Madrid (EFEverde) – La degradación de la tierra y el suelo en Europa cuesta a los europeos 112 euros por persona y año, una cifra que asciende a 50.000 millones de euros anuales en el conjunto de la UE, según informó hoy la ha anunciado la organización Save the Soil con motivo del Día de la Agricultura.
La «razón fundamental» de la degradación global del suelo es la «falta de reconocimiento de que el suelo es un organismo vivo», declaró a EFE Praveena Sridhar, directora técnica de Save the Soil, quien señaló que en la carrera por lograr la seguridad alimentaria, el suelo ha sido tratado como un «medio inerte que contiene plantas». Señaló que así ha sido.
Y la agricultura a gran escala que se practica actualmente en todo el mundo, dijo, está teniendo un «enorme impacto» en el planeta debido al «uso masivo de productos químicos».
Estos productos químicos están empobreciendo el suelo y afectando a los alimentos, causando «problemas graves e invisibles para la salud de las personas».
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los suelos degradados y pobres en nutrientes «producen plantas pobres en nutrientes» y causan «problemas de salud graves e invisibles» conocidos como «hambre oculta».
Según Save the Soil, un movimiento mundial, la erosión del suelo y la falta de materia orgánica provocan la pérdida de biodiversidad, agua y humedad, alimentos y medios de vida para millones de personas en todo el mundo.
Esta situación se ve agravada por el impacto del cambio climático en los cultivos, con sequías prolongadas e inundaciones inusuales.
Según Sridhar, la solución para devolver la vida a unos suelos degradados durante décadas es aplicar «prácticas de gestión sostenible» basadas en principios sencillos, como no exponer abiertamente los suelos directamente al sol o a la nieve.
También es necesario, argumenta, «devolver al suelo los excrementos vegetales y animales», ya que estos últimos introducen «especialmente la microflora» que los suelos degradados han perdido, mientras que los excrementos vegetales «sirven de alimento» para que esta microflora viva.
También insiste en la necesidad de reducir la exposición de la capa de suelo «reduciendo el laboreo y, en última instancia, logrando una agricultura sin laboreo».
Estos cuatro principios, afirma, «conducen a un aumento de la materia orgánica del suelo (MOS), lo que desencadena un renacimiento de la vida y reinicia el proceso de nutrición del suelo».
Al trabajar para mejorar la materia orgánica del suelo, la UE puede «aumentar» la productividad del sector agrícola, subraya, y explica que esto también supondrá una reducción del gasto en fertilizantes.
También subraya que la erosión del suelo reduce la productividad agrícola anual en «1.250 millones de euros». Por ello, «restaurar la MOS al 3-6% reduciría estos costes e invertiría la tendencia actual».
Sridhar explica que la rehabilitación del suelo «puede llevar de meses a años, dependiendo de las prácticas de gestión del suelo adoptadas y de lo científicamente apropiadas que sean para los cultivos que se realicen».
Así, los suelos de climas tropicales y templados, con su rica matriz (geológicamente inalterada), «se recuperan en tres a cinco años». En cambio, los suelos de las regiones áridas y desérticas «tardan un poco más debido a las duras condiciones ambientales y a la pobreza de la matriz». Sin embargo, según el director técnico de Save Soil, la respuesta de los suelos a la adopción de prácticas de gestión sostenible y agricultura regenerativa es «rápida», y el rendimiento de los cultivos suele mostrar signos de mejora «en el plazo de un año» tras la adopción de estas prácticas.
Según la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD), cada año se pierden 75.000 millones de toneladas de suelo fértil a causa de la degradación de la tierra, y 12 millones de hectáreas por la desertificación.
Según los expertos de Save the Soil, investigaciones realizadas en Estados Unidos demuestran que los niveles de calcio, magnesio y hierro en verduras como la col, la lechuga, las espinacas y los tomates han disminuido entre un 80 y un 90% en comparación con los alimentos de principios del siglo XX.
Un análisis similar de 20 verduras diferentes en el mismo país descubrió que, de media, los niveles de calcio, hierro y potasio habían disminuido un 19%, 22% y 14% respectivamente.
El movimiento Save the Soil, que lleva 20 años trabajando con los agricultores para hacer frente a los distintos niveles de degradación de la tierra, señala que «la única solución para abordar todos los problemas que afectan a la agricultura y al suelo en todo el mundo es centrarse en aumentar la SOM hasta al menos un 3-6%». EFEverde.
Por favor, ayúdanos. Comparte nuestro boletín semanal #SustainablePlanet con amigos y colegas que puedan estar interesados.