Italia 1878. El visionario empresario Cristóforo Crespi, hijo de tintoreros, tuvo un sueño lleno de ambición: construir una base textil colonial . Decidió establecerlo en un terreno de Lombardía al que llamó Crespi d‘Adda, a orillas del río del mismo nombre.
Una región del norte del país con tradición agrícola. El objetivo de Crespi era que sus trabajadores, además de trabajar en la fábrica, también tuvieran una casa donde vivir, un médico, una iglesia y un colegio donde sus hijos pudieran estudiar. Con el paso de los años, Crespi d’Adda ha crecido exponencialmente, convirtiéndose en un punto estratégico para la industria textil y reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
En las calles de esta zona industrial, las casas de los trabajadores -llamadas ‘palacios’– o las imponentes fábricas son el centro de la novela. En la novela ‘El sueño de la familia Crespi’ de Alessandra Selmi, publicada por Planeta, la autora entrelaza las vidas de varias familias de diferentes clases sociales que viven en la colonia, algunas reales y otras ficticias, representando frescos de una época. .
. Quería crear una miniatura y en esta miniatura hay muchas emociones y aventuras. El lector encontrará allí amor, pero también tristeza, odio, amistad, hostilidad, envidia, ambición y sacrificio, dijo el autor a un grupo de Antena 3.
La fábrica es el centro de la novela y todos los personajes viven en torno a ella. El autor describe minuciosamente su estructura así como las funciones que desempeña cada parte que lo conforma. De hecho, en su apogeo, nos cuenta el escritor, llegaron a trabajar 5.000 personas.
Se importaba algodón en bruto de Egipto y se producían tejidos exclusivos que luego se exportaban a todos los países del mundo. Precisamente, las obras influyeron en la forma en que el proyecto Crespi cambió la vida de las personas de la región, que habían pasado del campo a las fábricas. Además, aprovecha diversos acontecimientos históricos, como el levantamiento del pan de 1898, la Primera Guerra Mundial o las revueltas obreras para reflejar la condición de los trabajadores en una Italia en completo caos y transformación.
El ritmo de la fábrica es muy difícil. Trabajan 12 horas sin poder ir al baño ni dejar de comer. Los niños trabajan a los 9 años.
Las mujeres trabajaban en fábricas y luego se agotaban y tenían que trabajar desde casa. Fue una vida muy difícil, subraya Selmi, que realizó investigaciones y apuntes muy rigurosos durante dos años, lo que se refleja en el libro. Los trabajadores tuvieron que adaptarse al ritmo frenético de vida de las máquinas, sin poder ir al baño.
El ruido era ensordecedor y los gerentes tuvieron que hablar en voz alta sobre el ruido de los telares, añadió. Drama familiar, misterio, amor y venganza cautivarán a los lectores en este retrato de 50 años de historia italiana. Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y no te pierdas las últimas noticias y actualidad de Antena3noticias.com