Así lo explica a EFE Raquel Martí, Directora Ejecutiva del Comité Español de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA).
Las mujeres de Gaza están expuestas a otros tipos de violencia más allá del conflicto entre Israel y el propio Hamas y se ven obligadas a dar a luz en las calles, sin que las víctimas de la desnutrición afecten los productos menstruales y los bebés.
Así lo explica a EFE Raquel Martí, Directora Ejecutiva del Comité Español de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA).
Los hospitales no pueden aceptar pacientes debido al colapso, y esto está creando una brecha significativa en el acceso a los servicios de salud, que afecta particularmente a mujeres y niños. La atención integral de emergencia para la salud de la mujer, la atención neonatal y la salud sexual y reproductiva no se está llevando a cabo, advierte Martí.
Se estima que hay alrededor de 50.000 mujeres embarazadas en la franja de Gaza, con un promedio de 160 bebés nacidos en condiciones terribles todos los días.
Muchas de estas mujeres no pueden ir a los hospitales y tienen que dar a luz en refugios de la UNRWA, casas sin atención médica, calles en escombros o centros de salud absolutamente abarrotados.
Él culpa al deterioro diario de la higiene y la falta de suministros y recursos humanos de un riesgo muy alto de contraer enfermedades infecciosas y causar complicaciones médicas.
Desde que comenzó la guerra entre Israel y Hamas, las mujeres y niñas en la franja de Gaza han experimentado impactos desproporcionados en múltiples aspectos de sus vidas, con miles de mujeres muriendo de manera colateral.
El gobierno de Hamas dice que esta reciente escalada de violencia, que comenzó el 7 de mayo tras los ataques terroristas de Hamas en territorio israelí y la respuesta inmediata de Israel, ha resultado en 15.000 muertes, de las cuales más de 6.150 son menores y más de 4.000 son mujeres.
El conflicto también se da en situaciones traumáticas tan extremas que se ven obligados a mudarse y familiares adultos, muchos de ellos enfermos, y tienen que hacerse cargo de los niños.
Están exhaustos. Es una gran sobrecarga que les está creando un estrés profundo y aumentando su vulnerabilidad, dice Martí.
Este estrés afecta especialmente a las mujeres embarazadas y lactantes. Por un lado, detienen prematuramente la producción de leche materna y, por otro, no pueden mantenerse con suficiente higiene y deben reemplazarse con biberones que a menudo se preparan con agua no potable.
Además, las madres y los recién nacidos sufren desnutrición por falta de alimentos, lo que aumenta el riesgo de muerte materna e infantil.
Otra preocupación de la UNRWA es la salud menstrual.1En la región, hay escasez de material sanitario para abastecerlos, lo que aumenta el riesgo de contagio, especialmente en las niñas, lamenta Martí.Martí agrega que ni siquiera hay agua limpia para lavar los trapos que se deben usar debido a la falta de compresas y tampones.
Raquel Martí también advierte que el hacinamiento en albergues y albergues puede aumentar las tensiones familiares y provocar un aumento de la violencia de género.
En estas situaciones, es muy difícil identificar la violencia de género y que las mujeres la denuncien y, además, no hay suficiente servicio para detectarla, agrega, señalando que los casos ocurren en casos extremos o cuando algunos familiares, en su mayoría mujeres, han comunicado esta información al personal.
Sin embargo, actualmente no hay organizaciones, ONG u hospitales en Gaza que puedan tratar la violencia de género.
Además, confirma que el cierre de escuelas y la falta de apoyo psicosocial hacen que los niños sean más vulnerables al abuso y que, después de un conflicto, el matrimonio infantil es una oportunidad para afrontar el futuro.
Es por eso que exigen un alto el fuego decisivo para evaluar las necesidades de la población y brindar la asistencia que necesitan para enfrentar esta difícil situación.