El país con 130 millones de habitantes y a menudo caracterizado por una cultura sexista, ahora puede elegir a su primera mujer presidenta. También se produjo una escalada de la guerra corporativa; el legado político del presidente saliente Andrés Manuel López Obrador, así como la larga y a menudo tumultuosa relación con Estados Unidos. Los partidos seleccionaron cuidadosamente a sus candidatos antes de lanzar oficialmente las campañas electorales presidenciales, parlamentarias y municipales.
El 2 de junio, millones de votantes acudirán a las urnas para elegir a sus nuevos líderes. Se espera que el ganador de las elecciones presidenciales cumpla un mandato de seis años. Aunque la mayor parte de la atención está puesta en la carrera presidencial, las elecciones también proporcionarán votos para 128 miembros del Senado y 500 miembros de la Cámara, además de decenas de miles de puestos en los gobiernos locales.
La favorita en las encuestas es Claudia Sheinbaum, que tenía una cómoda ventaja en las encuestas de febrero con alrededor del 59% de los votos. El exalcalde de Ciudad de México es visto como un sucesor del líder populista de izquierda López Obrador y cuenta con el apoyo de su partido, Morena. Según las encuestas, la exsenadora Xóchitl Gálvez ocupó el segundo lugar con un 36% de apoyo.
Gálvez es un destacado crítico de López Obrador y representa a la coalición Fuerza y Corazón por México –formada por Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y Revolución Democrática (PRD). Detrás de ambos candidatos está Jorge Álvarez Maynez, un político poco conocido de Movimiento Ciudadano. En partes del país sacudidas por la violencia de los cárteles, muchos han expresado su preocupación por una crisis de seguridad que ha empeorado durante el mandato de seis años de López Obrador.
En los dos primeros meses del año, varios candidatos fueron asesinados antes de que comenzara la campaña electoral oficial. Los observadores advierten que estas elecciones podrían ser las más violentas jamás registradas en el país. Los críticos dicen que las elecciones se están convirtiendo cada vez más en una cuestión de democracia, lo que provocó protestas masivas en febrero contra las reformas electorales impulsadas por López Obrador.
Pero el presidente sigue siendo muy popular entre grandes segmentos de la clase trabajadora que constituyen su base electoral. Ante el aumento de la inflación, es probable que estos votantes apoyen a un candidato que creen que los defenderá, y muchos de ellos creen que el presidente y Morena lo han hecho allí. Una presidenta sería un gran paso adelante en un país con altos niveles de violencia de género y profundas disparidades entre hombres y mujeres.
México continúa experimentando una intensa masculinidad, expresada en su forma más extrema en la gran cantidad de feminicidios, así como en cientos de detalles más sutiles a diario. Aunque las mujeres han ganado posiciones de poder político en la vida pública –en parte debido a las cuotas de representación obligatorias en los cargos públicos– siguen experimentando violencia de género en alto nivel. El feminicidio ha sido un problema persistente durante décadas.