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Un desvío inspirado en la mezcla: “Relayer” de Yes arriba a sus 51 años

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De la formación progresiva fue publicado el 28 de noviembre de 1974.

Reflejando el sendero elegido tras la marcha de Rick Wakeman, el séptimo L.P. de la formación progresiva fue publicado el 28 de noviembre de 1974.

Ciertamente, una de las virtudes más destacables de Yes reside en su adaptabilidad. Y precisamente este factor resulta medular en “Relayer” de 1974, que vio la luz el 28 de noviembre de ese mismo año, cumpliendo ahora medio siglo.

El conjunto progresivo ha perdurado a través de las décadas, a pesar de las bajas de varios integrantes fundamentales. Esto se debe en gran parte a que han acogido con agrado las incorporaciones frescas. No obstante, seguidores y críticos manifestaron una lógica incredulidad tras la desvinculación de Rick Wakeman. El virtuoso del teclado, un emblema de dedos veloces y propenso a las puestas en escena teatrales, abandonó la formación en mayo de 1974. Alegó hastío y agotamiento creativo tras la notoria y exagerada gira de “Tales From Topographic Oceans”.

“Pienso que nos desviamos del rumbo con ‘Tales’ por infinidad de motivos. Y si me hubiera quedado en el grupo, la desviación habría sido aún mayor. Habría perjudicado a la banda y a mucha buena música. Creo que, al irme yo, quienquiera que se una a ellos ahora ayudará al conjunto. Cuatro personas más se suman y retornarán al camino, siguiendo con música muy destacada. […] A largo plazo, sin duda será lo más beneficioso para ellos”, declaró Wakeman a Hit Parader ese mismo año.

Todo parecía una quimera. La ejecución florida y de neto corte clásico de Rick Wakeman era un pilar en escenarios icónicos de principios de los setenta como “Fragile” y “Close to the Edge”. Resultaba complicado imaginar al grupo supliendo esa vasta carencia. Y en el tiempo justo después de la partida de Wakeman, no se detuvieron a buscar reemplazo. El cuarteto restante —Jon Anderson, Chris Squire, Steve Howe y Alan White— se reagrupó ese verano en el estudio-garaje reformado de Squire en Virginia Water, Surrey. Allí, iniciaron la concepción y ensayo de material novedoso y audaz.

En un primer momento, Yes probó al pionero del sintetizador griego Vangelis, pero la nula sintonía y, según se rumoreaba, el temor del teclista a volar, esfumaron rápidamente esa posibilidad. (Vangelis y Anderson colaborarían más tarde en una serie de álbumes de tendencia electrónica en los ochenta). Esto abrió la vía para que Patrick Moraz, un exótico músico suizo recién salido de una etapa en el colectivo progresivo Refugee, se incorporara en agosto. Estructurado como un quinteto, y colaborando de nuevo con el ingeniero Eddie Offord, Yes trató de explorar territorios sónicos inexplorados, abrazando la inclinación al jazz-fusión de los sintetizadores de Moraz y un enfoque más libre liderado por Anderson.

“Estaba muy interesado en crear algo verdaderamente contemporáneo. Quería hacer más música electrónica, algo drásticamente distinto. Platicaba con la banda sobre improvisar música libremente, sin premeditación. Tras Tales From Topographic Oceans, con su estructura tan rígida, ¿por qué no abordar una propuesta musical tan radicalmente distinta?”, comentó Anderson en las notas para la reedición de Relayer de 2003.

Y “radicalmente distinta” es una descripción que encaja a la perfección con “Sound Chaser”. Una obra cumbre de fusión progresiva impulsada por los teclados jazzísticos de Moraz y una base rítmica frenética. White se muestra particularmente revitalizado, tocando con una solidez más efervescente que en Topographic, su disco de debut con Yes. “La gente siempre me consulta sobre mi álbum preferido de Yes”, añadió White en las notas de Relayer. “Desde el punto de vista de donde procede la sección rítmica, siempre elijo el álbum ‘Relayer'”.

En 2002, Offord expresó que vio con buenos ojos la llegada de White a Yes. “Siempre sentí que quizá a [el baterista original] Bill [Bruford] le faltaba algo de sentimiento o alma, aunque poseía una técnica excelente. Pero Alan, en cambio, tenía mucho sentimiento y alma, pero no la técnica suficiente. Cuando se integró al grupo al inicio, fue complicado. Realmente arduo para él… y luego sumergirse en ‘Tales’ con toda esa inestabilidad —pobre hombre—. Fue muy difícil; no era un entorno firme. Pero luego de salir de gira y regresar para ‘Relayer’ (Rick había estado fuera bastante tiempo, después de todo), Alan fue mejor recibido y estaba rindiendo mejor, y este suizo excéntrico se incorporaba; fue un mejor momento”.

“Relayer” concluye con su tema más accesible, el cambiante y reflexivo “To Be Over”. La pieza de nueve minutos ofrece un respiro melódico tras el torbellino de “Sound Chaser”, que se diluye en una “calma fluida” con las guitarras superpuestas, el *pedal-steel* y el sitar de Howe. Pero la joya central del disco es el arranque, “The Gates of Delirium”, una monumental pieza de 22 minutos inspirada en parte por Guerra y Paz de Tolstói.

En su formato final, “The Gates of Delirium” transiciona por diversos pasajes instrumentales y vocales, incluyendo la hipnótica meditación “Soon” (que se lanzó como un sencillo editado por separado) y una estridente “batalla” a mitad de la pieza. “Solo recuerdo toda clase de efectos de percusión raros que trajo Jon, láminas metálicas, etc.”, relató Offord sobre esa sección inusual. “Básicamente, todo se logró con percusión”.

Esta gran composición surgió como un conjunto de ideas abstractas en la mente de Jon Anderson; que intentó transmitir al resto del grupo mientras tocaba un piano rudimentario. “Jon realmente me orientó a través de las secuencias y la base del arreglo y la estructura de la mayoría de los temas de ‘The Gates of Delirium’, que ya estaban preestablecidos cuando ingresé”, explicó Moraz en las notas, comparando la pista con una “sinfonía en el ámbito del rock ‘n’ roll”.

Tras finalizar la gira de “Relayer” en agosto de 1975, el quinteto inició la producción de nuevo material. Pero esta alineación específica no perduraría; Wakeman regresó a la banda en 1976, dejando de lado a Moraz y sus aires jazzísticos.

“Decidimos componer, comenzando en 1975, período en el que también asistía a Chris y Steve en la grabación de algo de música. Habíamos empezado a crear y colaborar, reuniendo material para lo que sería el álbum ‘Going for the One’, y yo estaba muy implicado en la composición de ‘Awaken’ en aquel entonces. Incluso registré una o dos pistas inicialmente, en las fases tempranas de las sesiones de 1976. Grabé algunos planos básicos para lo que se convertiría en ‘Awaken’ y otros temas para ‘Going for the One’. Desafortunadamente, estos fueron omitidos, para facilitar el retorno de Rick a la banda”, comentó Moraz a Something Else! en 2014.

Con una orientación más enfocada y depurada, “Going for the One” fue la última obra maestra inmediata de Yes, ofreciendo cortes aclamados por los seguidores como el tema principal enérgico y la etérea “Wondrous Stories”.

Si bien “Going for the One” se mantiene como un disco clave infravalorado del rock progresivo, ese L.P. al menos contaba con un atractivo comercial. “Relayer” es la oveja descarriada de la discografía de Yes de los setenta: demasiado inclinado al jazz y áspero para ciertos devotos del progresivo tradicional, demasiado experimental y denso (exceptuando “Soon”) para la difusión en la radio de rock clásico. En muchos aspectos, representa una desviación musical: el primer capítulo de una crónica inusual e inconclusa. Pero ese es uno de los motivos por los que sigue siendo una escucha tan cautivadora.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

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