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Nueva York.- La carrera por la Alcaldía neoyorquina ha dado un vuelco este jueves con la retirada del actual alcalde, Eric Adams, de las primarias demócratas para aspirar a las elecciones de noviembre como candidato independiente.
Aspirar a un segundo mandato fuera del que aún es su partido -ha aclarado que no piensa abandonarlo- será todo un desafío en una ciudad donde los demócratas superan a los republicanos en una proporción de 6 a 1.
A Adams, sin embargo, se le suman otros retos- una baja popularidad por su gestión y su calvario judicial que acaba de finalizar luego de que un juez federal desestimara sus acusaciones de corrupción y tráfico de influencias.
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Esa acción del juez ha sido vista como un pago de favores por la decisión de Adams de cooperar con la Administración del presidente Donald Trump en asuntos migratorios, un tema siempre polémico para cualquier partido.
Otra encuesta sobre la preferencia de los votantes de cara a los comicios, también de marzo y realizada por Data Progress, lo colocó en cuarto lugar (7 %) en la contienda, que lideraba Cuomo, con 39 %.
A pesar de su conocida intención de buscar un nuevo mandato, hasta ahora no ha organizado actos de campaña, ni nombrado a su director, ni recaudado muchos fondos. Un mandato marcado por la mano dura contra el crimen
Adams llegó a la alcaldía con promesas como la mano dura contra el crimen, la protección a los trabajadores, mejorar las relaciones con la policía (después de enfrentamientos con su predecesor) y poner la economía en marcha tras la pandemia del Covid-19.
En el fondo, Adams nunca olvidó sus raíces- fue policía durante dos décadas, antes de dar el salto a la política como senador estatal y luego presidente del condado de Brooklyn. Siempre fue demócrata, pero del ala más derechista del partido.
En sus casi cuatro años en el cargo, ha enfrentado varias crisis, entre ellas una ola de más de 200.000 migrantes que llegó a la ciudad durante estos últimos dos años o la reciente polémica por su caso judicial de corrupción por haber favorecido a varias empresas turcas, el caso más conocido.
Este último escándalo llevó a que varios de sus vicealcaldes y otros funcionarios renunciaran a sus cargos.
Precisamente, sus comentarios sobre el flujo de inmigrantes y decisiones como la de limitar la estancia de estos en los refugios o su objetivo de que Nueva York deje de ser una «ciudad santuario» le han valido múltiples críticas de activistas e incluso de sus propios colegas demócratas.
En el ámbito personal, Adams se ha definido como amante de la moda, la comida vegana, el hip-hop y la vida nocturna, y se ha mantenido inmutable y hasta con cierta arrogancia ante las críticas que ha recibido durante su gestión como alcalde, incluso de su propio partido.
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