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Manerra transforma el Escenario 360 en un espacio para relatar la trayectoria de su vida y sus composiciones musicales

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Perla del sur", "Bachata Colonial" y otras fueron recibidas con sonrisas y aclamaciones.

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En un instante de franqueza absoluta, Manerra rememoró que festejaba seis años componiendo melodías, una hazaña que fundamenta en el “cariño y la clemencia de Dios”.

Manerra subió a Escenario 360 cargando más que sus instrumentos de percusión; portaba sus anhelos, su ayer y su fe divina. Cerca de las diez de la noche del sábado, las luces se atenuaron y una melodía suave comenzó, señal de que algo especial se iniciaba.

“Esta velada es para que ustedes la gocen”, expresó el artista con un tono cordial, cual si estuviera irrumpiendo en el hogar de cada espectador. Y así sucedió, desde el primer número, la audiencia se sintió invitada a una travesía muy íntima.

Al interpretar “Bendito tu amor”, el ambiente se cargó de sentimiento; no era solo una pieza, sino una revelación. Poco después, compartió que en su entorno siempre prevalecieron “sonidos y preferencias muy diversas”, y sorprendió al público al incorporar “De repente”, un corte de Antonio Muñiz, sirviendo de nexo entre su vivencia y la musicalidad que lo forjó.

Luego resonó “Respiro”, y la sala guardó silencio hasta que el coro del público estalló en vítores. Más tarde, se unió a él en tarima Nathalie Hazim para entonar “Mantequilla y café”, en una escena cercana y familiar.

En un momento de sinceridad profunda, Manerra recordó que celebraba seis años creando música, un logro que atribuye al “afecto y la piedad de Dios”.

Habló sobre la crisis sanitaria, sus vivencias más duras, y en especial de “Curita”, una canción que describió como “una dádiva divina”, en tiempos complejos. Su voz se quebró al confesar “Jamás soñé estar aquí produciendo música”, al evocar cómo llegó a la bancarrota, sin tener certeza de lo que deparaba su porvenir.

El público, ya completamente cautivado, lo siguió en cada tonada. “Perla del sur”, “Bachata Colonial” y otras fueron recibidas con sonrisas y aclamaciones. El espectáculo incrementó su fuerza con el transcurrir de la noche, hubo piano, serpentinas y momentos sublimes que quedarán grabados en la memoria de cada asistente al recital.

Uno de los instantes más memorables fue cuando el cantautor Gabriel Pagán emergió como invitado inesperado; cantaron juntos y el estrado se transformó en un vínculo de voces que trascendió lo sonoro para volverse emotivo.

Con “Dime corazón”, toda la concurrencia cantó cual si la pieza les perteneciera de antaño. Y en un gesto de profundo agradecimiento, Manerra dedicó parte del show a Doña Ángela, la primera persona mayor que acudió a verlo en Casa de Teatro, festejando sus 75 años con una torta y un aplauso conjunto, donde todos le corearon “Las Mañanitas”.

Aunque parecía que la jornada culminaba con “Merengue a tu boca”, los seguidores pidieron “otra, otra” y él accedió: regaló un último tema, reafirmando su compromiso con su gente hasta el cierre.

Fue una presentación donde la música no solo se escuchó, sino que se sintió intensamente. Manerra no solo actuó, sino que se exhibió por completo, compartiendo su relato con una audiencia que lo acompañó en un asentimiento tácito. Esa noche, su historia se hizo melodía y el Escenario 360 su lugar de revelación.

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