Adquirir una empresa puede ser un proceso largo, complejo y exigente. Sin embargo, una vez que se firman los acuerdos y se completan las negociaciones, los desafíos no terminan ahí. La experiencia ha demostrado que la clave para una transacción exitosa reside en una planificación adecuada durante los primeros 100 días de integración y recuperación.
Los compradores suelen suponer que el negocio se integrará de forma natural y sin mucho esfuerzo. Desafortunadamente, muchos procesos de fusiones y adquisiciones (M&A) corporativas fracasan debido a la falta de una buena planificación de la transición y de expectativas realistas. En este sentido, durante la fase de preparación y antes de cerrar la transacción, se deberá designar un equipo de expertos para el periodo de transición (primeros 100 días).
Este equipo suele incluir expertos de diferentes campos, como finanzas (que a menudo puede ser el director ejecutivo u otro alto ejecutivo), recursos humanos, tecnología, operaciones y asuntos legales. Este comité será el responsable de diseñar un plan robusto en el que se establecerán objetivos claros y medibles para la integración empresarial. Al tener objetivos específicos, podrás dirigir y enfocar tus esfuerzos de integración, ayudando a evitar la pérdida de valor.
Es importante evaluar las sinergias y oportunidades que surgen de la combinación de negocios. Se trata de analizar las capacidades y recursos de ambas compañías para identificar posibles áreas de complementariedad y ventaja competitiva, con el fin de aprovechar al máximo las oportunidades de crecimiento y eficiencia. Un pilar clave de un buen plan de integración es centrarse en la comunicación efectiva y la comprensión de las diferencias culturales entre las dos empresas.
Es importante recordar que los recursos humanos de una empresa son el activo más valioso de cualquier empresa. De ahí la importancia de prestar especial atención a la gestión del talento y a retener a los empleados clave. Es esencial trabajar dentro de una cultura unificada y establecer canales abiertos de comunicación.
Esto ayudará a crear líderes, reducir la resistencia al cambio y garantizar que todos trabajen para lograr los mismos objetivos. La integración empresarial siempre conlleva ciertos riesgos, como perder clientes, perder la moral de los empleados o interrumpir los procesos comerciales. Por ello, es importante analizar en detalle los riesgos potenciales y las estrategias para mitigarlos.
Es esencial establecer mecanismos continuos de seguimiento y evaluación después de los primeros 100 días para monitorear el progreso y hacer los ajustes necesarios a la estrategia. Esto facilita la detección y corrección oportuna de posibles desviaciones o errores. En resumen, al invertir tiempo y esfuerzo en la planificación estratégica, las empresas pueden integrarse más eficazmente, aprovechar las oportunidades y crear una entidad más fuerte y competitiva en el mercado.