Latinoamérica navega un panorama de riesgos económicos y bélicos desde el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca.
Sus mandatarios han reaccionado de diversas formas: algunos confrontan, otros ceden, y unos pocos optan por ignorar la situación.
Ninguna nación del “hemisferio”, como denomina Washington a las Américas, ha estado exenta de lo que muchos perciben como el resurgimiento del intervencionismo estadounidense.
“Todo país latinoamericano se halla en una posición asimétrica respecto a Estados Unidos. Esa es su condición fundamental”, explica Alejandro Frenkel, catedrático de Relaciones Internacionales en la Universidad de San Martín, Argentina.
A continuación, un sucinto panorama de las presiones y las respuestas dadas:
“Lo que el magnate disponga”
El mandatario argentino, Javier Milei, “hace lo que Trump dicte y lo que Trump anhele”, comenta a la AFP el experto Michael Shifter, del centro de análisis Diálogo Interamericano en Washington.
Requerido de un apoyo robusto que impulse su intento por revitalizar la agotada economía argentina, Milei se ha transformado en un ferviente partidario de Trump, ofreciendo a los industriales estadounidenses trato preferencial en su mercado interno.
El político republicano levantó los obstáculos a la entrada de carne argentina en un pacto comercial cuyos detalles aún no se revelan del todo y proveyó al país de un crucial auxilio financiero de miles de millones de dólares.
Otro firme seguidor de Trump en la zona es Nayib Bukele, el presidente salvadoreño, célebre por contener la violencia de las pandillas y por no dudar en convertir a su nación en la pionera en acoger a migrantes devueltos durante la segunda gestión del empresario.
Organizaciones pro derechos humanos señalan a Bukele por actos de tortura y otros excesos ilegales, pero a cambio de aceptar migrantes, 200,000 salvadoreños lograron una extensión temporal para permanecer en Estados Unidos, manteniendo así la vital entrada de remesas.
Por su parte, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, pactó recibir a los deportados de EE. UU. y se alineó con Washington respecto al despliegue militar antinarcóticos en el Caribe y los operativos contra presuntos traficantes en la región.
En contrapartida, Noboa consiguió una colaboración estadounidense más intensa en la lucha contra las redes criminales.
“Vulgar y desinformado”
El presidente de Colombia, el progresista Gustavo Petro, se ha manifestado frontalmente contra el magnate inmobiliario. Lo ha calificado de “vulgar y desinformado” y lo ha parangonado con Adolf Hitler.
Petro ha condenado el trato de la administración Trump hacia los migrantes y ha tildado de “ejecuciones al margen de la ley” las más de 80 bajas infligidas a supuestos narcos en incursiones estadounidenses en el Caribe y el Pacífico.
La Casa Blanca excluyó a Bogotá de su lista de colaboradores en la erradicación de narcóticos, si bien la nación evitó un castigo más duro, posiblemente anticipando en Washington el retorno de la derecha al poder en las elecciones colombianas de 2026.
Otro líder de izquierda, el mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, también ha protagonizado serios choques con Trump.
Aunque para Oliver Stuenkel, profesor de asuntos internacionales en la Fundación Getulio Vargas en Sao Paulo, la respuesta de Brasil ha sido más “mesurada y resuelta”.
Lula condenó como “injerencia” externa la imposición por parte de Trump de aranceles punitivos a bienes importados desde Brasil, una medida tomada en represalia por el proceso por sedición contra su aliado conservador Jair Bolsonaro.
Si este suceso hubiera ocurrido hace 25 años, cuando EE. UU. era su comercio principal, “Brasil habría tenido que hacer concesiones importantes”, señaló Stuenkel.
Pero hoy “Brasil comercia más con China que con Estados Unidos y Europa sumados”.
Sheinbaum respondió a los comentarios punzantes de Trump sobre los cárteles de drogas mexicanos y la migración con acuerdos pactados discretamente. Lo que los expertos denominan “diplomacia callada”.
México logró esquivar parte de la hostilidad de la guerra comercial mediante un incremento en el intercambio de datos de inteligencia, la confiscación de narcóticos y la captura de capos del crimen organizado.
No obstante, mantuvo su postura de no “someterse” cuando Trump sugirió la posibilidad de incursiones militares en territorio azteca.
También mantiene un equilibrio delicado el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, quien sacó a su país de la Iniciativa china de la Ruta de la Seda a petición de Washington.
Mulino además permitió la venta de terminales portuarias pertenecientes a un consorcio asentado en Hong Kong en el Canal de Panamá, tras la advertencia de Trump de retomar el control de esa vía navegable.
“Evitar la confrontación con EE. UU.”
En una categoría distinta se encuentra Venezuela, que teme que la gran movilización naval estadounidense en el Caribe tenga como propósito derrocar al presidente Nicolás Maduro.
El líder chavista, a quien gran parte de la esfera internacional acusa de adulterar los resultados en las últimas dos votaciones presidenciales, cuenta con escasos aliados o soportes económicos.
Caracas acordó liberar a ciudadanos estadounidenses detenidos, mientras Washington autorizó a Chevron a seguir operando en la nación con las reservas petroleras más vastas del planeta.
Venezuela se prepara para lo que considera una amenaza de Washington al tiempo que “se esfuerza considerablemente por no exacerbar a Estados Unidos”, indicó Guillaume Long, investigador principal del Centro de Investigación Económica y Política en Washington y ex-canciller ecuatoriano.
Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.














Agregar Comentario