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Ahmed al Sharaa, primer mandatario sirio en acudir a la Casa Blanca

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Como parte de este arreglo, Washington mantiene efectivos militares desde hace años en el noreste de Siria, bajo dominio kurdo.

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Trump ya se había entrevistado con el líder sirio, a quien calificó de “tipo fuerte” y “batallador”, y comunicó el fin de las restricciones económicas de Estados Unidos hacia Siria.

Ahmed al Sharaa será recibido el lunes en Washington por Donald Trump, siendo esta la primera visita de un presidente sirio a la Casa Blanca y la confirmación para este excombatiente yihadista que en menos de un año ha sacado a su nación del aislamiento.

La visita, un honor que no fue concedido a Bashar al Asad ni a su padre Hafez durante más de medio siglo de régimen autoritario, “inaugura una nueva etapa en la estrategia estadounidense en el Medio Oriente”, señala Nick Heras, del New Lines Institute for Strategy and Policy.

“Trump invita a Al Sharaa a la Casa Blanca para señalar que ya no es un elemento terrorista (…) sino un gestor sensato y, sobre todo, adaptable, que bajo la guía de Estados Unidos y Arabia Saudita convertirá a Siria en un eje estratégico regional”, explica este experto.

Se prevé que durante la visita, Damasco firme un convenio para integrarse a la coalición internacional contra el extremismo liderada por Estados Unidos, tal como adelantó el representante norteamericano para Siria, Tom Barrack. Como parte de este arreglo, Washington mantiene efectivos militares desde hace años en el noreste de Siria, bajo dominio kurdo.

Además, EE. UU. planea establecer un emplazamiento militar próximo a Damasco, el cual será crucial para la coordinación de la estructura de seguridad con el vecino Israel, según confió a AFP una fuente diplomática en Siria.

En el ámbito económico, el país, que ha superado más de 13 años de conflicto interno, busca igualmente captar recursos para su reconstrucción.

Una empresa cuyo coste podría exceder con creces los 200.000 millones de dólares, según el Banco Mundial.

El jueves, el Consejo de Seguridad de la ONU eliminó las limitaciones impuestas a Al Sharaa, quien hasta ahora requería un permiso especial de la organización para cualquier viaje internacional.

La directriz, redactada por Estados Unidos, elogia el empeño en “combatir el terrorismo” expresado por el mandatario interino, quien hace apenas un año dirigía la organización islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS), sucesora de la filial siria de Al Qaida.

Precisamente como líder de HTS, y al frente de un grupo de facciones islamistas, Al Sharaa y sus seguidores lograron derrocar al presidente Bashar al Asad el 8 de diciembre de 2024 en una arremetida rápida.

Al Sharaa, quien en su juventud militó como yihadista en Irak —donde fue retenido por fuerzas norteamericanas— y en Siria, estaba sujeto a sanciones de la ONU desde 2013, en su calidad de jefe de HTS.

No obstante, desde que asumió el poder, ha recibido a funcionarios, líderes y empresarios de Occidente y ha estrechado lazos con naciones de la región, incluidas las prósperas monarquías árabes.

Sus equipos han iniciado pláticas con Israel, nación con la cual Siria se encuentra técnicamente en estado de beligerancia, a falta de un pacto de paz.

En la reunión, el líder sirio “buscará la aprobación de Trump para desbloquear miles de millones de dólares” en asistencia destinados a “rehabilitar Siria y afianzar su control en el territorio”, añade Nick Heras.

Durante un periplo por el Golfo en mayo, Trump ya se había encontrado con el conductor sirio, a quien había valorado como “un individuo tenaz” y “luchador”, anunciando además el levantamiento de las sanciones americanas sobre Siria.

Una fuente diplomática siria manifestó a AFP que Washington “tiene previsto establecer un puesto en el aeródromo militar de Mazzeh, cerca de Damasco, para coordinar la ayuda humanitaria y monitorear los acontecimientos entre Siria e Israel”.

En mayo, Trump instó al gobernante sirio a sumarse a los Pactos de Abraham, mediante los cuales Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán han normalizado sus lazos con Israel desde 2020.

Sin embargo, Al Sharaa indicó en septiembre que las conversaciones están orientadas a lograr un acuerdo de seguridad, bajo el cual Israel se retiraría de las áreas del sur de Siria ocupadas tras la caída de Al Asad, y cesaría sus ataques.

Desde diciembre, Siria ha sido blanco de agresiones e incursiones israelíes, ante las cuales el gobierno de Al Sharaa no ha reaccionado.

En julio, el ejército israelí ejecutó bombardeos en Damasco y en la comarca sureña de Sueida, con la justificación de proteger a la minoría drusa, inmersa entonces en convulsos enfrentamientos con clanes sunitas, apoyados por fuerzas gubernamentales.

Nick Heras sostiene que “la visión de Trump para Siria contempla una influencia israelí notoria en una zona clave del país, en los años por venir”.

Moscú, que ofreció refugio a Al Asad y su familia tras ser depuestos, posee por su parte dos instalaciones militares en Siria: el puerto estratégico de Tartus y la base aérea de Hmeimim, en la costa mediterránea.

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