Una *startup* originaria de Cataluña ha descubierto una solución. Presentamos Balance Phone, una iniciativa que surgió a finales de 2024 y que comercializa un *smartphone* limitado que restringe esas cinco clases de aplicaciones, consideradas las más cautivadoras por su flujo incesante de contenido, abriendo una vía a la distracción. “Nos agrada la tecnología, pero no la forma en que nos relacionamos con ella”, comenta Carlos Fontclara, ingeniero de producto de 25 años y codesarrollador de esta empresa emergente de Barcelona, en declaraciones a El Periódico. “El inconveniente no son las plataformas sociales en sí, sino tenerlas a mano, al alcance”, agrega Albert Beltran, de 26 y también cofundador.
Su propuesta está atrayendo a mucha gente, hallando un espacio para incursionar en el ya saturado mercado de la telefonía móvil. En el último año, Balance Phone ha despachado más de 3.000 aparatos en más de 50 naciones. Su meta es concluir el 2025 con 5.000 unidades vendidas y elevar este número a 20.000 para 2026.
Todo comenzó en 2022. Preocupados por su propia dependencia de las pantallas, ambos decidieron modificar sus costumbres digitales. Inicialmente, desactivaron del móvil las aplicaciones que más tiempo les consumían, como Instagram, pero no fue efectivo. “En momentos de ocio, recaíamos”, admite Beltran. Luego optaron por adquirir un Nokia *vintage* solo con capacidad para llamadas y mensajes de texto, pero pronto extrañaron funciones estimadas muy útiles y de las que no querían prescindir, como WhatsApp o Google Maps.
En marzo del año pasado, ambos jóvenes optaron por dejar sus empleos para enfocarse en idear un nuevo concepto de móvil, el que a ellos les gustaría poseer. Lanzaron una aplicación para Android y en apenas tres meses sumó de forma orgánica más de 20.000 descargas. “Esto nos permitió confirmar que reducíamos el tiempo de uso diario a solo una hora y media”, celebra Fontclara. Su inquietud era un problema compartido.
El siguiente paso fue materializar esa visión. Para lograrlo, establecieron una colaboración con Samsung para emplear su *hardware* e instalar su propio sistema operativo. “De esta manera, no comprometíamos ni la calidad del producto ni nuestra situación financiera”, aclara Beltran. Esto consigue que, en apariencia, Balance Phone se vea como un terminal más.
No obstante, en su pantalla no hay imágenes, vívidos colores ni notificaciones llamativas, solo una sencilla lista de aplicaciones en blanco y negro. “Esto fomenta tener un propósito, desbloquear la pantalla para hacer algo concreto y no por inercia, eliminando el acto de acceder al móvil automáticamente y luego tener que reflexionar qué se quería hacer”, explica.
Actualmente, la *start-up* catalana vende su dispositivo por 279 euros, considerablemente más económico que los ofrecidos por Apple, Samsung o Xiaomi, las tres grandes firmas que compiten por la cima del mercado español. Si ya se posee un Samsung y se desea incorporar el sistema operativo de Balance Phone, el coste asciende a 79 euros anualmente. Aunque la empresa joven no revela aún sus cifras económicas, un cálculo rápido sugiere que podrían alcanzar casi 1,4 millones de euros en ingresos en 2025.
Balance Phone ha reunido 300.000 euros en financiamiento de diversos contactos y en diciembre obtendrán otros 200.000 euros de capital mediante un préstamo ENISA, fundamental para afianzar sus operaciones en el Reino Unido, su mercado primordial, y extenderlas para ganar terreno tanto en España como en Estados Unidos.
Actualmente, un 60% de sus ventas provienen de familias que consideran Balance Phone un aparato seguro para introducir a sus hijos a la tecnología móvil. Beltran y Fontclara reconocen que la creciente conciencia sobre el efecto mental que las pantallas tienen en los menores juega a su favor. “Cada vez es más evidente que entregar un *smartphone* a un niño de 11 años es una locura”, señala Beltran. Su éxito en Inglaterra se atribuye a la buena recepción del proyecto por parte de Smartphone Free Childhood, un movimiento popular que promueve posponer el acceso de los infantes a los móviles y que tiene gran arraigo entre las familias británicas. Dichos grupos ganan cada vez más peso en Cataluña. “Existe una tremenda crisis de atención que será muy palpable en las próximas generaciones y buscamos crear instrumentos que ayuden a gestionarla”, subraya.
El 40% restante de las ventas se dirige a manos de “minimalistas digitales”, usuarios de cualquier edad que, cansados de malgastar tiempo navegando por la red, buscan un uso más efectivo de las pantallas. Aunque para muchos el móvil es también un instrumento laboral, Balance Phone también se presenta como un terminal personal o para fines de semana dedicados a desconectar del ajetreo.
Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.















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