Economicas

¡El arte de ejercer la cartera!

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Tal vez debí haber escrito este artículo hace bastantes años, pero las musas son como "las visitas", llegan velozmente, de súbito y sin previo aviso.

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Tal vez debí haber escrito este artículo hace bastantes años, pero las musas son como “las visitas”, llegan velozmente, de súbito y sin previo aviso. El arte de ser ministro alude al compendio de nuevas aptitudes humanas y destrezas técnicas que los burócratas necesitan para salir airosos, indemnes e ilesos de una gestión estatal complicada.

Son habilidades adquiridas, manifestadas en variadas maneras de exponer ideas, acatar regulaciones, seguir procedimientos, manejar las sensaciones, informar con calidad y atender a los verdaderos dueños del Estado dominicano: la ciudadanía, y muy particularmente, aquellos que tributan.

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Los novatos en la administración pública tienen poco margen frente al crecimiento de la clase media con criterio. Igualmente, no podrán soportar la explosión viral de las redes sociales, las normativas de compras públicas y una experticia del ministerio público de carrera.

Individuos que, aun siendo buenos profesionales, actúan como gestores peligrosos. No es casualidad que decenas de autoridades sean llevadas a tribunales, escarnios o hogueras. Actualmente, ser servidor público implica aceptar, cual buen centurión, “que uno está muerto antes de iniciar la batalla”, como plasmaba en su libro, La Guerra de Las Galias, el procónsul romano Cayo Julio César.

Un ministro tildado de despilfarrador o incapaz en la red es culpable hasta que pruebe lo contrario. Su entorno familiar cruzará el fuego del escrutinio en colegios, mercados, salas de cine y plazas públicas. Muchos que desean mantener sus manos limpias eligen invertir en publicidad para proyectar la imagen del funcionario que les gustaría ser, pero que no son.

Aunque se espera que el nuevo Código Penal, ley 17-25, artículos 207-212, ponga orden, la administración del presidente Luis Abinader destaca por su firmeza al momento de respaldar a colegas señalados; proteger a patrocinadores o impedir que socios temporales lleguen al escrutinio de las redes y los juzgados.

Hoy, en el contexto histórico de la inteligencia artificial (IA), el Internet de las Cosas (IoT), la ciberseguridad, la conexión 5G y la computación en la nube, aceptar un cargo público, sea electo o designado, es uno de los mayores peligros a los que puede exponerse la integridad de una persona.

Resulta indispensable una evaluación especializada y minuciosa de los historiales. Que investigadores privados indaguemos la “trayectoria, la conducta moral y los intereses” de los funcionarios presentes y futuros.

Solo aquellos formados y probados en el compromiso de la vida austera, el manejo prudente de los recursos y la familia, deberían ser los designados o escogidos para ocupar ministerios y entidades públicas. Aquellos que amasen conocimiento, probidad y habilidad para dirigir lo público y salir ilesos para contarlo.

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