Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Cuando un chofer de una conocida app de transporte le pidió su número a Ninfa Fuentes en un trayecto por la Ciudad de México, ella se quedó paralizada. Pero al insistirle repetidamente sobre sus planes para el Día de San Valentín, un escalofrío de pánico recorrió su cuerpo.
Lo que debió ser un viaje tranquilo a su hogar tras una jornada laboral, hace tres años, se transformó en una vivencia común para muchas mujeres en México: aguantar la respiración hasta llegar a salvo.
“Sentí que me iba a morir”, relató Fuentes, de 48 años. La investigadora de economía internacional y sobreviviente de agresión sexual no ha vuelto a usar el transporte público ni los servicios de aplicación desde entonces.
El debate sobre los graves incidentes de acoso sexual y violencia de género cobró nueva fuerza esta semana luego de que la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, fuera grabada en video cuando un sujeto en estado de ebriedad la tocó indebidamente.
Tras el suceso, Sheinbaum comunicó que había presentado una denuncia contra el individuo y dio a conocer una estrategia para tipificar el acoso sexual como delito en todos los estados mexicanos, buscando facilitar que las féminas reporten tales abusos en un país donde, en promedio, diez mujeres son ultimadas cada día.
Luego de su angustiante experiencia con el servicio de transporte por aplicación, Fuentes acudió a AmorrAs, una colectiva feminista que organiza transporte seguro y brinda apoyo a mujeres en la Ciudad de México y sus alrededores.
AmorrAs busca ofrecer un paliativo al problema extendido del acoso sexual y otras formas de violencia machista que las féminas enfrentan habitualmente en el transporte por aplicación y en el sistema de movilidad pública de México.
La red fue fundada por Karina Alba, de 29 años, tras la muerte de Debanhi Escobar en 2022, quien fue hallada sin vida días después de descender de un taxi en una carretera oscura en Monterrey, al norte de México.
Alba ideó AmorrAs con la esperanza de garantizar viajes seguros para las mujeres, eligiendo a su madre, la taxista Ruth Rojas, como la primera conductora de la asociación. Actualmente, el grupo cuenta con más de 20 operadoras “aliadas” exclusivas para mujeres que atienden a más de 2,000 usuarias anualmente.
“Mi anhelo era aportar algo a la sociedad”, manifestó Alba. “Y decidí hacerlo creando un espacio seguro para ellas, donde pudieran desenvolverse con dignidad y libres de violencia”.
Una tarde reciente, Dian Colmenero, de 38 años, recibió un mensaje por WhatsApp de Alba confirmando que la pasajera que la esperaba se encontraba en su sitio de trabajo. En el otro extremo, la usuaria leía los detalles del viaje, el nombre y número de su conductora “aliada”, junto a un alentador emoji de corazón rosa. Su socia al volante estaría pronto con ella.
Por motivos de resguardo, las mujeres deben agendar sus desplazamientos con AmorrAs previamente llenando un formulario. El coste de cada servicio varía según la distancia a cubrir.
Colmenero, quien se desempeña en mercadotecnia cuando no maneja para AmorrAs, despidió a su pareja con un beso y acarició a su viejo perro Yorkie antes de dirigirse a una de las zonas financieras de la urbe.
“Antes de ser conductora aliada en AmorrAs, he vivido violencia en el transporte colectivo, en el metro e incluso en estos servicios de taxi por aplicación”, confesó. “Una vez tuvimos mucho temor mi pareja y yo con un chofer… porque no paraba de decir cosas, que había agredido a mujeres”.
Colmenero recibió a su clienta recurrente, Ninfa Fuentes, con un afectuoso abrazo. Conversaron sobre sus familias, el escrito que Fuentes está elaborando y su reciente diagnóstico compartido de TDAH.
Mientras el bullicio del tráfico capitalino hace vibrar el vehículo, Fuentes observa por la ventana, con la certeza de que llegará a su casa sin percances.
De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en México se han notificado 61,713 crímenes sexuales en lo que va de 2025, incluyendo 8,704 reportes de hostigamiento sexual.
El Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio señala que los ilícitos sexuales en México son los que menos se denuncian debido al gran estigma que los rodea y a la poca credibilidad que las autoridades suelen otorgar a los testimonios de las mujeres.
La jurista Norma Escobar, de 32 años, colabora con AmorrAs brindando asistencia legal a mujeres que afirman haber sido hostigadas o agredidas.
En varias ocasiones, la profesional ha escuchado a un perito forense del área de delitos de género de la Fiscalía General del Estado de México desestimar a féminas que presentaban una denuncia por asalto sexual, diciéndoles “No te pasó nada, ha habido situaciones peores”.
Escobar, que maneja casos de hostigamiento en la vía pública y en el transporte, indicó que la ausencia de un forense ha obstaculizado en ocasiones que las mujeres formalicen una querella.
Tras ser contactada por The Associated Press, un vocero de la Fiscalía General del Estado de México manifestó no tener conocimiento del supuesto comentario del perito, pero aseguró que cuando se han detectado fallas, la dependencia ha tomado cartas en el asunto contra los implicados.
Analistas y activistas por los derechos humanos indican que el trasfondo de la violencia contra las mujeres en México reside en un machismo cultural muy arraigado y en la inequidad de género sistémica, sumado a un sistema judicial con graves deficiencias.
“Al ver que las instituciones minimizan las cosas, las mujeres se retraen y abandonan sus trámites”, comentó Escobar, subrayando que, en lo referente a asegurar el acceso femenino a la justicia, “existe una falta de interés, compromiso y pericia por parte de los funcionarios”.
Como muchas otras mujeres en esta nación, Nejoi Meddeb, de 30 años, siempre viajaba con la mano cerca de la manija de la salida para poder huir si era necesario. Así fue como perdió la vida Lidia Gabriela Gómez, de 23 años, en 2022, al arrojarse de un taxi en movimiento en la Ciudad de México después de que el conductor tomara una ruta no solicitada.
María José Cabrera, una ingeniera de 28 años, relató que un sujeto la siguió al descender de un autobús con destino al metro. Corrió para resguardarse en el vagón exclusivo para mujeres. En otra ocasión, en uno de los compartimentos mixtos del sistema de transporte subterráneo, comentó que un individuo la tocó de forma inapropiada, y cuando logró reaccionar, él ya se había ido.
Cabrera, quien ahora se desplaza con AmorrAs, mencionó que también evitaba usar faldas y jamás salía sin asegurarse de que alguien de confianza monitoreara su trayecto, un protocolo habitual interiorizado por muchas mujeres en México.
“Para mí, AmorrAs significa poder hacer cosas que antes me estaban vedadas”, señaló Cabrera. “Me encanta ir a eventos musicales. No debería ser así, pero de no ser por ellas, probablemente no lo haría”.
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Esta crónica fue adaptada del inglés por un editor de AP con el apoyo de una herramienta de inteligencia artificial generativa.















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