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Memphis, Tennessee — En un dictamen que podría reconfigurar las fronteras entre la autoridad local y las resoluciones federales, una jueza de Tennessee detuvo provisionalmente el uso de la Guardia Nacional en Memphis, como parte de la iniciativa contra la criminalidad impulsada por el presidente Donald Trump. Sin embargo, en un giro sorpresivo, la misma magistrada suspendió su propia decisión por cinco días, concediendo al gobierno un margen crucial para recurrir.
La resolución proviene de la jueza Patricia Head Moskal, del distrito de Davidson, quien estuvo de acuerdo con los funcionarios demócratas, tanto locales como estatales, que demandaron al gobernador republicano Bill Lee. Estos argumentan que el gobernador no puede autorizar el despliegue de la Guardia Nacional para manejar disturbios civiles sin la existencia de una “insurrección o agresión externa”, y que incluso en tales situaciones, el cuerpo legislativo estatal debe dar su visto bueno.
Los demandantes también señalaron otro punto fundamental: en ciertos contextos, como un “quiebre del orden público”, la administración local debería haber pedido formalmente la intervención de la Guardia Nacional, algo que, según afirman, nunca ocurrió.
Moskal concluyó que los demandantes tienen altas posibilidades de ganar el litigio, al sostener que el despliegue infringe el código militar del estado y que hay un peligro presente de daño irreversible si la orden judicial no se ejecuta de inmediato. Pese a ello, mantuvo la paralización por cinco días sin aportar mucha más justificación.
El estado defiende que la legislación de Tennessee otorga al gobernador amplias facultades para determinar cuándo y dónde destinar a la Guardia Nacional. Pero la jueza fue clara: ese atributo “no es absoluto”.
En un comunicado divulgado en X, el alcalde del condado de Shelby, Lee Harris — uno de los promotores de la demanda — celebró el fallo.
“La orden judicial no entra en vigor al instante y el estado tiene opción de pedir autorización para apelar”, manifestó. “No obstante, es un avance positivo para asegurar que el imperio de la ley se aplique a todos, incluido el Gobernador”.
Skye Perryman, presidenta y directora ejecutiva de Democracy Forward, cuyo equipo asesora a los demandantes, calificó la resolución como “una firme reafirmación de que nadie –ni el presidente ni el gobernador– está por encima de la ley”.
Hasta el anochecer del lunes, la oficina del gobernador y la fiscalía general del estado no habían emitido respuestas a peticiones de comentarios.
Entretanto, las fuerzas ya se encuentran en Memphis. Arribaron el 10 de octubre y desde entonces han vigilado vecindarios y zonas comerciales, rodeando incluso la emblemática Pirámide en el centro. Portan atuendos de camuflaje y blindajes identificados como “policía militar”, si bien las autoridades aseguran que carecen de potestad para efectuar detenciones.]
La Guardia Nacional forma parte del Grupo de Trabajo para la Seguridad de Memphis, establecido por decreto del presidente Trump junto con diversas entidades federales. Desde su inicio, el grupo ha efectuado mas de 2,500 aprehensiones por faltas que abarcan desde cargos por narcóticos y armamento hasta requerimientos de inmigración y casos de asesinato.
Memphis ha lidiado con niveles altos de violencia durante años. Si bien este año algunos delitos, incluyendo homicidios, muestran mejoría, la preocupación por la seguridad sigue siendo una realidad cotidiana para muchas familias.
El gobernador Lee ha respaldado el despliegue desde un principio. Ha reiterado que, como comandante en jefe, tiene la facultad de avalar la misión en Memphis bajo el Título 32. Su despacho insiste en que esta colaboración entre los niveles de gobierno federal, estatal y municipal constituye “una coyuntura histórica” para elevar la protección ciudadana.
El alcalde de Memphis, Paul Young, indicó que jamás solicitó el uso de la Guardia Nacional, aunque sí ha pedido que los recursos se centren en neutralizar a criminales violentos. El alcalde estima que cerca de 150 efectivos de la Guardia participan en las acciones actuales.
A pesar de que ambas partes reconocen que el gobernador no firmó una directiva formal para activar la Guardia, sino una declaración, la disputa continúa escalando. Lo que suceda en los próximos cinco días podría determinar no solo el porvenir del despliegue, sino también la magnitud de la prerrogativa ejecutiva en Tennessee.














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