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Ministerio de Salud fortalece el programa nacional de monitoreo en colaboración con la OPS/OMS.
Santo Domingo.- La tolerancia a los antibióticos (RAM) sigue aumentando en República Dominicana, representando un peligro serio para la salud pública del país, según el informe más reciente publicado por la Dirección de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública.
El informe, que abarca del 26 de octubre al 1 de noviembre, indica que esta resistencia antimicrobiana, catalogada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una crisis sanitaria mundial, sucede cuando bacterias, virus, hongos y parásitos dejan de responder a los tratamientos farmacológicos, como antibióticos, antivirales, antifúngicos y antiparasitarios.
Esto resulta en afecciones más severas, prolongadas, o incluso imposibles de erradicar, elevando el peligro de brotes y complicaciones graves.
El informe epidemiológico detalla que, desde 2005, el país ha documentado 242,515 cultivos bacterianos resistentes, con incrementos notables entre 2019 y 2020.
Este alza se debe tanto a una mayor circulación de bacterias resistentes como al perfeccionamiento de la red de vigilancia microbiológica, coordinada con la OPS/OMS.
Los principales gérmenes detectados en el territorio incluyen *Escherichia coli*, *Klebsiella spp*, y *Staphylococcus aureus*, incluyendo cepas resistentes a la meticilina.
Estas bacterias están vinculadas a infecciones del tracto urinario, respiratorias y nosocomiales. Las cepas resistentes a betalactámicos y carbapenémicos plantean un reto crucial, limitando las opciones de tratamiento y encareciendo significativamente los costos de atención hospitalaria.
Salud Pública enfatiza que el reciente repunte de la resistencia antimicrobiana en la nación se relaciona con el uso inapropiado de antibióticos durante la pandemia, la automedicación y las recetas emitidas sin supervisión regulatoria.
Estas prácticas fomentan la aparición de microorganismos resistentes y aceleran su propagación comunitaria.
A nivel global, la RAM pone en riesgo procedimientos como cirugías, trasplantes e inmunoterapias oncológicas, además de aumentar los gastos debido a estancias hospitalarias prolongadas. Se calcula que anualmente ocurren unos 480,000 casos de tuberculosis multirresistente, mientras empeora la resistencia en virus como el VIH, parásitos como *Plasmodium falciparum* y hongos como *Candida auris*.
El titular de Salud Pública, Víctor Atallah, advirtió en el mismo documento que la resistencia antimicrobiana compromete directamente la capacidad del sistema de salud para tratar infecciones comunes.
“La resistencia a los antimicrobianos surge cuando los microorganismos desarrollan métodos para anular o evadir el efecto de los fármacos. Esto aumenta el riesgo de diseminación, formas más graves de la enfermedad e incluso desenlaces fatales”, indicó.
El ministro resaltó que esta amenaza podría significar un retroceso importante en los logros médicos y económicos recientes, tal como se observó durante la emergencia de la Covid-19.
Desde 2024, República Dominicana ha defendido su postura ante esta problemática en foros como la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGA), que dedicó una sesión especial al tema de la resistencia antimicrobiana. En dicho evento, el país reafirmó la necesidad de consolidar estrategias mundiales y articular esfuerzos internacionales.
La RAM fue incluida como prioridad sanitaria urgente dentro de la estrategia nacional “Una Salud”, que une a los ministerios de Salud, Agricultura y Medio Ambiente para abordar el problema desde una visión intersectorial.
Salud Pública, adicionalmente, promueve el fortalecimiento de la red nacional de laboratorios para la detección temprana de resistencia, programas de uso prudente de antimicrobianos (PROA), campañas de divulgación para la población, el personal sanitario y el sector agropecuario, y la administración gratuita y oportuna de vacunas a través del Programa Ampliado de Inmunización (PAI).
Las autoridades reiteraron que combatir la RAM demanda la colaboración de entidades, profesionales y ciudadanos. Entre las acciones esenciales se incluyen evitar la automedicación, asegurar la prescripción responsable y mantener una vigilancia microbiológica activa.














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