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WASHINGTON (AP) — El portaaviones más vanguardista de Estados Unidos arribó al Mar Caribe el domingo, como una muestra de fuerza bélica, lo que genera dudas sobre los propósitos de la administración Trump con este vasto despliegue de efectivos y pertrechos en Latinoamérica.
La llegada del USS Gerald R. Ford y otras naves de guerra, comunicada por la Marina en un boletín, señala un hito en lo que el ejecutivo insiste es una operación contra el narcotráfico, pero que ha sido interpretada como una estrategia de presión creciente sobre el presidente venezolano Nicolás Maduro.
Desde inicios de septiembre, el ente gobernante de Trump ha abatido al menos a 80 individuos en 20 incursiones contra pequeñas embarcaciones señaladas de transportar estupefacientes en el Caribe y el Pacífico oriental.
El Ford culmina el mayor despliegue de capacidad militar norteamericana en la zona en varias generaciones.
Con su arribo, la misión denominada “Operación Lanza del Sur” involucra cerca de una docena de buques de la Armada y unos 12 mil marinos y fusileros navales.
El conjunto de ataque del portaaviones, que incluye flotas de cazas y destructores equipados con misiles guiados, cruzó el Paso de Anegada próximo a las Islas Vírgenes Británicas el domingo por la mañana, según informó la Marina en un comunicado.
El contraalmirante Paul Lanzilotta, al mando de dicho conjunto de ataque, aseveró que fortalecerá una flotilla de navíos de guerra con el fin de “salvaguardar la estabilidad y el bienestar de nuestra nación frente al narcoterrorismo en el Hemisferio Occidental”.
El almirante Alvin Holsey, el comandante que supervisa el Caribe y América Latina, apuntó en un comunicado que las fuerzas estadounidenses “se encuentran preparadas para confrontar las amenazas transnacionales que buscan desequilibrar nuestra comarca”.
Holsey, quien dejará su posición el próximo mes tras solo un año en funciones, manifestó que el despliegue del conjunto de ataque es “un paso crucial para reafirmar nuestra determinación de proteger la seguridad del Continente Americano y la defensa del territorio propio de EE. UU.”.
En Trinidad y Tobago, situado a escasos 11 kilómetros (7 millas) de Venezuela en su tramo más próximo, funcionarios gubernamentales indicaron que las tropas han iniciado “maniobras de adiestramiento” junto al ejército norteamericano que se prolongarán durante buena parte de la semana.
El Ministro de Asuntos Exteriores, Sean Sobers, calificó los ejercicios conjuntos como los segundos en menos de un lapso de un mes y garantizó que buscan atajar la criminalidad violenta en la nación insular, convertida en punto de tránsito para cargamentos de drogas con destino a Europa y Norteamérica. El primer ministro ha apoyado firmemente las intervenciones bélicas de Estados Unidos.
Las prácticas contemplarán la participación de infantes de marina de la 22ª Brigada Expedicionaria, quienes han estado destacados a bordo de los buques de la Armada que patrullan frente a las costas venezolanas desde hace meses.
El gobierno de Venezuela ha calificado las prácticas de instrucción como un acto de hostilidad. Hasta el momento, no ha habido declaraciones de parte de Venezuela respecto a la llegada del portaaviones.
Entretanto, el secretario del Ejército, Dan Driscoll, comentó el domingo que personal militar norteamericano ha estado entrenándose en Panamá, resaltando el creciente enfoque del ejecutivo en América Latina.
“Estamos revitalizando nuestra escuela de jungla en Panamá. Estaríamos listos para actuar en lo que sea requerido por Trump y el secretario de Defensa Pete Hegseth”, declaró al programa “Face the Nation” de CBS.
El ejecutivo ha sostenido que el despliegue se centra en frenar la circulación de estupefacientes hacia Estados Unidos, pero no ha presentado pruebas que respalden sus afirmaciones de que los fallecidos en las naves eran “narcoterroristas”. Trump ha sugerido que la ofensiva bélica se extenderá más allá de las incursiones marítimas, señalando que Estados Unidos “detendrá la droga que ingresa por tierra”.
Estados Unidos ha empleado históricamente portaaviones para ejercer presión y disuadir la beligerancia de otros países, dado que sus aeronaves pueden atacar blancos dentro de territorio ajeno. Ciertos especialistas opinan que el Ford no está óptimamente preparado para combatir a los cárteles, pero podría ser un instrumento de intimidación eficaz contra Maduro.
El secretario de Estado Marco Rubio sostiene que EE. UU. no reconoce a Maduro, ampliamente señalado de amañar las votaciones del año pasado, como el líder legítimo de Venezuela. Rubio ha tachado al régimen venezolano de “organización de trasbordo” que colabora abiertamente con traficantes de drogas.
Maduro, quien enfrenta cargos de narcoterrorismo en Estados Unidos, ha afirmado que el gobierno norteamericano está “orquestando” un conflicto en su contra. En su perfil de Facebook, Maduro escribió el domingo que el pueblo venezolano está dispuesto a defender la nación de cualquier agresión.
Recientemente, el gobierno venezolano promovió una concentración “masiva” de efectivos militares y ciudadanos para resguardarse de posibles acometidas norteamericanas. Maduro y otros responsables del partido socialista venezolano también han participado en mítines este fin de semana para respaldar la creación de colectivos barriales que estarán a cargo de incrementar la afiliación al partido socialista de Venezuela y promover sus directrices ideológicas.
Trump ha justificado los ataques a las embarcaciones de droga argumentando que Estados Unidos se halla en “estado de conflicto armado” con las organizaciones narcotraficantes, al tiempo que sostiene que las naves son operadas por corporaciones foráneas terroristas.
Ha encontrado oposición en líderes regionales, el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos y miembros del Congreso estadounidense, incluidos republicanos, quienes han exigido más detalles sobre a quién se está atacando y el fundamento legal para las incursiones marítimas.
No obstante, los senadores republicanos votaron recientemente en contra de una propuesta legislativa que habría limitado la facultad de Trump para iniciar una ofensiva contra Venezuela sin la anuencia del Congreso.
Los expertos discrepan sobre si los aviones de guerra estadounidenses pueden ser empleados para atacar blancos terrestres dentro de Venezuela. En cualquier caso, la nave de guerra de 100.000 toneladas está transmitiendo un mensaje.
“Este es el punto central de lo que significa volver a tener la capacidad militar de Estados Unidos en América Latina”, señaló Elizabeth Dickinson, analista principal del International Crisis Group para la región andina. “Y ha provocado mucha intranquilidad en Venezuela, pero también en todo el área. Pienso que todos están observando esto con cierta expectativa para ver cuán dispuestos están los norteamericanos a realmente emplear la fuerza bélica”.















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