Elaborar relatos positivos para moldear las conciencias colectivas es una labor esencial para los gobiernos a nivel mundial, buscando mantener a la población alineada con sus discursos, lo que paulatinamente merma nuestra capacidad de análisis crítico y reflexivo.
Esto deviene del cambio drástico en los modos de comunicación; es patente que vivimos una nueva época con una saturación de información abrumadora, acentuada hoy por la IA, pero resulta irónico que esto no signifique tener ciudadanos mejor y más informados.
Existe una contienda informativa por el dominio del discurso y la visión, un “enfrentamiento” que se libra actualmente en las plataformas sociales; un ámbito explotado no solo por las sociedades catalogadas como democráticas, sino también por regímenes autoritarios para asegurar su preeminencia social, aun cuando deban distorsionar o falsear la verdad para lograrlo.
Asesores gubernamentales diseñan con maestría las tácticas comunicacionales para influir en la ciudadanía e imponer los intereses oficiales en la sociedad a cualquier costo, incluso si eso implica tergiversar la realidad palpable.
Tal es el caso de la comunicación propagandística del actual gobierno, que mediante la televisión, la radio y prensa —tradicionales y digitales—, así como en redes y plataformas, difunde sus logros, aunque en ciertas ocasiones se trate de verdades a medias.
Esto sucede con la represa de Monte Grande, cuya apertura del cuerpo de agua fue anunciada hace unos 22 o 25 meses por el presidente Luis Abinader, destacando en la difusión el impacto de este significativo proyecto hídrico para el Suroeste.
Este proyecto, relevante no solo por su ingeniería sino también por su profunda repercusión social, económica y ambiental, persigue múltiples metas; por ende, marcaría un antes y un después para nuestra comarca, pero solo cuando el conjunto de la obra esté operativo, y no solo una parte.
En los mensajes que observamos, seguimos o leemos en los diversos canales, notamos que el relato oficial no yerra en absoluto, especialmente al afirmar que esta zona, históricamente propensa a desbordamientos del río Yaque del Sur (como tras las recientes lluvias de la tormenta Melissa), ha visto en la presa un dique para contener la fuerza de unas crecidas que antes eran caóticas.
Sin embargo, no podemos afirmar que lo que tenemos hasta ahora con la represa resuelva el déficit de agua para riego y consumo humano, dado que faltan las obras anexas para concretar ese fin.
Como se evidencia con la inauguración de su reservorio, con una innegable capacidad para albergar 350 millones de metros cúbicos de agua, Monte Grande está lejos de cumplir otros propósitos del complejo: sumar a la producción 400,000 nuevas tareas agrícolas, generar electricidad y transformar la necesidad en ilusión.
Las comunicaciones del gobierno, por ende, si bien no son falsas, sí están incompletas; podrían serlo una vez se alcancen las demás metas, pues para quienes habitamos el Sur, Monte Grande es una fuente de expectativa y de vida.
Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.















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