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Santiago.- Para el arzobispo de Santiago, monseñor Héctor Rafael Rodríguez, la marcha de Friusa dejó en evidencia las fallas en la aplicación de las políticas migratorias de República Dominicana.
«Las marchas ciudadanas son expresiones válidas dentro de una democracia, siempre que se desarrollen de manera pacífica y respetuosa», manifestó, en declaraciones exclusivas a reporteros de Hoy, tras responder a un cuestionario sobre la manifestación nacionalista y los recientes eventos violentos en Haití.
Sin embargo, el también presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano considera que el nacionalismo debe cuidarse de no transformarse en «patriotería» xenófoba contra las diversas nacionalidades que coexisten en el país, ni tampoco en una provocación al orden público.
Monseñor dijo que es entendible que muchos dominicanos expresen preocupación ante la situación migratoria, «pero no debemos caer en actitudes que lastimen la dignidad del otro, porque no podemos construir nuestra nación sobre la exclusión ni la indiferencia».
«Como ha dicho el papa Francisco, en lugar de levantar muros, necesitamos construir puentes de entendimiento a través de la diplomacia, las políticas claras, firmes y humanas, el cumplimiento eficaz de las leyes migratorias», dijo.
Además, ve necesaria la cooperación internacional efectiva que ayude a cada pueblo a fortalecer sus estructuras institucionales y a vivir con dignidad en su propia tierra.
Propone diálogo
Monseñor Rodríguez propone que se abra un espacio de diálogo binacional permanente, acompañado de representantes de la sociedad civil y organismos internacionales, si fuera necesario, donde se puedan buscar soluciones conjuntas desde el respeto, la justicia y la solidaridad.
Condena asesinato monjas
Monseñor Rodríguez considera que el asesinato de religiosas católicas en Haití es un acto profundamente rechazable, doloroso y condenable desde todo punto de vista. Recordó que las Hermanas Evanette y Jeanne son dos consagradas de la Comunidad de Santa Teresa, que encarnaban la entrega silenciosa al servicio de los más pobres y vulnerables.
«Que sus vidas hayan sido arrebatadas por la violencia que azota a Haití, nos interpela como Iglesia, como pueblo y como comunidad internacional».
Afirmó que es un crimen que atenta no solo contra la dignidad humana, sino también contra la paz ciudadana, los signos de esperanza y compasión que aún perduran en medio de la anarquía que se abre paso en este sufrido pueblo.
«Nos solidarizamos con la Vida Consagrada, con la Iglesia y con todo el pueblo que sufre la crueldad de la violencia en esta nación vecina», agregó el prelado.
Terror Haití afectaría RD
«No me cabe ninguna duda que, hechos como este crean un clima de terror e inseguridad humana que puede afectar la labor pastoral y humanitaria de la Iglesia en Haití», afirmó.
Sin embargo, dijo que la historia demuestra que la misión de la Iglesia, aun en los contextos más difíciles, sigue adelante.
En cuanto a la República Dominicana, entiende que esta violencia puede tener repercusiones directas en el comercio binacional, y en el clima de paz social, pues la inseguridad genera desconfianza, disminuye la movilidad y afecta la cooperación entre ambas naciones. «Esto nos llama a una reflexión seria sobre la necesidad de fortalecer los lazos diplomáticos para lograr una frontera más segura», sostuvo.
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