Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Los familiares de las víctimas se congregaron ayer por la mañana en el estacionamiento de la plaza El Portal, junto a la discoteca Jet Set, para honrar a sus seres queridos.
El jueves pasado, 8 de mayo, se cumplió un mes de la tragedia que enlutó a todo el país y tocó los corazones de miles de familias dominicanas.
En la mañana de su conmemoración, los familiares de las víctimas se reunieron en el parqueo de la plaza El Portal, al lado de la discoteca Jet Set, para rendir homenaje a sus seres amados.
Bajo una carpa blanca levantada para la ocasión, se celebró una misa encabezada por el sacerdote Marino Alcántara. Fue una ceremonia llena de lágrimas y peticiones de justicia.
Algunos asistentes portaban flores, otros sostenían retratos. Todos compartían el mismo dolor: una mirada fija hacia el lugar donde todo cambió.
Alrededor del improvisado altar, colaboradores de la Alcaldía del Distrito Nacional (ADN) trabajaban con esmero. Recogían velones rotos, derramados por las últimas lluvias, y raspaban con palas la cera endurecida que se había adherido a la acera.
Esa cera, como las huellas de esta tragedia, parecía resistirse a desaparecer. Los velones aún nuevos fueron agrupados, dándole al lugar un aire más ordenado.
Las flores más marchitas también fueron retiradas, haciendo espacio para que nuevos ramos, símbolos y recuerdos pudieran ocupar su lugar.
Al igual que las marcas que dejaron las velas sobre el pavimento, la tragedia del Jet Set ha dejado cicatrices en el alma del país.
Son muchas las familias que aún buscan consuelo y justicia.
Así lo expresó la abuela de una familia que perdió a tres de sus miembros: Israel Antonio Díaz, Manuel Antonio Díaz y Patricia Matos.
“Solamente el que se pone el zapato sabe dónde le duele. Cuando una persona está en una cama usted sabe que se va a morir, pero esos fueron muchachos llenos de vida, gozando, y morirse así”, dijo, aún consternada por la desgracia.
Con voz entrecortada, continuó: “Ya esto se está olvidando; a nosotros es que nos duele.” Refiriéndose a Antonio Espaillat, propietario de la discoteca, la abuela preguntaba: “¿Lo han detenido? ¿Lo han llevado a ningún lado? Comiendo en su casa. Él no se acuerda de esos muchachitos huérfanos. Él no se acuerda de nada, eso no existe para ellos, él no tenía un familiar ahí.”
Dijo que no confía en la justicia, afirmando que “él (Antonio Espaillat) ya debe estar preso. No deben estar tapándolo tanto; él tiene que pagar”.
Brian Saldaña, director de producción de Color Visión, también asistió a la jornada ayer. Perdió a su esposa, Ruth Seijas, con quien tenía 16 años de matrimonio.
La recuerda como una mujer alegre y confesó que este mes ha sido “terrible” para él. Ruth había asistido a la fiesta amenizada por Rubby Pérez, acompañada de una amiga que también falleció. Días después, Ruth cumpliría años.
Durante la ceremonia, el sacerdote Marino Alcántara explicó por qué decidió oficiar la misa: “El dolor de los hombres y mujeres, de los familiares, que se lleva dentro es terrible, eso no cambia. Hay que tener una fe profunda para poder asimilar, porque nunca estamos preparados para la muerte de nuestros familiares y amigos”.
Agregar Comentario