antes de apuntar que “el mayor cartel del planeta opera en Estados Unidos”, en referencia a la DEA.
Entretanto, la tensión se incrementa en el Caribe. La ampliación del esquema militar estadounidense y la falta de claridad en las operaciones suscitan inquietud entre diplomáticos, juristas y gobiernos regionales. El debate ya no se centra únicamente en el narcotráfico, sino en el riesgo de una escalada que podría poner a prueba los límites del derecho internacional y el balance de poder en el hemisferio occidental.














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