Salud

El popular remedio contra el dolor de garganta podría matar el cáncer

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En concreto, un nuevo estudio afirma que la lidocaína activa ciertos receptores del sabor amargo. Madrid (Larazón). Aunque es mucho lo que se sabe sobre el cáncer, no es frecuente que un medicame.

En concreto, un nuevo estudio afirma que la lidocaína activa ciertos receptores del sabor amargo.

Madrid (Larazón). Aunque es mucho lo que se sabe sobre el cáncer, no es frecuente que un medicamento ya aprobado y de uso generalizado resulte eficaz en su tratamiento. Pero esto es lo que ha ocurrido con un popular fármaco perteneciente a la clase de los anestésicos locales.

La prevención es la única forma de evitar un tsunami de cánceres en los próximos 20 años, advierten los expertos.

En concreto, según un nuevo estudio publicado en la revista Cell Reports, la lidocaína activa receptores específicos del sabor amargo y mata las células cancerosas mediante dos mecanismos únicos.

Los hallazgos del equipo de investigadores de la Escuela Perelman de Medicina de la Universidad de Pensilvania (EE.UU.) allanan el camino a ensayos clínicos para añadir la lidocaína al tratamiento estándar de los pacientes con cáncer de cabeza y cuello. Desde hace tiempo se ha sugerido que este anestésico local es eficaz en pacientes con cáncer, pero el cómo y el porqué siguen sin estar claros.

Los científicos han descubierto que la lidocaína activa el receptor del sabor amargo T2R14, que está elevado en algunas células cancerosas. Cuando se activa este receptor, se desencadena un proceso llamado apoptosis y las células cancerosas mueren. El mecanismo específico por el que la lidocaína activa el T2R14 es la sobrecarga mitocondrial de iones de calcio, que genera ROS que dañan las biomoléculas, y la inhibición del proteasoma, que juntos causan la muerte celular.

Estudios anteriores han demostrado que los receptores del sabor amargo están presentes en muchas células de cáncer oral y faríngeo, provocando la apoptosis, y que el aumento de la expresión de estos receptores del sabor amargo mejora la supervivencia en pacientes con cáncer de cabeza y cuello.2023/4, Journal of Clinical Oncology, un ensayo clínico aleatorizado multicéntrico publicado en el Journal of Clinical Oncology descubrió que la lidocaína administrada antes de la cirugía prolongaba la supervivencia del cáncer de mama.

Llevamos años siguiendo esta investigación y nos sorprendió que la lidocaína se dirigiera al receptor más expresado en todos los cánceres», explica el profesor Robert Lee (Otorrinolaringología) de la Universidad, que dirigió el estudio. t2R14 se encuentra en células de todo el cuerpo. Resulta emocionante que muchos de los fármacos existentes activen el T2R14, por lo que podrían surgir nuevas oportunidades para considerar la posibilidad de reutilizar fármacos que puedan dirigirse de forma segura a este receptor», añade Lee.

Aunque el T2R14 ayuda a percibir el sabor amargo en la boca, se desconoce la función del receptor en otras células del organismo. La lidocaína suele inyectarse en la piel y otros tejidos para bloquear las señales nerviosas y evitar el dolor.

Como cirujanos de cabeza y cuello, utilizamos lidocaína todo el tiempo. Sabemos que la lidocaína es segura y fácil de conseguir.

El estudio se realizó principalmente con líneas celulares de carcinoma de células escamosas de cabeza y cuello (HNSCC) y también descubrió que T2R14 está particularmente elevado en el HNSCC asociado al virus del papiloma humano (VPH), que es actualmente el tipo predominante de HNSCC. A raíz de estos hallazgos, Carey planea desarrollar un ensayo clínico en el Abramson Cancer Centre de Penn Medicine para añadir lidocaína al tratamiento estándar del HNSCC asociado al VPH.

No estamos sugiriendo que la lidocaína tenga el potencial de curar el cáncer, pero estamos entusiasmados por el potencial de la lidocaína para ser una ventaja en el tratamiento del cáncer de cabeza y cuello y para mover el dial hacia adelante en términos de mejora de las opciones de tratamiento para los pacientes con este difícil cáncer», concluyó Carey. Y prosiguió. Zoe Miller, estudiante de farmacología de la Universidad de Pensilvania y miembro del laboratorio de Lee, también participó en la dirección de la investigación preclínica.

La investigación contó con el apoyo de los Institutos Nacionales de la Salud, la Blavatnik Family Foundation, la American Head and Neck Society y la McCabe Foundation.

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